A Leopoldo López el régimen le teme, le temió Chávez en su momento hasta límites que se acercaron al terror
Rubén Osorio Canales
Nadie podía esperar una sentencia distinta. Nadie pudo de verdad pensar, imaginar y tan siquiera soñar por momentos que en un país donde prevalece un poder judicial al servicio de una dictadura, una juez accidental al servicio del régimen, y además con la historia reciente del caso Affiuni en su memoria, podía sentenciar a favor del lado bueno de la historia, es decir, a favor de la merecidísima libertad de Leopoldo López. Nadie.
Pero tampoco los adictos al ensañamiento y a la sevicia que hacen vida en el régimen, pudieron pensar que con el cierre de las fronteras, las incursiones en los barrios de las llamadas OLP, el caso de Guyana y otras amenazas y acciones oprobiosas en curso, podían detener el repudio de todos los demócratas del mundo que causó esa sentencia.
Si Leopoldo López había logrado antes de su detención un puesto sobresaliente en la opinión nacional que le confería atributos significativos para ejercer las más altas funciones públicas, hoy, después de una prisión injusta, sometido a un juicio que no fue juicio, a un ensañamiento brutal y a una sevicia como la que solo un régimen fascista es capaz de aplicar, Leopoldo, con el peso de esa sentencia injusta y brutal, ha pasado a ser el centro de admiración de buena parte del mundo y de la nación entera.
Nacional e internacionalmente se le defiende, y nacional e internacionalmente esa sentencia, propia de la justicia del horror, se la compara con las sentencias que mantuvieron a Mandela en Sud África y, sin ir muy lejos, a Huber Matos en la Cuba de Fidel, durante más de veinte años tras las rejas.
Para los verdugos de este régimen que por su propia naturaleza no admite disidencia de ningún tipo, nada más natural que obligar a un juez a darle con un mazo a la justicia, y mantener a Leopoldo López preso después de haberle montado una emboscada y haberlo acusado de crímenes que no cometió. Pero al mismo tiempo, estamos hablando de una sentencia que por la gruesa espesura de su vileza, nos proporciona materia para la reflexión.
Lo primero que salta a la vista es que este régimen siente un profundo desprecio por la verdad, por la opinión pública, nacional e internacional y no escatima impudicia a la hora de aplastar el estado de derecho. El caso de Leopoldo López que ocupa la atención del mundo entero desde el momento mismo de haber sido emboscado y detenido, es un ejemplo vivo de cómo un régimen dictatorial es sacudido por el miedo cuando el liderazgo democrático sin contemplaciones los pone al descubierto ante un pueblo crédulo, desinformado y manipulado como el nuestro.
A Leopoldo López el régimen le teme, le temió Chávez en su momento hasta límites que se acercaron al terror, no solo por lo que decían las encuestas que señalaban a Leopoldo López como el líder de mayor credibilidad con que contaba el país, sino por lo que le decía su instinto de líder popular, por eso lo mandó a inhabilitar con tanta furia y ensañamiento, que aumentó las lapsos de las inhabilitación a su entera conveniencia. Le temió y le teme, ahora más que nunca, con una dosis de odio inocultable, el cogollo oficialista, el mismo que valiéndose de sus colectivos le tendió la emboscada de aquel febrero que todavía late en la memoria de todos.
Y uno se pregunta faltando pocas semanas para unas elecciones parlamentarias, que el gobierno tiene literalmente perdidas de acuerdo a todas las encuestas, cuánto habría aportado a esa campaña la presencia en vivo de Leopoldo de haber sido liberado con toda justicia. Todos conocemos la respuesta pero en modo particular la conoce el régimen porque sabe que con su valentía y su capacidad de convocatoria, aun siendo víctima de un hostigamiento feroz al cual lo ha sometido el ensañamiento del régimen, Leopoldo López dejó de ser el líder de Voluntad Popular para convertirse en el líder de una nación golpeada hasta el cansancio de sus huesos por un régimen fascista, fraudulento y mentiroso.
Definitivamente la prisión de López es la pesadilla de este gobierno convertida en el tema principal de la opinión pública del mundo entero, así el régimen en cuestión invente escenarios igualmente tenebrosos como los cierres de frontera, las incursiones de las OLP y otros más con el objeto de distraer a la gente, la mala noticia para el régimen es que el espíritu de Leopoldo López está de lleno recorriendo a Venezuela.