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No confiarse es clave para la victoria de hoy domingo

“De lo que se trata hoy domingo es de arrollar, colapsar, abatir y derrotar la que llamo la primera ‘dictadura electoralista’ del continente”


Manuel Malaver

Lo que debería suceder de sorprendente al final de las elecciones de hoy domingo, no es tanto que la oposición gane con una mayoría holgada —que ha sido el resultado de otras veces– sino que le imponga la victoria al madurismo.

En este orden, “confiarse” de que una avalancha de votos, más la certeza que cunde a nivel nacional e internacional de que, tanto Chávez, como sus sucesores, se impusieron a punta de adulterar porcentajes y prostituir el voto son suficientes para contener la adicción al fraude de una dictadura neototalitaria es tan ingenuo como creer que Stalin, Hitler, Mao o Fidel Castro hubiesen aceptado resultados electorales en su contra.

Aclaro que no estoy comparando las cataduras de los cuatro personajes mencionados con la de Chávez y Maduro, porque, ni nacieron en el mismo tiempo, ni en las mismas coyunturas, pero no asimilar su compartido irrespeto a la ley, como un rasgo distintivo, tampoco es hacer honor a la verdad.

Yo diría que Chávez y Maduro trasladaron las guerras a sangre y fuego por el poder de los dictadores del siglo XX al plano electoral, y que es, adulterando elecciones, robando votos, y maquillando resultados como se convirtieron en los dictadores prototipos del siglo XXI.

Quiere decir que, de lo que se trata hoy domingo es de arrollar, colapsar, abatir y derrotar la que llamo la primera “dictadura electoralista” del continente —y quizá del globo— una que se legitima comprando votos a través de un furioso clientelismo político, y anulando, escamoteando y robando los votos de la oposición con la incautación de un poder electoral, cuyo personal y directivos son causas eficientes de la dictadura.

En el clásico, “La rebelión de las masas”, el irreemplazable, José Ortega y Gasset, consigna “que la república romana” empezó a caer según “fue corrompiéndose el sistema electoral”, y es que, en manos de autoritarios, corruptos y delincuentes, las elecciones también pueden servir para introducir o perpetuar dictadores.

Por eso, tanto como llevar a votar a millones de venezolanos contra un sistema o modelo que solo reina en la destrucción, la miseria y el crimen, es necesario defender cada voto, no permitir que pasen las trampas, corruptelas y perversiones de siempre, de modo que, todo el país audite cada acta, cada conteo, cada voto, e insista en la apertura de las cajas y, solo así, autenticar los resultados.

Anotemos que sería ingenuo pensar que el chavismo-madurismo no ha estudiado en frío las características de estas elecciones, que no ha analizado sus ventajas y desventajas, así como aquellas con que la oposición vendría a hacer efectiva la mejor oportunidad de arrasar con que ha contado hasta ahora.

Igualmente, que no esté preparado para neutralizar, contrarrestar y derrotar todas las ofensivas en su contra, de manera que, aún en el escenario más adverso, aquél que resulte incuestionablemente aplastado pueda alegar que es el vencedor.

Pienso que fue previendo esta eventualidad por la que el chavismo no permitió observación internacional independiente, sino la que está constituida por una organización financiada por Maduro para que lo secunde en sus tropelías, la UNASUR y que no ha dudado en apersonarse en Caracas como una instancia con el poder de “legitimar” los resultados.

No sabemos de qué “Arca de la Alianza” sacaron individuos de reputación más que dudosa —ya que no pocas veces han aparecido acusados de narcotráfico y corrupción—, como los expresidentes, Ernesto Samper de Colombia y Leonel Fernández de República Dominicana, tan escandaloso mandato y, tampoco conocemos cuáles son los gobiernos, multilaterales y ONG que estén en capacidad de aceptarlo.

De igual manera que tampoco es fiable lo que opinen los cientos y tantos compinches que invitaron Maduro y el CNE a estar presentes en Caracas y para servir de contrafuego, de despistadores y desinformadores de los resultados de hoy domingo.

En otras palabras solo la opinión de los partidos democráticos venezolanos y la de la mayoría de los 19 millones de electores serán válidos o para autenticar o descalificar los resultados.

En este orden, es importantísimo que el acto electoral se cumpla de acuerdo a los plazos, pautas y formas consignados en la Constitución y la Ley Electoral, de forma tal que, ni se abran ni se cierren centros de votación sino en los horarios establecidos, y que, tanto el trabajo del personal electoral, como de los miembros de mesa y los testigos, sea escrupulosamente respetado, garantizado y facilitado.

Pienso que solo en el cumplimiento de estos detalles, de minucias, que por tales se dejan pasar y no se creen fundamentales, es por donde se cuelan los ladrones y adulteradores del voto, los maquilladores y manipuladores diestros en aprovechar las hendijas para filtra la podredumbre.

Es necesario advertir que después de 17 años en el poder, aprovechándose de quienes piensan que los neototalitarios son “demócratas” desviados, pero demócratas al fin, y de toda la delincuencia marginal y residual, es como chavistas y maduristas han impuesto su dictadura y, que están dispuestos a ejecutar todo cuanto se les permita…y sin dosificaciones.

Una auténtica élite consciente de que preside un estado forajido de cuyas ventajas no es posible renunciar, y por tanto, vale la pena correr los riesgos que permitan mantenerlo protegido, eficiente y rentable.

Se trata de una claque que jamás ha dado síntomas de apartarse y de no endurecer su credo, puesto que, ya el año pasado asesinó 43 estudiantes por el “crimen” de ejercer el derecho a manifestar, hirió unos 400 y acosó, persiguió, torturó, y encarceló a 1500.

Se trata del único régimen en América Latina que, aparte del de Cuba, mantiene presos políticos, cuyo número alcanza más de 100, y a los cuales, no se les juzga de acuerdo a las leyes vigentes, porque, en la mayoría de los casos no se les celebran juicios y, si se intenta celebrarlos, se les niega el debido proceso.

Pero también resulta difícil denunciar su indefensión y la violación de sus derechos humanos, pues Maduro lleva tres años obligando al cierre de los medios impresos y radioeléctricos que les son adversos, a los cuales niega publicidad o divisas para la compra de papel y equipos, o, si se resisten, los termina comprando taimadamente a través de testaferros.

Lo peor, sin embargo, es que en su empeño de remacharle a Venezuela y a los venezolanos el llamado sistema socialista continuó la quiebra del aparato productivo nacional que había iniciado Chávez, convirtió a la estatal petrolera PDVSA casi que en chatarra, que, unido la caída de los precios del crudo, tiene al país en un crisis económica cuyos signos más alarmantes son una inflación del 500 por ciento anual, un desabastecimiento de alimentos y medicinas del 70 por ciento, una cotización del bolívar de 900 bolívares por dólar, y un crecimiento negativo del 3, 50 por ciento anual.

En otras palabras que no puede extrañar que los índices de rechazo del gobierno hayan subido a más del 75 por ciento, el de aprobación de la gestión de Maduro esté a menos del 10 por ciento y la mayoría de los candidatos a diputados de la oposición para las parlamentarias dupliquen a los del gobierno en las opciones para triunfar.

Un escenario que coloca a la oposición democrática en condiciones altamente favorables para imponerse en las elecciones de hoy e iniciar el proceso de recuperación de la democracia que tanta falta le hace a Venezuela para volver a ponerse de pie.

Por eso, sufragar hoy domingo y no dejarle el voto a las hienas del fraude, es la clave para imponerse y tener una representación parlamentaria que con honor y pasión le demuestre la mundo que Venezuela está viva y decida a recuperar sus democracia.