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Película venezolana del año, vista por políticos

Alexandra Braun y Jesús Silva

El cine venezolano es policlasista porque en él interactúan gentes de la “oligarquía” y también clase obrera


Jesús Silva R.

Una joven de alta sociedad se une sentimentalmente a un muchacho de barrio para juntos derrotar adversidades, es la infalible historia fantástica que engancha a las audiencias de cualquier parte del mundo. En 2015, así es la película “Hasta que la muerte nos separe”, la más taquillera del cine venezolano, protagonizada por la actriz y modelo Alexandra Braun Waldeck.

Pero desde hace tiempo el cine es más que entretenimiento y puede ser un arma política. Un ejemplo es EEUU con la industria cinematográfica más poderosa del planeta, capaz de influenciar a millones de personas. Para muchos las películas “Made in U.S.A.” han sido más determinantes en la vida de millones que las acciones militares y económicas del “Imperio”.

Venezuela no escapa a la realidad de un mundo interconectado por nuevas tecnologías. Por eso cuando miles de curiosos acuden a ver esta obra inspirada en Otelo de Shakespeare pero adaptada al estilo latino, vale la pena analizar lo que al pueblo le gusta, especialmente en año electoral.

El cine venezolano es policlasista porque en él interactúan gentes de la “oligarquía” y también clase obrera. El pueblo humilde no juega golf, ni la burguesía juega bolas criollas, pero en el cine nos encontramos todos. Con el boxeo pasa lo mismo, por años este deporte ha sido el “golpe de suerte” que ha logrado conectar a los pobres con los ricos y famosos.

Cine y boxeo son ingredientes suficientes para entusiasmar al público. En una obra así están retratados sueños universales de la Venezuela de hoy y la de antes. Zapata 666 encarna al boxeador que ganando buen dinero sale del rancho, tal como lo anhela el humilde pueblo venezolano, quien es luchador y a veces desordenado pero siempre aspirante a una vida mejor. No por casualidad, dice el refrán popular: “el que trabaja tiene derecho a tener”.

Seguramente, bajo la etiqueta de capitalismo o socialismo, los que hoy sufrimos penurias económicas, deseamos una misma cosa: Salir de la pobreza y lograr la prosperidad. En Venezuela sólo falta ponernos de acuerdo para dejar la polarización y trabajar unidos.

En el film, el hombre, como lo haría cualquier otro de derecha o de izquierda, cae a los pies de Alexandra quien en nuestro criterio es la imagen estética del capitalismo: licenciada hija de germanos, rubia de ojos claros, piel de porcelana y cuerpo perfecto que en la vida real la convirtieron en Miss Tierra Internacional 2005.

De la unión entre la bella y el vagabundo nacieron tormentosos conflictos pasionales que ellos prefirieron soportar antes que separarse. La película alcanza su momento más polémico cuando él resuelve perdonar la infidelidad de ella para salvar los intereses del matrimonio. Quizá un perdón así nunca se vea entre machos venezolanos o quizás hoy existan políticos que personifiquen la leyenda del pájaro cuco.

http://jesusmanuelsilva.blogspot.com