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El 6D o la hora de la verdad

Elecciones parlamentarias Venezuela 6D

Nadie en su sano juicio a estas alturas del juego puede estar seguro de lo que aquí va a suceder


Rubén Osorio Canales

No sé si para todos pero sí para la gran mayoría que, según las encuestas ronda el ochenta y seis por ciento de la población, faltando un mes, las elecciones parlamentarias se perfilan como el evento más trascendente de estos últimos años porque al final de esta larga lucha todo habrá de decidirse entre la imposición de un régimen castro estalinista totalitario y la democracia; entre el abuso sin límites, el desprecio y la arbitrariedad como norma de mando y el estado de derecho; entre el irrespeto y el desprecio continuado hacia todo un pueblo, y el respeto y tolerancia a la disidencia, al diálogo y a la mejor convivencia.

Sin embargo y a pesar de que con este régimen todo es predecible, nadie en su sano juicio a estas alturas del juego puede estar seguro de lo que aquí va a suceder desde este mismo momento hasta los días que siguen después del 6D porque el escenario está sembrado de nefastos anuncios hechos por un régimen que no cree ni en la pulcritud, ni en el decoro y menos aún en la democracia incluida en ella, por supuesto, el voto castigo.

Quien no haya advertido que el régimen, consciente del descontento popular gracias a sus engaños y burlas continuadas contra un pueblo que en ningún caso las merece, ha tomado todas las medidas necesarias para, impedirlo y ponerle un punto final a las apariencias democráticas hasta ahora permitidas con mucho cálculo, está viviendo en un mundo de ilusiones que ni al más lunático de los inocentes se le hubiese ocurrido.

“O el gobierno permite que la democracia funcione, o la sociedad venezolana entrará en una fase de descomposición y caos»

Un propósito totalitario como el que habita en la mafia gobernante, nunca deja sin atar hasta el más mínimo hilo de poder sin importar su naturaleza. Quienes hoy en este país, sometido por Dios a un largo infierno o a una despiadada penitencia, lucen tan aferrados a los privilegios que le otorga un poder mal ejercido, se han esmerado en eso de reforzar sus malos pensamientos con las herramientas más despreciables del fraude para lograr sus propósitos.

Por eso es bueno recalcar que mientras el pueblo entero ha estado padeciendo a diario todas las penurias que el régimen le obsequió con todas sus pésimas decisiones, y la alternativa democrática se internaba por los caminos del entendimiento para tratar de lograr una unidad que, aun cuando imperfecta, es siempre una unidad, la insaciable perversidad del régimen, a la manera de un topo perverso, no solo se ha dedicado a llenar el aire de incertidumbre, de trapos rojos para la distracción, de actos y discursos para fomentar la abstención siempre en el marco de la teoría del miedo, de amenazas a veces descabelladas, como esa de no reconocer un triunfo de la oposición, o la de montar “para profundizar la revolución” una dictadura cívico militar, sino que tanto en la superficie como en el subterráneo, ha seguido labrando el fraude con perversa acuciosidad controlando de manera absoluta el CNE, manteniendo activa la fábrica de cédulas de identidad, manejando a su leal saber y entender el registro electoral, ajustando los circuitos electorales para su propio beneficio, controlando con las capta huellas quien ha votado y quien no, la falta de observadores internacionales, el uso pleno de los recursos del Estado, el control de los cuerpos de seguridad y de los restantes poderes del Estado, la insuficiencia de testigos de la oposición y un larguísimo etcétera donde caben toda la perversidad que se pueda imaginar de un régimen castro estalinista.

«A partir del 7D el país será otro»

Pero por favor que no cunda el pánico. Es bueno recordar que todas estas herramientas del mal las tuvieron las dictaduras militares en nuestro continente, el poder estalinista en la cortina de hierro, los propiciadores del apartheid africano, y sin embargo todos cayeron y tuvieron que ceder ante la decisión de pueblos dignos que lograron imponer los valores de la libertad y la democracia.

Todos ellos cada uno a su manera juraron mantenerse en el poder “como sea” y con ello salvar su pellejo. También ellos dijeron “No entregaremos el poder”, sin embargo vimos como fueron sustituidos por demócratas que enderezaron el rumbo sus respectivas naciones.

Coincido con la visión de muchos según la cual a partir del 7D el país será otro porque “o el gobierno permite que la democracia funcione, o la sociedad venezolana entrará en una fase de descomposición y caos solo comparable con la desintegración de naciones en una guerra civil”. Y en ese escenario solo hay que decir: Dios nos libre y nos agarre confesados.