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El comienzo y el fin

La reinstitucionalización de los poderes públicos al servicio y beneficio de los ciudadanos debe ser el norte de la próxima Asamblea Nacional


Tamara Sujú Roa

Los últimos días han sido de gran crispación para todos los venezolanos. El ambiente preelectoral ha sacado lo peor que hay en el baúl del madurismo para tratar de exacerbar los ánimos del chavismo y conseguir votos, ante la realidad que se les presenta con el gran descontento de la población, reflejado en los números que han sido publicados en todas las encuestas. La gente quiere un cambio inmediato de rumbo, de gobierno, y además reconocen que quienes tienen la responsabilidad por el desabastecimiento, la inseguridad, la inflación, el alto índice de pobreza y la ineficiencia de los servicios básicos son los que están en el poder.

Meter miedo e intimidar es la táctica. Decir que si pierde el madurismo no habrá paz —porque quien está en la silla de Miraflores es Maduro— es el lema, y decir que se lanzarán a la calle con el pueblo y los militares es la supuesta acción. La realidad es que ya no intimidan, porque ese pueblo del que tanto hablan lo han perdido, harto de la ineptitud que han demostrado durante 16 años para gobernar, harto de que los traten como animales de corral, a los que le tiran migajas para alimentar y harto de que lo mantengan acorralado para que no se descarrilen, con discursos amenazantes y llenos de odio que como perros rabiosos, los acosa en la puerta de su hogar. Por años, los venezolanos han luchado por sus libertades y esto implica, la libertad de decidir desde qué quiere comer hasta por quién quiere votar. El chavismo-madurismo ha pretendido secuestrar estas libertades, y ejemplo de ello, es arrastrar a la gente de sus casas —previamente identificados— para exigirles votar bajo amenaza de perder sus puestos de trabajo o alguna misión, y el voto «asistido», mecanismo usado para vigilar por quién está votando la persona.

Que los demócratas ganen estas elecciones parlamentarias es el comienzo de ese cambio que los ciudadanos están pidiendo a gritos. Es necesario que en el parlamento se vuelvan a discutir leyes sobre seguridad ciudadana, seguridad jurídica en materia económica, social y laboral, y se llame a botón a funcionarios que, hasta ahora, han detentado cargos públicos sin rendir cuentas sobre sus actos y sobre todo que se investigue en qué se han gastado el dinero de todos los venezolanos. Cuentas claras que este régimen nunca ha querido mostrar. El oficialismo transformó la Asamblea Nacional en la tarima show para que sus focas aplaudieran cuando les tiraban los peces. Las arbitrariedades que ahí se han cometido cuentan desde el desaforo de su curul de la diputada María Corina Machado hasta el golpe institucional de diciembre 2014, cuando se renovaron cargos en las Instituciones del Estado sin el quórum requerido como manda la constitución.

Por esto, va a ser muy interesante para todos los venezolanos escuchar de la boca de sus propios protagonistas, por ejemplo, como y por qué se otorgaron dólares de Cadivi a empresas de maletín, lo que ocasionó la fuga de más de 25 mil millones de dólares al extranjero; qué ha hecho el Ministerio de la Salud con el presupuesto para los hospitales públicos; qué ha hecho el Ministerio de la Electricidad y por qué ha fracasado; qué ha pasado con el Ministerio de Infraestructura y las supuestas obras de desarrollo de autopistas y carreteras del país; qué pasó con el dinero que se otorgó para hacer del río Guaire un medio navegable y apto para el disfrute de los caraqueños; cuál es la situación actual de las empresas y fincas confiscadas por el Estado y cuál es su productividad; quién debe y hacerse responsable de la deficiencia de las viviendas otorgadas por el Plan Vivienda y el sin número de obras paralizadas.

Las leyes habilitantes otorgadas al ejecutivo han servido para que el hemiciclo sede del poder legislativo se transforme en poltronas de guapos y apoyados premiados, que nada saben de leyes y de parlamentar, pero sí saben como usar la inmunidad para ofender y maltratar a quienes tratan de ejercer sus funciones y representar a quienes los eligieron. La nariz rota de Maria Corina Machado, los ojos morados de Julio Borges y otros golpes propinados a diputados de la oposición, que son considerados lesiones graves y leves en el código penal, no tienen al día de hoy ni siquiera una palabra de rechazo por parte del sector oficial.

En la Asamblea Nacional se han presentado cuatro proyectos de Ley de Amnistía y Reconciliación Política que han sido engavetados. Una amnistía sería la primera muestra de buena voluntad para esa reconciliación que tanto necesitan los venezolanos y los diputados del oficialismo ni siquiera han permitido asomarla como posible discusión. Y no lo han hecho porque como en todo régimen no democrático, ellos necesitan uno o varios culpables para tapar sus propios desaciertos, sus arbitrariedades y abusos de poder, su ineficiencia y su mal gobierno. Para ello, acuden a la típica estrategia de los gobiernos comunistas de simular los enemigos externos que son los que tienen la culpa de cuanto pasa en el país, las continuas acusaciones sobre golpes e intentos de magnicidios que nunca han podido probar, pero que les ha permitido acusar e incluso encarcelar, a alcaldes y líderes de la oposición, a jóvenes y líderes estudiantiles, a miembros de la sociedad civil e incluso a oficiales de la FANB y miembros de las ONG de DDHH, hoy puchimbol de boxeo del gobierno.

Venezuela puede cambiar. Hoy puede ser el comienzo de ese camino que como sociedad debemos tomar para regresar al estado de derecho y de justicia. Y puede ser el fin del secuestro del principal sitio de debate, donde debe ejercerse la democracia, con respeto y tolerancia y que ha sido usado para todo, menos para el ejercicio democrático y el debate de ideas. Es la Asamblea Nacional la Venezuela chiquita, ejemplo de aquello que dice: «donde cabemos todos» como siempre lo fue. Recordando siempre que no hay paz sin justicia, pero tampoco puede hacerse justicia si no hay instituciones fuertes e independientes para aplicarla. La reinstitucionalización de los poderes públicos al servicio y beneficio de los ciudadanos debe ser el norte de la próxima Asamblea Nacional. Que nadie se quede sin ejercer su derecho al voto. El país lo pide a gritos. Desde afuera, somos miles los venezolanos que con mucho pesar no podemos cumplir con este deber ciudadano hoy, pero le pedimos a nuestros compatriotas en Venezuela, que tienen este 6 de diciembre el poder de iniciar el cambio, que lo hagan pensando en una mejor Venezuela, incluyente, tolerante, solidaria, de progreso y bienestar para todos.