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¿Y si es el Imperio el que salva a Maduro?

En Venezuela, dada la profundidad de la crisis social y política en desarrollo, potencialmente existe la posibilidad de que también se dé una negociación como las que los Estados Unidos ya han tenido con Rusia, China y, recientemente, con Cuba


Oscar Battaglini

Esa capacidad del Imperio no es nueva. La viene aplicando hace décadas para preservar la permanencia en el poder de aquellos “adversarios” que de alguna manera le han servido para crear la falsa imagen del supuesto equilibrio que existiría en el ámbito de la política internacional, y para justificar y encubrir su agresividad belicista en el mundo entero. Conviene agregar que esta política la ha puesto en práctica sobre todo cuando los regímenes desde los cuales han operado sus “adversarios”, comienzan a evidenciar síntomas de agotamiento y crisis terminal. Es la perfecta imagen del diablo que “salva” a Fausto. Pero a cambio éste debe entregarle el alma.

La primera vez que -en nuestro tiempo- eso se hizo fue a raíz de la crisis y consecuente derrumbe de la Unión Soviética stalinista, en 1989; acontecimiento que el mundo conoció simbólicamente como la “caída del muro de Berlín”. Viva está la imagen de la entrevista de Reagan con Gorbachov, en la que éste fue a solicitarle agónicamente al gobierno de Washington, el apoyo que el sistema burocrático soviético en crisis requería para seguir existiendo. Lo mismo puede decirse de la presencia en Moscú de funcionarios diplomáticos imperiales con la misión de asesorar a Yeltsin para que el derrumbe de ese sistema no introdujera elementos desequilibrantes en la dinámica de la política internacional y para que la crisis fuese superada mediante la preservación en el ejercicio del poder de parte importante de la burocracia gobernante, con la cual se pudiera negociar económica y políticamente en el futuro inmediato. Fue de ahí que surgió, ¿quién lo puede negar?, Putin y la mafia con la que éste ha venido gobernando en Rusia. Las buenas relaciones que el Imperio y la Unión Europea han mantenido y mantienen con Putin -pese a los lunares que últimamente le han salido- confirman que el plan de salvamento del Imperio funcionó a la perfección y de acuerdo a sus previsiones.

Atrás quedaría definitivamente, y de la manera más vergonzosa, toda aquella historia de la “guerra fría”, en la que el Estado soviético, de raíz stalinista, se presentó de manera farsesca ante la opinión pública global como la genuina representación del socialismo y de la revolución mundial.

La segunda oportunidad en que esa política salvacionista se aplicó exitosamente, tiene como referente el caso chino. Aquí no fue sólo el agotamiento del “modelo socialista chino” lo que forzó a la burocracia gubernamental a buscar un entendimiento con el Imperio, sino que ella, adelantándose a lo que veía venir, buscó ese entendimiento a fin de tomar “un segundo aire” que le permitiera “renovarse” y sobre todo, perpetuarse en el ejercicio del poder.

El éxito de esta experiencia ha sido tan espectacular que China se ha constituido, en un período relativamente breve, en la segunda economía del mundo capitalista. Tal conversión ha sido posible gracias a la asociación que se ha dado entre la burocracia del Partido Comunista y del Estado con las transnacionales de origen principalmente norteamericano, como nos lo hace saber el intelectual Eduardo Lucita cuando afirma: “… La mitad de las grandes corporaciones instaladas en el país asiático son de origen norteamericano que remiten sus utilidades a las casas matrices” ( E. L, “La actual crisis económica mundial y sus repercusiones en América Latina”, 2008). Se trata de una asociación en la que las transnacionales aportan prácticamente todo el capital –dada la proverbial e histórica descapitalización de esa sociedad- y la burocracia china pone las condiciones político-jurídicas y administrativas que privan de derechos civiles y laborables a los trabajadores chinos y los convierten en los peor pagados de todo el mundo capitalista. Una clara evidencia de este hecho es el video colgado en internet por la web pijamasurf. Con el que se denuncia que en ese país niños de 13 años trabajan 16 horas al día por 70 centavos de dólar. En China los sindicatos están prohibidos. Quien quiera que sea sorprendido organizando uno, es aprehendido inmediatamente y enviado a prisión. Esto que constituye una de las partes más oscuras del “milagro económico chino”, casi no se menciona en el manejo massmediático que se hace sobre este particular desde los grandes centros; ni es tenido en cuenta por los gobiernos que en todo el mundo que hacen negocios con este país (ese es, como sabemos, el caso de la burocracia chavista en el poder).

