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José Félix Oletta: «La crisis de salud no tiene justificación alguna»

José Felix Oletta, exministro de Salud

José Félix Oletta, exministro de Salud, informó que hay 100.352 casos de malaria en el país, según registros oficiales hasta el 3 de octubre. Esta es solo una arista de la crisis de salud actual, a la que se suman la carencia de 9 fármacos oncológicos, la escasez de insumos básicos y medicamentos y una epidemia de lechina. «El ministro no habla con la verdad», asegura


Patricia Marcano

En el año 2007 el Ministerio de Salud rompió con una tradición. Después de 58 años de información ininterrumpida dejaron de publicar el Boletín Epidemiológico semanal, entre agosto y diciembre de ese año, justo cuando se desarrollaba una epidemia de dengue en el país.

Volvió a pasar en 2008, estando en curso una epidemia de parotiditis viral, lo reactivaron en 2009 pero en mayo, cuando se iniciaron los casos de Influenza AHN1, retornó la ausencia. Así ha sido desde entonces; se publica con retraso por unos meses, desaparece, vuelve a publicarse, pero ya suma 11 meses de silencio, como silenciosa ha sido la epidemia de lechina existente desde hace 18 semanas.

En ese contexto de censura epidemiológica el doctor José Félix Oletta López, exministro de Salud (1997-1999), junto a otros médicos que dirigieron el despacho sanitario, así como infectólogos, epidemiólogos y otros especialistas de sociedades médicas científicas, comenzaron a difundir la información oficial que no daba el ente rector. Ya suman 8 años a esa labor.

“La demostración más evidente de la veracidad de esos datos es que nunca han sido desmentidos, al final es lo que ocurre y se confirma. No somos profetas, estamos bien informados y cumplimos con un servicio público de divulgación médica”, asegura el especialista en Medicina Interna, egresado de la Universidad Central de Venezuela y exdirector de la Escuela de Medicina Vargas de esa casa de estudios.

«Los indicadores de gestión de los hospitales han disminuido progresivamente en los últimos 7 años»

Pero esa difusión ha ido más allá de la información epidemiológica. También, como integrante de la Red Defendamos la Epidemiología Nacional, se ha encargado de analizar documentos oficiales como las Memoria y Cuenta del Ministerio de Salud y con esa información ha denunciado la existencia de una crisis con varios flancos.

“En Venezuela el derecho a la salud tiene graves amenazas e importantes limitaciones. Primero en el acceso. Aunque el gobierno diga que construyó más de 8.000 consultorios populares, CDI y todo eso, en la práctica existen pero no siempre están operativos o tienen un déficit en la calidad”.

La cobertura de esos servicios es deficitaria, fundamentalmente en hospitales públicos, asegura Oletta. “Esa situación se ha hecho cada vez más grave. No ha sido solventada y lo sabemos porque los indicadores de gestión de los hospitales han venido disminuyendo progresivamente en los últimos 7 años”.

«Estimamos que 2015 va a terminar con 125.000 casos de malaria»

Al no haber una buena calidad de los servicios se niega el acceso a la salud, señala el especialista, y a esa limitación se suman la “destrucción” de la política de formación de recursos humanos con un sistema paralelo (Medicina Integral Comunitaria), el éxodo de especialistas calificados, el monopolio de la importación de medicinas e insumos médicos, el abandono del sistema de información y vigilancia epidemiológica, así como los cambios frecuentes de ministros de Salud, pues impiden la continuidad administrativa, detalla el especialista. En 24 meses el despacho ha tenido cuatro ministros. “La situación actual es compleja”, insiste.

¿Cómo saben que los indicadores han empeorado?

Por el estudio de las memorias y cuentas del Ministerio. Desde 2005 en adelante podemos ver en los indicadores de gestión y en las cifras oficiales una disminución del número de consultas, de intervenciones quirúrgicas, de pacientes atendidos en emergencia, de estudios radiológicos, de laboratorio y así sucesivamente. Hay un rendimiento muy deficitario y una pobre calidad en los servicios prestados. Entre 2005 y 2011 dejaron de hacerse unas 300.000 operaciones por la reducción progresiva de la cantidad de cirugías por año y eso no se ha resuelto.

¿Cuál es el foco más grave en la actual crisis de salud, la falta de medicamentos e insumos, el éxodo de médicos, la situación epidemiológica?

Es una respuesta difícil. Desde enero de 2014, desde la Red Defendamos la Epidemiologia Nacional, los exministros de Salud, la Academia Nacional de Medicina y las sociedades científicas, hemos advertido reiteradamente que estamos en el tránsito hacia una crisis humanitaria de salud.

