El hombre nuevo de la “robolución” dista mucho de los ideales románticos y utópicos de los grandes pensadores revolucionarios del siglo pasado
José Rafael López Padrino
Desde su llegada al poder la revolución bolivariana de pacotilla se ha empeñado no tan solo en la salvación del planeta (Plan de la Patria), sino en la creación de un “supuesto hombre nuevo” orientado a la superación de la ética del capital y a la configuración de una nueva moral colectiva.
La creación del hombre nuevo bolivariano se ha fundamentado en la glorificación del crimen, de la corrupción, del servilismo, de la genuflexión, del narcotráfico y fanatismo militarista. Ese es el hombre nuevo, el eunuco, acrítico y forajido que conceptualizó e impulso su desarrollo el insepulto teniente coronel y que ha continuado el iletrado enciclopédico de Maduro.
Exponentes del hombre nuevo -con boina y franela roja- lo encontramos desempeñando altos cargos ministeriales, en la Fuerza Armada Nacional, en el poder legislativo y judicial, en la nomenclatura bolivariana, dirigiendo al movimiento laboral y a los sindicatos, formando parte del círculo intimo familiar de la pareja monárquica que desgobierna al país. Constituyen la columna vertebral del estiércol del facho-narco-chavismo.
Es un secreto a voces como decenas de funcionarios del régimen, del PSUV o familiares de la élite bolivariana se han visto envueltos en asesinatos, casos de corrupción, blanqueo de capitales, así como de narcotráfico.
Basta con recordar a los pistoleros y asesinos de Puente Llaguno, elevados posteriormente a la categoría de héroes de la revolución por el propio tte coronel, igualmente las acciones criminales de los paralumpen bolivarianos (colectivos armados) durante las protestas estudiantiles del año 2014, las cuales fueron glorificados por la sinvergüenza de Iris Varela al considerar a dichos colectivos como el «pilar fundamental para la defensa de la patria».
«lo que han creado es un sujeto delincuencial lleno de odio y violencia, servil y sumiso, corrupto y mafioso, legitimador de capitales y narco-traficante»
Igualmente, el caso de Yorman Pedro Márquez Rodríguez -conocido como Gordo Bayón-, “abnegado y revolucionario sindicalista”, quien había participado en un homicidio en el año 2012 y en varios atracos en el estado Bolívar, además había sido detenido en distintas ocasiones por portar armas ilegalmente, y sin embargo, estaba libre y además participaba en las discusiones sindicales que se realizaban en el Palacio de Miraflores.
Otro buen ejemplo de la nueva ética del nuevo hombre bolivariano fue el caso de Carlos Eduardo Trejo Mosquera y José Rafael Pérez Venta patriotas cooperantes (sapos bolivarianos) involucrados en el asesinato y descuartizamiento de Liana Aixa Hergueta y cuyos testimonios fueron utilizados para imputar a Araminta González por complicidad en un supuesto plan desestabilizador para elaborar explosivos.
Una muestra más de la “ética bolivariana” ha sido el escándalo de los miles de millones de dólares que se lavaron en la Banca Privada de Andorra (BPA) y que al final dejó al descubierto los nombres de dos asesores del exministro de Economía y Finanzas, Nelson Merentes (actual presidente del Banco Central de Venezuela); Tulio Antonio Hernández Fernández (con antecedentes por tráfico de heroína) y Gabriel Ignacio Gil Yánez (quien estuvo preso por intento de robo de aeronave) ambos portadores de pasaportes diplomáticos, credencial que usaron para legitimar capitales de dudosa procedencia, de acuerdo con documentos oficiales de la Policía de Andorra.
Otra ejemplo de la nueva “ética fachobolivariana” ha sido la asociación de Miriam Morandy (comadre de la primera combatiente), magistrada de la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia con el narcotraficante Richard José Cammarano Jaimes, solicitado por dos tribunales de Caracas por el delito de tráfico internacional de drogas. Otra prueba de la configuración de una nueva moral colectiva bolivariana ha sido la detención por cargos de narcotráfico del general Hugo “El Pollo” Carvajal, y hoy candidato a la Asamblea Nacional del PSUV por el estado Monagas y las acusaciones contra Diosdado Cabello, el general Néstor Reverol jefe de la Guardia Nacional, el general Luis Motta Domínguez ministro de Energía Eléctrica y al gobernador de Aragua y exministro de Interior y Justicia, Tareck El Aissami de estar igualmente involucrados en el trafico de drogas.
Más recientemente hemos visto el caso de los narcosobrinos de la primera combatiente Franqui Francisco Flores de Freitas y Efraín Antonio Campo Flores detenidos y acusados por supuestos delitos de narcotráfico, ante lo cual el régimen ha guardado un mutis total y los cínicos defensores del Estado forajido bolivariano han recurrido al exabrupto de negar el parentesco con la primera combatiente (Tania Díaz), de calificarlo como de secuestro en contra de dos indefensos ciudadanos (Cabello), o de infamia contra la pareja presidencial (Mario Cloaca Silva).
El hombre nuevo de la “robolución” dista mucho de los ideales románticos y utópicos de los grandes pensadores revolucionarios del siglo pasado, lo que han creado es un sujeto delincuencial lleno de odio y violencia, servil y sumiso, corrupto y mafioso, legitimador de capitales y narcotraficante.