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Tiempos difíciles, tiempo promisorio

Pueblo chavista

Hay una dirección política en el proceso abierto en 1998 a la que se le ha agotado el discurso. Luego de la muerte de Hugo Chávez esto inquieta a las mayorías


Julián Rivas

Estos son tiempos de definiciones. El imperialismo ataca y apuesta a unas proyecciones electorales favorables para sus serviles en Venezuela. Una cosa positiva ocurre en Venezuela: el pueblo quiere la independencia nacional. Las mayorías. Lo electoral no es capaz de medir esto que nuestros libertadores ganaron en los campos de batalla hace 200 años.

Una de las cosas que actúa en contra de la oposición (de la MUD, para ser más preciso) es que tiene un déficit de patriotismo, para decirlo tal como le gusta a Timoteo Zambrano. Timoteo, tú no eres feo, tú lo que tienes es que…

Es importante el análisis revolucionario. Cierto es que en contra de la dirección política oficialista hay un percepción de la cual los gringos se aprovechan: se ha ralentizado el proceso de cambios iniciado en 1998.

La fuerza telúrica, determinante, revolucionaria, está en el pueblo venezolano. Claro que el pueblo pela los ojos, le entra el desconcierto. Si el pueblo ve que un gobernador o alcalde hace lo que le da la gana, o que nombran a sus mujeres, queridas o jevos candidatos a cargos de representación, lo menos que va a ocurrir es que entre en desconfianza. Entonces, no pregunten por dónde le entra el agua al coco. Las mayorías son expresión del soberano.

Hay una dirección política en el proceso abierto en 1998 a la que se le ha agotado el discurso. Luego de la muerte de Hugo Chávez esto inquieta a las mayorías.

Y por supuesto, el discurso tiene que ser democrático-revolucionario. Lejos de nepotimos, vicios y veleidades. Que cada quien haga con lo suyo, lo muy personal, lo que le da la gana, pero que no comprometa la soberanía nacional. Y menos el Presupuesto de la República. Que no se vistan de rojo los que no lo son.

Los gringos atacan porque tienen un termómetro. Ellos creen que es el momento, y van a aumentar la gritería. Ven la dispersión y creen que es la coyuntura ideal. Hay descrédito. Gobernadores panzudos y arbitrarios. Ausencia de papel sanitario. Los malandros andan alzados. La moneda no alcanza. Mucho patiquín manda más que un dinamo. Y hay malestar hasta en las corrientes revolucionarios, crece la disidencia.

Por eso los gringos aprietan duro. Hasta desempolvan la Carta Democrática. Los resultados de Argentina les dan un fresquito. A Lula y Rousseff los tienen contra la pared. Of course. Timoteo celebra. Timoteo, tú no eres feo, tú lo que tienes es que…

En todo caso, todo tiempo duro, de crisis, abre posibilidades revolucionarias. Hay que apostar por Venezuela. Nuestro primer partído se llama Venezuela. Caballeros, hay que profundizar la revolución, limpiarla de agua colonia y colores rosaditos día de las madres.

Los malvados gringos con todo su stablishment se preparan para hacer de Venezuela un campo de batalla, con repercusiones globales. Así son ellos, son imperialistas. Si tienen dudas, los invito a ver CNN, la televisora gringa.

Quien no quiera ver las cosas desde esta perspectiva, lo invito a comer bagre guisado en el Golfo de Paria, con bola e’ plátano, Ron Paujil, el pajarito y música de Lupe y Polo.

¿Cómo está el cerro Toya? Uh, muchachonas, aprieten duro. Ese cerro está más resbaloso…

Hagamos la revolución, no hay otra.

DE NUEVO LA ECONOMÍA

Venezuela es un país grande, extraordinario. Debemos agradecer a Dios haber nacido en esta tierra de gracia. No hay pretensiones excepcionalistas en estos comentarios. Lo excepcionalista se lo dejamos a los gringos, para que se jodan y la humanidad los deteste.

En Venezuela los neoliberales andan extasiados. Calma. De verdad sorprende ver a un señor nada liberal, más bien monopolista, el dueño de Polar, ofreciéndose como un ejemplo. Señores, no hay nada ejemplar en la conducta empresarial del principal monopolio privado de alimentos y bebidas en Venezuela. Claro que ha engañado a mucha gente, principalmente a aquellos que le dieron miles de millones de dólares para que importara insumos y luego vendiera como quisiera. ¿Así, quién no?

En una economía que hace medio siglo fue pequeña, quizás pudiera explicarse el rol de este monopolio. Pero la experiencia adquirida y la pretensión de construir otro modelo de sociedad debió servir para que la burocracia le diera un parao a este señor Polar. No ha ocurrido.

La economía venezolana sigue siendo modesta en dimensión. No es igual un monopolio en una economía pequeña que en una grande. Por ejemplo, en Estados Unidos hay varias empresas grandes en el campo de los alimentos: Monsanto, Cargill, Delmonte y otras. Todas explotan a sus trabajadores, están envueltas en polémicas y juicios tanto al interior como fuera de Estados Unidos. Pero investigan un poco más. ¿Qué investiga Polar? Acaso, cómo cuadrar cuentas con el Fondo Monetario Internacional y la vida de los peloteros grandeligas. Hay estudios de cómo poderosos intereses se apropian de la cultura de las clases subalternas.

Es curioso, muchas de las cosas malas que expresa Polar en Venezuela, fueron analizadas en Estados Unidos por John Galbraith en 1950. Recordemos su pequeño libro “Capitalismo Americano”.

Históricamente Polar no quiere competencia en Venezuela. Para hacer lo que le da la gana. Se ha manejado en un mercado de número reducido. Ahora es un mercado algo mayor. Pero Polar en este momento actúa en un marco más amplio, ingresando a mercados de países vecinos. A la empresa del oso le ha encantado el cuadro político favorable. Ahora aspira el gobierno para ver si aprovecha más la integración regional. Por eso las poco ortodoxas implicaciones políticas del señor Mendoza.

Galbraith sostiene que ante un fuerte vendedor debería existir un fuerte comprador. Esa es tarea social urgente, que los ciudadanos se defiendan y que la defensa de los consumidores tenga forma entre los ciudadanos organizados. Interesante que en nombre del socialismo se aplique este punto de vista. Para eso debería servir un gobernador o un alcalde y no para estar buscando cargos de representación a sus consortes o arrejuntes.

Galbraith también advierte que la inflación no solamente afecta a los gobiernos en las “sociedades democráticas”, sino también a la producción. En Venezuela, lamentablemente, el dinero sirve, sobre todo, para el drenaje de divisas. Ojo, señor Mendoza, no crea que usted se las sabe todas.

Es necesario crear una economía productiva, revolucionaria. Eso es posible. Debemos tener un plan de producción en Venezuela. Pero, por favor, veamos con quienes lo hacemos. No sigamos dejando la “producción agrícola” de los Llanos al grupito de vulgares copeyanos de Mantecal, por ejemplo. Revolución en la revolución con el pueblo trabajador. Más nada.