La complejidad es tan grande que aquí hay fallas de todo. Primero los insumos esenciales. Escuchaba con dolor cómo el doctor Alexis Bello decía que después de 40 años anunciaba su última cirugía de corazón abierto porque no había más insumos. Eso habla de un retroceso importante de la calidad de los actos médicos. Esta crisis tiene un denominador común y es que nos lleva a difíciles dilemas y conflictos de orden ético.

¿Por qué lo dice?

La salud requiere la provisión de servicios oportunos, suficientes y de calidad. Si usted no lo hace a tiempo, en cantidades adecuadas y con la calidad adecuada es simplemente una caricatura de salud lo que estamos ofreciendo. La crisis está llevando a que, conociendo los procedimientos correctos, se tomen conductas que en otras circunstancias no se harían. Se están reduciendo los estándares de calidad universalmente aceptados para atender a los enfermos y eso éticamente es inaceptable. Aplicar procedimientos de hace 50 o 60 años por no tener los recursos no es lo que se aspira en una sociedad moderna, que disfrutó en el pasado de esos estándares de calidad.

«La crisis presenta un dilema ético y es a quién le doy el tratamiento. ¿Al que llegue primero, al más joven, al más viejo, al más crítico, al más débil? Eso es inaceptable»

¿Le ha tocado?

Por supuesto que sí. He tenido casos donde tenemos que hacer procedimientos que no son los ideales, por ejemplo no tenemos la capacidad, como antes, de seleccionar el medicamento que le corresponde a cada persona en forma individual, de acuerdo a su edad, a su tolerancia de los efectos secundarios o a la modalidad de su enfermedad. Si antes tenías, en un caso hipotético, 100 posibilidades de selección de antibióticos, ahora eso se ha reducido a la tercera o cuarta parte y a veces no puedes sustituir uno por otro porque depende de la sensibilidad de cada bacteria al producto.

Con el cáncer está pasando una situación gravísima y es que no hay recursos para ingresar a nuevos pacientes a un cupo de quimioterapia, tiene que fallecer un paciente para que entre otro. Eso es una situación delicada, el gobierno está comprando una cantidad limitada de medicamentos para una cantidad ilimitada de pacientes. La demanda es muchísimo mayor que la oferta.

¿Qué pasa con esos pacientes?

Ahí se presenta un dilema ético y es a quién le doy el tratamiento. ¿Al que llegue primero, al más joven, al más viejo, al más crítico, al más débil? Eso es inaceptable. Tengo que dar el mejor tratamiento y el más ajustado a las necesidades de cada paciente, individualizado. La situación de crisis nos está llevando a una asignación bajo condiciones extremas. Es como decidir a quién le damos el último salvavidas.

Esa terrible metáfora de la salud simplemente es un absurdo en un país que tiene recursos y donde usted ve cómo el Presidente, hace menos de un mes, donó a varias islas del Caribe hasta 5.000.000 de dólares para el desarrollo de proyectos en esos países y compra aviones de combate. Ese es un dinero que necesitan nuestros pacientes. No puedo aceptar que no tengan las debidas coberturas de medicamentos en forma oportuna, suficientes y ajustados a sus necesidades. A los médicos nos toca juzgar cuál es el tratamiento adecuado sobre la base de nuestros conocimientos, experiencia y evidencias científicas, usted no puede escoger el “esto es lo que hay”.

¿Han podido determinar la cantidad de personas que han fallecido al ser relegados por la crisis?

Es prácticamente imposible tener un registro de esa naturaleza. Algunos grupos lo han hecho en el Hospital J.M de Los Ríos y en el Hospital Universitario de Caracas. Pero recuerdo la crisis de radioterapia en 2013. Teníamos en el año unos 55.000 casos de nuevos de tumores. De esos, 60% o más requerían radioterapia, eso era unas 35.000 o 40.000 personas, pero la capacidad instalada alcanzaba para 19.000 pacientes.

Tenías por fuera del sistema a unas 20.000 personas a las que no podías darle oportunamente los ciclos. La crisis fue extrema porque además 80% de los equipos no estaban funcionando y hubo una merma de entre 60% y 70% de los cupos. Tanto que el sistema público comenzó a buscar cupos de radioterapia en las clínicas. Si 20.000 pacientes no podían recibir tratamiento, esa cifra gigantesca tuvo que incidir en los indicadores de salud.

