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La paridad electoral de sexo

Las mujeres deberían poder participar en la actividad política con la misma libertad y posibilidades de los hombres



Luis Fuenmayor Toro

Es indiscutible históricamente, y Venezuela no es una excepción, que las mujeres han estado en minusvalía respecto a los hombres en relación con el ejercicio de sus derechos ciudadanos. En la medida que la civilización avanza esta situación ha ido mejorando y la mujer hoy, incluso en nuestro país, disfruta en mucho mayor grado que ayer de una posición cada vez más cerca de ser igual a la que disfrutan los hombres. Sin temor a equivocarme pienso que las desigualdades en Venezuela son hoy más de clase social, de tipo económico, que de sexo, sin tomar en cuenta una diferencia importante recientemente introducida, que tiene que ver con la posición política de la población. La atención hoy del Gobierno está volcada más hacia aquellos sectores que considera su clientela electoral que hacia el resto de los venezolanos. Incluso lo dicen en voz alta sin ningún disimulo.

La situación ideal de toda sociedad sería la de alcanzar un nivel de desarrollo tal de sus integrantes, en relación a la educación, la cultura, el trabajo, la salud, la disposición de los servicios necesarios, la seguridad personal y jurídica, que les permita un desempeño adecuado, el aprovechamiento de las oportunidades que se presenten y el desarrollo pleno del ser humano, de manera que las diferencias sean sólo el producto de las distintas capacidades innatas y aptitudes de los seres humanos, sin que el efecto de las mismas pueda crear diferencias en el ejercicio de los derechos ciudadanos. De esta manera, no se requerirían medidas especiales para igualar a ningún grupo social o persona, pues no habría ningún impedimento social para su desarrollo. Hombres y mujeres serían social y económicamente iguales, por lo que éstas podrán desarrollarse al máximo que den sus posibilidades individuales.

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Sólo hay tres mujeres gobernadoras en más de 20 entidades federales, el número de ministras no es algo para mostrar, en las alcaldías las mujeres son una ínfima minoría e incluso en el CNE no hay paridad de sexo, aunque la discriminación aquí es contra los hombres[/quote_right]

Lo primero que hay que decir sobre el decreto del CNE es que demuestra que la situación descrita no se ha alcanzado en el país en estos 16 años de supuesta revolución. Alguien pudiera argumentar que alcanzarla toma más tiempo; pero es que no se ha avanzado absolutamente nada en este aspecto. Las mujeres deberían poder participar en la actividad política con la misma libertad y posibilidades de los hombres, desarrollar plenamente sus liderazgos y ser seleccionadas como candidatas a cargos gubernamental con base en la realización de una destacada actividad, que las hace líderes de sus comunidades, gremios, sindicatos y muchas otras agrupaciones, sin tener que depender de ningún decreto que actúe como sustituto ante la ausencia de un desempeño como el señalado. El socialismo del siglo XXI ha fracasado estrepitosamente también en este aspecto y se quiere justificar con un decreto, que obliga artificialmente a que las mujeres constituyan entre el 40 y el 60 por ciento de los candidatos a la Asamblea Nacional.

Otro aspecto a señalar es que dicho decreto es extemporáneo, pues ha debido producirse antes del seis de junio de este año, ya que la normativa electoral prohíbe modificar las reglas electorales con menos de seis meses antes de las elecciones. Llama la atención que la “gran” preocupación del CNE por la paridad de sexo se produzca tan tardíamente. Y el problema no es si la MUD lo sabía o no, pues informando a la MUD no se informa al país. Es el país el que debe ser informado y el decreto, que es su forma oficial, debería haber aparecido oportunamente. Es difícil creer que su motivación es la paridad electoral entre mujeres y hombres, pues ésta no ha sido nunca una preocupación gubernamental. Sólo hay tres mujeres gobernadoras en más de 20 entidades federales, el número de ministras no es algo para mostrar, en las alcaldías las mujeres son una ínfima minoría e incluso en el CNE no hay paridad de sexo, aunque la discriminación aquí es contra los hombres.

Vistas las cosas, parecería que la intención del decreto no es la reivindicación de un derecho de las mujeres, sino la de crear contratiempos y dificultades a sus adversarios de la MUD, que en este momento deben estar estudiando qué hacen para resolver la situación en el poco tiempo que les queda. La medida también profundiza en los electores la desesperanza sobre las posibilidades de cambio en las elecciones parlamentarias, pues genera una sensación de impotencia en los votantes al hacer sentir al Gobierno todo poderoso para hacer lo que desee.