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Venezuela es aún la mayor esperanza anti neoliberal en el mundo

No será fácil obtener un triunfo electoral que le permita al PSUV conservar mayoría de diputados en la Asamblea Nacional. La llamada guerra económica es el obstáculo principal


Jesús Silva R.

Este año habrá elecciones a la Asamblea Nacional. Como acontece desde 1998, dos proyectos opuestos compiten por el poder. Por un lado la cúpula opositora mantiene un único plan: revivir el modelo económico neoliberal e hipotecar la nación a favor de sus jefes en Washington. Esto es privatización de los servicios públicos vitales como salud, educación, vivienda, transporte pero sobre todo la industria petrolera, vale decir, la mayor fuente de riqueza nacional.

Ese proyecto neoliberal es el mismo de todas las burguesías de América Latina que se encuentran bajo los parámetros del Pacto Bretton Woods, el mismo que desde mitad del siglo pasado establece que la moneda de EEUU y las instituciones como el FMI y el Banco Mundial son quienes imponen las recetas financieras en nuestros países.

En América Latina, el neoliberalismo ha debilitado el concepto del Estado Nación ya que estando la economía privatizada en muchos países, los gobiernos popularmente electos no tienen industrias que administrar y por consiguiente no tienen ningún poder real, más allá de los formalismos burocráticos. Son entonces los capitalistas convertidos en dueños de casi todas las industrias quienes manejan la nación según sus intereses.

Por otro lado está el anti neoliberalismo o socialismo del siglo XXI fundado por Hugo Chávez. De allí nacieron sólidos principios, en función de que el Estado mantenga la administración de las industrias estratégicas de la nación (PDVSA, etc), los servicios públicos y los recursos naturales para garantizar que el poder político permanezca en los ciudadanos que eligen, controlan y revocan a los gobernantes.

En este contexto la Constitución determina que las riquezas naturales de la nación son propiedad de todos los venezolanos y en ningún caso podrán ser vendidas o privatizadas por empresarios o cualquier otro grupo de la sociedad que pretenda hacerse único propietario. Con los trascendentales cambios revolucionarios impulsados por Chávez, se contagiaron otros países como Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, entre otros.

El PSUV es el principal instrumento agitador de multitudes para impulsar la propuesta anti neoliberal venezolana. Su éxito dependerá de concretar alianzas con otros factores revolucionarios, no sólo con partidos amigos sino también con las comunidades organizadas, sindicatos, trabajadores, campesinos, amas de casa, estudiantes y los intelectuales de avanzada. Urge celebrar tantas alianzas populares como sea posible, superando sectarismos y antipatías personales.

No será fácil obtener un triunfo electoral que le permita al PSUV conservar mayoría de diputados en la Asamblea Nacional. La llamada guerra económica es el obstáculo principal.

Ahora bien, en el supuesto negado de que el movimiento socialista resultara derrotado en las elecciones, la alianza neoliberal contrarrevolucionaria manipulará la Asamblea Nacional y la Carta Magna para forzar una crisis institucional que haga inviable el funcionamiento del Estado. La hipotética mayoría anti chavista promoverá el bloqueo del presupuesto anual para la nación, la firma de tratados internacional, aprobación de nuevas leyes orgánicas, etc.

Por ahora, a falta de dos meses para la contienda electoral, el PSUV mantiene grandes posibilidades de victoria pero pudiera acumular más favoritismo si aprieta el acelerador desarticulando las mafias de estafadores que acaparan y venden alimentos y medicinas con sobreprecio. Urge producir más bienes para erradicar las colas y el bachaqueo. El viejo modelo de país rentista petrolero monoproductor ya es inviable en el siglo XXI y ya no podrá multiplicar calidad de vida para los ciudadanos. Es tiempo de emprender un rumbo más acelerado hacia el desarrollo.

Para el reimpulso económico, se extienden alianzas estratégicas con China, Rusia e Irán. Hoy más que nunca es tema de interés nacional duplicar la producción petrolera, hoy estimada en tres millones de barriles diarios. Para ello, es valiosa la ayuda de aliados internacionales como la empresa petrolera rusa Rosneft, con quien Venezuela aspira en el mediano plazo instalar una capacidad industrial que genere al menos seis millones de barriles diarios y venderlos a países solventes que, a su vez, no se metan en asuntos internos de Venezuela.

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@Jesus_Silva_R