¿Y actualmente cómo estamos?

No sabemos. En 2014 el gobierno informó de una nueva inversión de $ 114.000.000 para financiar la reparación de los equipos, actualización tecnológica y fortalecer la red. Una inversión mayor a la que se hizo en 2005 cuando se adquirieron los equipos. Pero no hay mayor información de cuántos repararon y cuántos están funcionando.

Lo que sí sabemos es que actualmente tenemos nueve medicamentos oncológicos en falla severa: el Topotecan, Etoposido, Carboplatino, Tamoxifeno, Anastrozol, Letrozol, Actinomicina, Mercaptopurina y Dexrazoxane. Siempre falta algo.

Malaria supera los 100 mil casos en Venezuela
Hasta el 3 de octubre el estado Bolívar sumaba 80.404 casos de malaria. De ellos, 11.850, el 14,7%, han sido identificados en otros estados

Tres epidemias juntas

¿Cuál es la situación actual de la malaria?

Llevamos 100.352 casos de malaria hasta el 3 de octubre. Eso representa 55,5% de aumento en relación con el período homologo del año anterior, cuando se habían registrado 64.541 casos. Tenemos una situación de epidemia fuera de control, especialmente en el municipio Sifontes del estado Bolívar.

La situación es muy delicada. No solo afecta a los mineros ilegales sino a todos, porque ellos viajan a Guayana provenientes de distintos estados y al regresar a su lugar de origen llevan la semilla de malaria y la siembran en cualquier parte del país donde existan las condiciones climáticas, geográficas y la presencia de anófeles, especialmente en todo el territorio nacional que está por debajo de los 800 metros sobre el nivel del mar. Solo los lugares que de mayor altura están libres de la transmisión de malaria porque no hay anófeles, como el caso de Caracas.

Pero muy cerca, en Miranda, han confirmado casos

Esa es justamente la alarma que hemos enviado, porque en sitios donde la malaria había sido erradicada hace 50 o 60 años se están reactivando focos, como el caso del municipio Brión de Miranda, donde está Higuerote.

De los 80.404 casos que se han producido hasta el 3 de octubre en Bolívar, 11.850, el 14,7%, han sido identificados en otros estados. Hay un fenómeno de dispersión importante de casos de malaria y está ocurriendo en este momento. Guárico tenía 1.973 casos importados de Bolívar hasta el 3 de octubre, Apure 1.602, Amazonas 1.230, Anzoátegui 1.013, Monagas 1.161, Sucre 511, Zulia 338 y Carabobo 479. A Distrito Capital han llegado 310 personas con malaria adquirida en Bolívar.

¿Desde cuándo Venezuela no tenía 100.000 casos de malaria?

En ningún momento, desde 1938 que existen estadísticas epidemiológicas, tuvimos registros de esta magnitud. Revisé cuidadosamente los registros oficiales y nunca hubo algo parecido. Claro, antes de 1936 uno de cada tres venezolanos tenía malaria; eso era 1.000.000 de personas y la mortalidad era altísima. Pero el doctor Arnoldo Gabaldón logró liberar en 20 años, con 96 cuadrillas del equipo de Malariología, 470.000 Km2 azotados por la enfermedad. Estimamos que 2015 va a terminar con 125.000 casos de malaria.

«Estimamos que la cifra real de afectados por chikungunya durante la epidemia estuvo entre 7,5 millones y 11 millones de venezolanos»

¿Qué otras epidemias circulan actualmente?

Llevamos 18 semanas con un brote epidémico de varicela o lechina, van 44.021 casos y vamos a superar las 50.000 notificaciones este año; eso está por encima del canal endémico esperado. Esta epidemia es un riesgo para los niños de 1 a 5 años, para las personas inmunosuprimidas por enfermedades crónicas o que reciben quimioterapia. Si no tuvieron la enfermedad anteriormente tienen un riesgo muy alto de que desarrollen una forma severa e incluso morir.

¿Y el dengue y el chikungunya?

El dengue ha mostrado un ascenso progresivo en las últimas ocho semanas, pasando de 300 y 400 casos a 1700 por semana. Eso nos lleva a 6.000 u 8.000 casos por mes y es un patrón epidémico. Lo estamos viendo en Apure, Bolívar, Amazonas, algunos estados andinos, Aragua, Distrito Capital y estados centrales. Está en toda Venezuela, van 27.142 casos.

