Los problemas de las revoluciones se dan peligrosamente cuando las pequeñas burguesías fingen que hacen revolución y se apoderan de la dirección del proceso
Julián Rivas
Apenas se divisa la larga cola de la isla de Chipre, comienzan las maniobras del avión para el aterrizaje en Beirut. El mar Mediterráneo marca los bordes de esta isla. ¿Cola de Chipre? No, más bien el mapa de esa isla parece un pato, un ganso, en pleno vuelo. Eso sí, cualquier palmípedo que levanta vuelo, sin plumas, sin patas y sin cabeza.
Pienso en estas cosas en momentos cuando cualquier fuente de noticias se refiere a crímenes de guerra en el Mediterráneo Oriental, desde ese cruce de los Balcanes hasta Asia Central. Uno no tiene más que manifestar condena, con una pregunta, por qué tantos mutilados, por qué tanta cortadera de cabeza, por qué ver sangre correr. Se quiere aterrorizar a la humanidad. ¿Qué has hecho Ban Ki-moon?
Europa se asusta. Grandes oleadas humanas vuelven a tocar las puertas de Viena. Muchos piden refugio a Europa. La misma Europa que hasta hace poco fue indiferente a la tragedia. O que contribuyó al incendio. ¿Qué ha pasado? Pues, mucho. De alguna manera los refugiados son una bofetada para el europeo. Ehh tú, despierta. Hay demasiada vaina en este mundo por resolver.
Por mi parte simplemente recuerdo que quien se niega al diálogo, a ver que no solamente existen los intereses de un grupo en particular, o de una nacional, o de una corriente de partido, o del ala de una empresa, a la postre, lo agarran las consecuencias. Cuestión de tiempo.
No tengo dudas de que China y Rusia han evitado una tragedia mayor en este mundo. Sin ellos el caos sería peor. Por eso me da tristeza que algunos seudo izquierdistas quieran poner a China o a Rusia como pares del imperio norteamericano. Son situaciones distintas, y el que quiera caerse a embustes, que se caiga.
Uno reflexiona desde lo alto. Estoy tranquilo, solamente me embarga un sentimiento de culpa: No haber tenido tiempo antes de este viaje, para ir a Irapa a ponerle una flor a la tumba de mis abuelos, de esas que uno recoge en el camino. El avión maniobra. Irá a caer en Beirut, a orillas de la playa, a un aeropuerto que durante largo tiempo solo sirvió de escenario bélico.
El Líbano vivió una larga guerra, casi dos o tres conflictos internos en uno. Durante los años setenta, ochenta, era nota permanente en los diarios. Como es hoy Siria, Irak, y también Turquía. Pienso, por lo que veo hoy, que ese pueblo ha aprendido. Tiene la capacidad de neutralizar a los belicosos. Siempre amenazado, pero con sabiduría para evitar una destrucción más, que solo favorece a los imperios y sub imperios. El libanés mayoritario se gana la paz todos los días. Hay que felicitarlos.
Recuerdo en cambio que en 1988 Najibullah, el presidente de Afganistán, llevó a las Naciones Unidas una propuesta de paz. Por esos tiempos se preparaba la retirada de las tropas soviéticas de su país. Los grandes intereses de Occidente negaron la paz. Recuerdo que la India apoyaba esta iniciativa junto a los soviéticos. Europa pensaba distinto. Había que horadar a Najibullah, quitarle apoyo, comprar lealtades, minarle respaldo.
Los soviéticos se retiraron de Afganistán en 1989, y durante tres años Najibullah y su partido se mantuvieron en el gobierno. Él hizo concesiones, abandonó el marxismo, dio total libertad religiosa. En 1990 se instauró una nueva Constitución. Al mismo tiempo Najibullah promovió la paz y un Afganistán moderno, con las mujeres incorporadas al trabajo, a la defensa. Con derechos para las minorías étnicas. Ofreció la paz a Pakistán. Sirvió de poco. Para los imperios había que controlar Afganistán, reducirla. Los gringos y sus aliados reforzaron la guerra, enviaron más plata a los majaidines, promovieron la deserción de cercanos al gobierno, como el ex sindicalista del gas convertido en general Rashid Dostum. Horadaron el gobierno. Finalmente en 1992 cayó el gobierno de Najibullah, llegaron los “Caballeros de la Guerra”, y poco después los talibanes.
Esto fue un proceso, de esos que se sabe cómo se empieza pero no cómo se termina. Najibullah advirtió que esa deriva sería costosa en sangre. En 16 de abril de 1996 fue sacado a la fuerza de la sede de Naciones Unidas en Kabul, donde se refugiaba junto a su hermano durante largo tiempo. Los dos fueron torturados, castrados y colgados por los talibanes. Muchos de los espectadores de ese evento, posiblemente hayan tomado la misma medicina. Es un remolino. Que lo digan en Pakistán.
El avión es un excelente lugar para pensar. Sobre todo en esos largos viajes. O cuando uno se encuentra en aeropuertos lejanos, donde no tiene que hablar con nadie. Llega el momento en que uno se aburre del café, de los altos precios, y en medio del sueño, el jet lag, busca un rincón. O un sofá cómodo si lo encuentra. Al menos hay que pensar. Hacer algo. Mejor no dormirse.
Y les voy a decir una vaina, los problemas del mundo no son de religiones, etnias, puede haber algo de eso. Son fundamentalmente de lucha de clases. Y los problemas de las revoluciones se dan peligrosamente cuando las pequeñas burguesías fingen que hacen revolución y se apoderan de la dirección del proceso. ¡Pequeña burguesía genera burguesía, camarada! Dejen que la pequeña burguesía asuma el mando de una revolución para que vean que esa vaina se va a joder. Cuestión de tiempo. Pequeña burguesía genera burguesía. Siempre recuerdo esta advertencia de nuestros círculos de estudios en el liceo a fines de los años 70.
Robert D. Kaplan, un estudioso de la historia de la geopolítica y de la cotidianidad del mundo, agente de los centros especiales de Estados Unidos y la OTAN suele afirmar que las revoluciones se acaban con traiciones. Ja.
Nuestra historia es aleccionadora. No hay que ir muy lejos. Veamos los entretelones de la conspiración internacional contra Cipriano Castro, sobre todo desde 1909.
Ah caramba, el avión. Chipre arrastra un largo conflicto. Ese pescuezo sin cabeza pertenece a la zona que los turco-chipriotas reclaman como estado rebelde.
Me gusta Beirut. Si tuviera metro se haría realmente acreedora de la condición de capital del cielo en la tierra. Es una extraordinaria ciudad. La prefiero que a las mejores de Europa. Buscaré algún sitio donde comer alguna de esas cosas agradables que se consiguen por aquí. Luego tomaré un taxi rumbo al norte. Salud.