Otra cosa que tampoco se menciona en esa publicidad, es que no obstante los elevados índices de su crecimiento económico, todavía China no ha podido colocarse en el ranking de los países desarrollados del mundo. Los 900 millones de pobres que aun se registran en una sociedad de aproximadamente 1200 ó 1300 millones de habitantes, son la mayor demostración de tal confirmación.

El tercer caso en esta secuencia lo representa el caso cubano, el cual se encuentra como diría un conocido comunicador, en pleno desarrollo. A esto se llega como en los casos anteriores, una vez que el agotamiento y la decadencia del modelo político “socialista” (nuevo nombre con el que el neopopulismo latinoamericano ha pretendido cubrirse) que ha regido en Cuba por más de 50 años se ha hecho ostensible. Durante todo ese tiempo la burocracia gobernante en ese país no promovió ni siquiera las cosas mínimas para la creación de un país democrático con instituciones que garantizaran el pleno ejercicio de los derechos ciudadanos; con una economía propia, autosuficiente y con capacidad para proporcionarle a sus trabajadores y profesionales un empleo estable, bien remunerado y amparado por una legislación social que les garantizase su seguridad y la de sus familiares; etc. En su lugar lo que hizo esa burocracia desde un principio fue: 1.- crear una sociedad regida de manera autoritaria y totalitaria. 2.-engancharse en un enfrentamiento infantil, torpe e impolítico con el Imperio en el que éste terminó sacando la mejor parte, en detrimento del pueblo y de la sociedad cubana. 3.- dedicarse a vivir de los subsidios que le otorgaba la burocracia rusa por sus exportaciones de azúcar, cuestión que se acabó cuando sobrevino el “derrumbe del muro de Berlín en 1989”. 4.- a vivir de la renta que le aporta la negociación con el capital hotelero internacional. 5.- y finalmente, a vivir de las depredaciones que han venido haciendo en Venezuela en el curso de los 15 años que el chavismo lleva en el poder.

Hoy cuando la situación ya no da para más, a esa burocracia no le ha quedado más remedio que pasar –de la manera más vergonzosa- la página de sus enfrentamientos con el Imperio para aceptar el auxilio de éste que le permita salvarse y mantenerse en el poder. Una especie de modelo chino en Cuba.

En Venezuela, dada la profundidad de la crisis social y política en desarrollo, potencialmente existe la posibilidad de que aquí también se dé una negociación de este tipo. Aunque ya se han producido algunos amagos, no se ha avanzado mucho porque el madurismo se encuentra cumpliendo la fase de su política “anti-imperialista”. Confía en que puede mantenerse en el poder continuando con su política clientelar entre los pobres; las remesas petroleras que le siguen llegando principalmente de EE.UU; y de la represión que progresivamente se ha venido ampliando e intensificando. Pero esto no alcanza para contener o atenuar los efectos negativos de la crisis que lo acogota. Sabiendo esto, el Imperio se mantiene en su puerta de entrada esperando que en algún momento lo llamen para solicitar sus servicios. Sin embargo es preciso decir, que aquí las cosas no les van a resultar tan fáciles, en primer lugar por la naturaleza de la política que se viene practicando en su relación contradictoria con el Imperio; en segundo lugar porque al madurismo se le está agotando el tiempo aceleradamente; en tercer lugar, porque el Imperio pudiera estar dudando entre salvarlo o contribuir a hundirlo a fin de negociar con otros actores, como es presumible; y en cuarto lugar, porque la negociación entre ellos no se podría dar a puertas cerradas y sin oposición interna. Aquí cabe esperar que eso no ocurra, o en la peor de las circunstancias impedirlo a como dé lugar.