El chikungunya viene en descenso progresivo. La epidemia comenzó en junio de 2014, alcanzó un pico en octubre y en noviembre comenzó a bajar. Pero aún está activa y se notifican de 25 a 30 casos por semana. Uno tiene que estar alerta porque no sabe cuál puede ser el comportamiento de estas enfermedades. El año pasado el chikungunya produjo la epidemia febril más importante de los últimos 40 años, con más de 2.300.000 casos de fiebre.

Lo asombroso es que en los boletines del ministerio no aparece ni una cifra referida a chikungunya hasta el último boletín publicado en 2014. Ese año finalizó con unos 172.000 casos y a la OPS le notificaron 36.000, de modo que las cifras que presenta Venezuela a organismos internacionales están viciadas. Actualmente van 14.103.

Pero por cada caso notificado suele haber otros no reportados. ¿Cuántos venezolanos se enfermaron realmente?

Tomando en cuenta lo ocurrido en otros países que nunca habían sufrido la enfermedad, se tenía que por cada caso notificado existían 2 y hasta 3 positivos no notificados. Por eso nosotros estimamos que la cifra real de afectados por chikungunya durante la epidemia estuvo entre 7,5 millones y 11 millones de venezolanos, hasta la tercera parte de la población. Por eso la falta de transparencia y opacidad no contribuyen para nada. Esto no fue un trapo rojo, fue un grave problema de salud que no fue atendido como se debía. No tenemos información sobre el número de fallecidos.

Patricia Marcano
Oletta asegura que en lugar de construir nuevos hospitales la prioridad debe ser optimizar los existentes

Crisis injustificable

¿Cómo evalúa la gestión del actual ministro de Salud?

Pobre, extremadamente pobre porque es un ministro que no habla con la verdad. Habla de que hay garantía completa de medicamentos esenciales y eso no es verdad. Yo, como médico en ejercicio de la profesión, haciendo mi trabajo todos los días, soy testigo de las penurias que pasan nuestros pacientes para conseguir cualquier tipo de medicamento. Los principios activos no están llegando a la gente.

Las personas que requieren penicilina benzatínica para tratar la sífilis no la consiguen. Hicimos un análisis de los medicamentos que se usan para las infecciones de transmisión sexual y de 10 enfermedades 8 no disponen de los principios activos fundamentales de primera elección, y de ellos la mitad no dispone de los medicamentos ni de segunda ni de tercera elección. Si usted tiene sífilis en este momento no va a encontrar penicilina benzatínica. El gobierno no puede importar por sí solo todos los principios activos.

¿Por qué no?

Porque el Gobierno es muy incompetente en los mecanismos de importación de productos de calidad y en la distribución. Lo que quiere es tener el monopolio de la importación, distribución y en general de todo el circuito farmacéutico de Venezuela. El sector privado no puede importar porque además de las trabas el gobierno no ha honrado la deuda con proveedores extranjeros. Aquí hay un tema de toma de decisiones.

Lo más sensato y la acción de un buen gobierno sería cubrir las necesidades de la población, que comienzan por los alimentos y medicamentos. Si no se toma en cuenta esta escala quiere decir que no se está haciendo un buen gobierno. ¿Cómo podríamos afrontar una situación extrema de salud como las lluvias de 2010, un deslave o un terremoto en las condiciones actuales de escasez?

«La población aumentó tres veces y la cantidad de camas operativas se redujo tres veces»

¿Cuál es la diferencia entre esta crisis de salud y la que existió en los 90, donde también había déficit de insumos?

Aquella crisis se dio en una situación de carestía, de dificultades económicas importantes, de debilidades institucionales que sin duda hay que reconocer. Faltaban insumos pero se hacía un esfuerzo gigantesco, la gente podía hacer reclamos, se intercambiaban ideas, se recibían a los colegios médicos. El hecho de que hubiera limitaciones de recursos no significaba que no hubiera una actitud responsable de asumir las dificultades.

Pero aquí no hay justificación alguna cuando Venezuela dispuso de la mayor cantidad de recursos para dotar hospitales, tener insumos y medicamentos esenciales. Tuvieron tiempo suficiente para formar a nuevas generaciones y estimular a los profesionales altamente calificados para que se quedaran en Venezuela, para crear condiciones ideales para una remuneración digna. En su lugar descalificaron a los médicos, los declararon casi enemigos, crearon condiciones inhóspitas y un sistema paralelo. Así no se puede desarrollar un sistema de salud de manera armónica.

¿Hay suficientes camas para atender a la población en el sector público?

