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Granger: ¿Adónde vas con la pata hinchá?

David Granger and Carl Greenidge

Guyana esconde que fue Inglaterra la que robó con trampas y fraude el 20 por ciento del territorio venezolano a lo largo del siglo XIX


Julián Rivas

El presidente de Guyana, David Granger, está como esos sujetos que deciden no pagar una deuda. Se ponen bravos cuando les cobran, se presentan como los ofendidos. Con bravuconadas buscan una excusa para no cumplir. Y si el asunto se pone duro para ellos, se buscan a un padrino con poder. Eso hace Granger, quien viajó a Estados Unidos a buscar apoyo en el Departamento de Estado y “comprensión” en los centros de Think Tank geopolítico- imperialista.

Al mando guyanés se le ha metido en la cabeza que Inglaterra y Estados Unidos los respaldarán si desconocen el reclamo del Esequibo, especialmente el Acuerdo de Ginebra de 1966, documento jurídico ineludible. Bien pelados que están. La mayoría en la región exige paz y resolución pacifica de los conflictos. Cero injerencias imperiales.

Pero Guyana tiene por presidente a un irresponsable. ¡Cuidado! Un político que dé soporte a esta idea de intervención imperial, es un aventurero neocolonial. Eso es Granger. Recuerde que se graduó de cadete como servidor de la Reina de Inglaterra. Es agente colonial, de esos que llevan grabado el mono colonial británico hasta en el alma. En lo que concierne al derecho internacional está raspado. Él lo sabe. Por eso huye por los malos caminos.

Granger en Estados Unidos dijo que Venezuela quiere acabar con Guyana, que pretende dos tercios de “su territorio”. Ja. La clásica mentira. Guyana esconde que fue Inglaterra la que robó con trampas y fraude el 20 por ciento del territorio venezolano a lo largo del siglo XIX. Así cualquiera va a un banco, roba, le deja la plata a un aguantador, que se declara millonario, y cuando lo agarra la policía dice que lo quieren expropiar. O que es el pobrecito de la cuadra, el débil. La verdad es que Guyana heredó lo que no le tocaba. Guyana está al este del Río Esequibo.

Granger también afirmó en Estados Unidos que quiere ir a los tribunales, a La Haya. Habla como los borrachos, para adelante y para atrás. Lo sustantivo es que Guyana ya reconoció que el Territorio Esequibo está en reclamación, prueba de ello es el Acuerdo de Ginebra. Eso es lo real.

Por lo demás, los argumentos venezolanos tienen peso histórico. Es encomiable la claridad con que Venezuela ha actuado en esta fase de reclamación del Esequibo. Queda exigir respeto al derecho internacional. Uno explica en otras tierras el asunto del Esequibo, a políticos, diplomáticos, académicos, analistas internacionales, y todos al conocer los elementos históricos y jurídicos, le dan la razón a Venezuela. No hay tu tía. No se vaya por la tangente, Míster Granger. Es ridículo y peligroso a la vez que busque apoyo en Estados Unidos ofreciendo campos de energía en tierra ajena.

Un amigo, europeo de izquierdas, hace una observación: Venezuela ha actuado por el camino correcto. El liderazgo venezolano, a propósito de este recalentamiento de la cuestión del Esequibo, ha ofrecido “un pozo de conocimiento histórico. Eso es importante, porque el pasado en el fondo se repite en las necesidades y ambiciones de los enemigos, que persisten. Así que la verdad histórica constituye qué es y no es justo en el presente”, explica.

El amigo estudia la situación venezolana. Se fija en esa rara coincidencia de Capriles con el gobierno guyanés. Capriles y Granger hacen correr la especie de que el reclamo venezolano obedecería a algún apuro del gobierno por aprietos económicos, razones electorales, para tapar los problemas. Es triste. A Capriles esto no le reporta beneficios en Venezuela, probablemente en Guyana. Allá lo llaman líder opositor. En fin, los venezolanos apoyan a nuestras autoridades, excepto Capriles Radonski y su reducido entornito.

Nuestro amigo concluye: “Por lo que leo, Capriles considera que la integridad de la patria (también en el nivel territorial) ‘desvía’ de los problemas, en lugar de ser la cuestión-terreno de resolución de los problemas. Espero que muchos se hagan esta misma reflexión y decidan no respaldar a dicho elemento”.

Crazy Georgetown Government

Una palabra se ha puesto de moda en Georgetown, la capital de Guyana: settled. Su objetivo es anti-jurídico. Joder. Mentir. Un vacilón. Demuestra cuánto de locura se ha incubado en Granger y el stablisment político que lo respalda. Decir que el Laudo Arbitral de París de 1999 estableció las fronteras entre Venezuela y Guyana, es una estupidez.

Forbes Burnham firmó por Guyana Británica el Acuerdo de Ginebra en 1966. Se trata del fundador del Congreso Nacional Popular (People National Congress, PNC), el partido de Granger. Ahora irresponsablemente Granger y su Canciller pretenden desconocerlo. ¿Pa’ dónde van con la pata hinchá?. No llegarán lejos.

Guyana está quebrada, y no por culpa del reclamo venezolano del Esequibo. La mayoría de su población es pobre, suma de excluidos, empujados a emigrar a Canadá, Londres o Estados Unidos. Incluso hay decenas de miles en el Oriente venezolano. Las élites son las que se enriquecen. El extractivismo pertinaz es lo más fácil para ellos. Pero eso ya es como sacar sangre a la teta de una vaca extenuada. Ante la ruina crónica, Granger pide a los “expats” que envíen remesas para hacer un fondo de inversión territorial. Y se acentúa la carrera loca por exprimir el Esequibo. Buscan en Trinidad empresas que inviertan en agricultura, mucha tierra disponible. Quieren hacer fiesta en el Esequibo. Minería, represas, maderas del trópico, un baratillo. Y ahora con el auspicio de Granger entra en escena la petrolera Exxon, monopolio del imperialismo.

La prensa guyanesa da para estudiar periodismo y manipulación de la opinión publica. Así alguien aseguró que Juan de Esquivel solamente descubrió Jamaica, y el nombre de Esequibo viene de los holandeses. Queda mejor parado el estadounidense que en los años setenta preguntó a la revista de boxeo “The Ring” si era cierto que el boxeador Antonio Cervantes, Kid Pambelé, era descendiente de Miguel de Cervantes, el autor de “El Quijote”.

Otro desatinado es el canciller de Guyana, Carl Greenidge. Esta semana quiso restar importancia a Severo Mallet Prevost, abogado del bufete norteamericano que asistió al laudo de París. Mallet Prevost en su confesión de 1944, publicada tras su muerte, en 1949, echa el cuento de cómo fue el arbitraje: Todo un conciliábulo a favor de los ingleses. Una prueba más de que el Laudo de París es irrito y nulo.

¡Caramba! Los guyaneses vieron a Greenidge en la campaña electoral que llevó a Granger a la presidencia y dijeron que sufre de amnesia. Greenidge fue ministro de Finanzas en el gobierno de Desmond Hoyte (1985- 1992). Tras esa gestión, Guyana fue declarada en bancarrota y se convirtió en el segundo país más pobre en el hemisferio occidental (Primero Haití). Pobreza y depravación. Todos los servicios básicos colapsaron. Los guyaneses fueron estigmatizados, recordó “Guyana Chronicle” el 23 de marzo pasado: Deconstructing the Opposition’s Agenda. An imposition of convenient amnesia – Part 2 -Carl Greenidge’s mismanagement led to economic ruin.

Bueno, señores de Guyana: amarren sus locos. A Capriles lo ponemos en cintura por aquí. Hay que derrotarlos.