Cada quien que asuma su raje. Irse de la izquierda para la derecha no tiene que ver absolutamente con falta de formación ideológica
Julián Rivas
Los opositores perrorabiosos no salen del desconcierto. Sigue el curso diario de la vida en este 2015 sin que el discurso reaccionario, anticomunista, coja fuerza. Vamos para mitad de año y se les cayó el plan conspirativo con apoyo de Estados Unidos. El país sigue su curso y el reto es producir para mejores tiempos.
No hay seriedad entre los opositores. El Cabeza pelada de la MUD habla y sus palabras se las lleva el viento. ¡Claro, la señora María Machado fue capaz de encontrar una explicación que quedará para los anales de la historia!. Los niños de preescolar firman contra Obama. Una pelusa.
La señora Machado es una heroína para Pompeyo. Triste Santos Yorme, rajao. Hay quienes se molestan cuando uno habla de los rajaos. Sobre todo esos intelectuales provenientes de la izquierda que por diferentes circunstancias se han puesto al servicio de la burguesía y de USA. Como Carlos Blanco, que es asesor de la señora Machado. Tanto talento perdido. Todo porque se casó con una Machado.
Qué decir del que se creía Lenin de los años 60. Cabeza caliente era poco. Los cursillos de cristiandad lo volvieron un cruzado anticomunista. Lleva años tumbando al gobierno, y sus planes son como pólvora mojada. Sus letras no son chispa para incendiar la pradera. Dicen que una mujer lo convirtió al copeyanismo. Mejor Ceferino, el campesino al que le canta Alí Primera. Ceferino le dijo al cura:
Perdóneme Padre por creer que la noche más bella está en los ojos de Flora/ y cada noche, después del tercer Ave María/su olor de hembra me enamora/ y encuentro a Dios en su vientre.
Eso es todo. Pero los rajaos edulcoran el asunto. Descubren que Stalin era un sátrapa y Woodrow Wilson un demócrata amante de la paz. Miren a Agustín Blanco Muñoz, ahora ama a los United States. Una hija se casó con un gringo. ¿Venezuela? Eso es un ex país, alega Cabeza e’ Colchón.
Los intelectuales rajaos son así. ¿Cómo no advertirlo?
Lo grave es el devenir histórico. La práctica es la práctica. Américo Martín hoy es un rajao: tuvo una época cabeza caliente. Echaba chispas por la boca. Terminó adorando a Rómulo Betancourt.
Simón Sáez Mérida nos contaba en la Universidad Central de Venezuela que la izquierda adeca de 1959-60, la juventud que luego conformó el MIR, pudo derrotar a Rómulo Betancourt y ahorrarle tragedias a Venezuela. Américo Martín se opuso a una alianza con la corriente de Raúl Ramos Giménez, que luego conformó AD-Oposición. Martín condenaba a Ramos Giménez por derechista. Mírenlo dónde está hoy. Terrible es el tiempo.
Pero no hay problema. Cada quien que asuma su raje. Y eso no tiene que ver absolutamente con falta de formación ideológica. Miren a Agnes Heller o a Leszek Kolakowski, un genial filósofo marxista que terminó rajao. Hagan un club, asuman su barranco, no jile.
Ah, pero por ahí todavía Teodoro dice que es de izquierda. Qué apretao.
Estas elecciones chucutas de la MUD para buscar unos candidatos a diputados, no tienen vida. ¿Quién les cree? Sólo los rajaos.
Nuevamente Holguín
Un lustra botas de El Silencio, en el centro de Caracas, nos ofrece una prueba de que en el pueblo venezolano en general hay manifestaciones de sabiduría, y hasta de alegrías, para interpretar situaciones inexplicables y hasta absurdas, como en el caso colombiano y la posición del gobierno de Santos.
El limpiabotas da un precio por la limpiada y otro por la pulida. Le digo que es más barato que otro colega suyo y vecino. “Caro y Malo, así se llamó un negocio de Miguel Antonio Caro, expresidente de Colombia. Malo se llamó su socio”, agrega.
Le respondo que ese Caro nos hizo una maniobra con los Holguín para tumbarnos un territorio en disputa, con la anuencia de la Reina María Cristina de España.
Siempre ha habido malas intenciones. Como ahora, cuando desde Bogotá la Canciller Holguín se opone a la deportación de algún mala conducta neogranadino.
El limpiabotas, hombre que debe andar por los setenta años, nos dice que muy joven recorrió Colombia y vio la pobreza pareja. Nos cita Barranquilla, al barrio Las Nieves y tantos otros con pobreza terrible, surgidos de invasiones de familias provenientes del campo. La tierra es cara, y la invasión se da en áreas sin servicios.
— Allá hay una oligarquía. El pobre no tiene vida, le comento.
Ciertamente los movimientos migratorios desde Colombia a Venezuela dieron fuerza a grupos de migrantes para fundar barrios en zonas apartadas de Caracas y otras ciudades del país. Petare es uno de ellos.
Si nos metemos al fondo del asunto cotejaríamos que en Petare los vecinos de origen colombiano, en los años sesenta, setenta y ochenta, trajeron la música de la costa Caribe. Juancho Polo Valencia, por ejemplo, fue un vallenatero pobre, de música contagiosa, que hasta los orientales residentes en Petare lo difundieron en el estado Sucre.
El jardín de Juana, El mundo sin aguardiente, o Alicia adorada, están entre las canciones de Juancho Polo. Muchas de ellas fueron interpretadas por Carlos Vives, para regocijo de la pequeña burguesía bogotana, y sobre todo para la chequera de Carlos Vives.
Recuerdo “La democracia”, otra canción de Juancho Polo: ya mi negra estoy aquí/ oye mi vida yo tanto que te pensaba/ con tanta democracia que yo te enamoraba/ oye mi vida/ y no te podido conseguir…
Pero el lustra botas criado en Catia no se quedó corto. “En Venezuela la gente vive mejor y por eso se viene de allá”. Eso explica un drama que sufren millones de ciudadanos colombianos, cuya naturaleza no explica la señora Holguín. La pobreza y la guerra los hace irse lejos. Sólo les queda ponerse una franelita amarilla en tiempos de Mundial de fútbol y Copa América.
El lustrabotas sí lo entiende.
— Daniel Santos fue a Colombia y cantó para los pobres: Esperanza Inútil/ Flor de Desconsuelo / Porqué me persigues / en mi soledad
Porqué no me dejas/ Ahogar mis anhelos / en la amarga copa / de la realidad.
Uffff. Eso es un rollo social para salir corriendo. Sin duda lo de Colombia es grave. Que se revisen allá. La sociología debe servir para algo.