La Memoria de 2013 hablaba de 24.000 camas operativas y la de 2014 indicaba 19.000. Sabemos que en cuidados intensivos había 50% de insuficiencia y eso se transforma en un nudo crítico. En un estudio que hicimos en 2012 hallamos que para mantener el estándar del país necesitábamos más de 30 camas por cada 10.000 habitantes. Esa era la cifra en 1964. En 2009 llegamos a 9 camas por 10.000 y con todo lo que se ha hecho en los últimos años no llegamos a 14. La población aumentó tres veces y la cantidad de camas operativas se redujo tres veces.

¿Hace falta construir más hospitales?

El tema no es construir nuevos, es que funcionen bien los que existen porque con qué personal funcionarían los nuevos, si los que existen no tienen recursos humanos. Sería una locura, un esfuerzo gigantesco para llevar personal a los antiguos y a los nuevos. En lugar de construir nuevos hay que descentralizar, los hospitales no pueden depender de Caracas. La recentralización de los servicios públicos de salud es uno de los grandes errores que comenzó entre 2008 y 2009. Eso hace más ineficiente el sistema y más ineficiencia es más injusticia en salud.

«No podemos aceptar una mala medicina para la totalidad de las personas ni una mala medicina para un grupo de personas»

¿Hay suficientes médicos en el país?

Definitivamente no tenemos suficientes médicos calificados en el país. Y no estoy incluyendo a los médicos integrales comunitarios o MIC porque con ellos habría que hacer una evaluación minuciosa de sus competencias. Ellos no están capacitados para atender a los pacientes en áreas hospitalarias, lo digo con toda certeza, no están capacitados para atender en el área obstétrica, pediátrica, de emergencia, cuidados intensivos o en la conducción de hospitalizados. No han adquirido esas competencias. Yo no me atrevo a dejar a un hijo o a un nieto en manos de los MIC ni de los cubanos, y si no lo quiero para mi familia tampoco lo quiero para los demás. Todos debemos contar con los mismos estándares de calidad.

¿Qué se debe hacer para salir de la crisis de salud actual?

Cambiar el gobierno, porque mientras el gobierno mantenga sus prioridades fuera de las prioridades de la sociedad y de lo que se le reclama todos los días, y no reflexiona, no rectifica sus errores ni permite que otros se lo digan, simplemente por ahí la crisis no tiene solución. Lo primero que tiene que haber es una rectificación y aplicar el sentido común. No podemos aceptar una mala medicina para la totalidad de las personas ni una mala medicina para un grupo de personas. Tiene que ser una excelente medicina para todos.


El último en enterarse

José Félix Oletta López, profesor jubilado de la Facultad de Medicina de la UCV, fue ministro de Salud durante 23 meses, entre 1997 y 1999. En ese lapso recuerda haber afrontado una situación crítica: una epidemia de fiebre amarilla en Amazonas, con nueve casos en indígenas yanomamis tras 17 años sin la existencia de esa enfermedad en el país. “Le comuniqué al Presidente lo que estaba pasando y me preguntó qué iba a hacer. Le dije que había que informar. Él me pidió que me dirigiera al área de prensa de Miraflores y dijera lo que tenía que decir, y así fue. Lo mismo nos tocó con unos casos de cólera en el mercado de Quinta Crespo; dimos la información sin problema y junto al alcalde, que era Antonio Ledezma”.

Pero además recuerda que en esos 23 meses mantuvo una costumbre adquirida desde la primera semana. Le pedía al director de Epidemiología, Rafael Borges, sacar 30 copias del boletín epidemiológico semanal y repartirlo en las redacciones de los periódicos, televisoras y radios, “y que el último boletín me lo entregara a mi. Eso era los jueves. Los medios recibían antes que el ministro la información epidemiológica y así yo no tenía ninguna tentación de censura de ninguna clase. Así se mantuvo, jamás se censuró nada”. A su juicio la decisión tomada hace 11 meses, y que se mantiene, de no difundir los boletines epidemiológicos responde al “miedo a la verdad”. “Los boletines muestran las debilidades del sistema”, sentencia.

Quizás por esa práctica Oletta forma parte del equipo de especialistas que desde hace 8 años difunde la información que se filtra de los boletines y que ha divulgado 569 informes, entre alertas epidemiológicas semanales, noticias, notas breves y técnicas. El 15 de octubre fue reconocido por la Academia Nacional de Medicina con el premio Francisco Antonio Rísquez, por el trabajo de divulgación médica realizada en estos años.


Si quieres contactar al autor de esta historia, escribe a: patricia@larazon.net