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Tiempo de cambio

Venezuela tiene este 6D la gran oportunidad histórica de cambiar en paz y tranquilidad social


Este, 6D, tiene lugar en Venezuela un nuevo proceso electoral para renovar la principal y más importante rama del Poder Público Nacional: El Poder Legislativo, representada en la Asamblea Nacional. Hasta ahora esta rama orgánica de separación del Poder Público ha sido un organismo público inútil, incompetente, incapaz de asumir a plenitud sus funciones y se ha mostrado como una dependencia subordinada del Poder Ejecutivo. Es necesario y urgente que esta situación cambie definitivamente. La nueva Asamblea Nacional debe asumir las facultades que la Constitución de la República le atribuye y, por consiguiente, debe ser la representación genuina de la voluntad soberana del pueblo venezolano, sin ataduras de ninguna naturaleza. Sus miembros, es decir, los Diputados, son todos iguales y tienen los mismos derechos y obligaciones. Ningún sector, por minoritario que sea, puede ser arrinconado y su voz apagada por una supuesta mayoría, por cuanto ello significa la exclusión de la representación de una parte de la población del país, seguramente, miles de electores. La Asamblea Nacional se debe al pueblo que la eligió y a nadie más.

En América Latina comienzan a aparecer señales de cambio. Las dinastías gubernamentales, con base electoral, que han cobrado fuerza en los últimos 20 años, denominadas, falsamente, “populistas de izquierda”, con una “caja de herramientas” similares a la de la llamada derecha, en opinión del autor   Armando Barrientos, en interesante artículo publicado en la Revista Nueva Sociedad N° 239, mayo-junio, 2012, tienden progresivamente a desaparecer, tal es el caso, en la actualidad, de Argentina. Mañana, con seguridad, corresponderá el turno a Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Cuba y Venezuela. Se trata del renacer de la democracia y la pluralidad política en América Latina y el Caribe.

Venezuela lleva 17 años de continuo y permanente sufrimiento. En estos últimos 17 años los venezolanos no hemos tenido la oportunidad de disfrutar una navidad feliz rodeados de los seres queridos, pues, la diáspora que ha impulsado el gobierno y su partido oficial y el odio sembrado en el carácter nacional ha fraccionado la familia venezolana, amén de las dificultades para garantizar la sobrevivencia de cada uno de nosotros. Venezuela es una gran cárcel. Los venezolanos que no hemos logrado fugarnos y permanecemos en el territorio, vivimos los rigores de un gobierno despótico y totalitario, que, no sólo se ha limitado a vender y entregar el país al mejor o menor postor, sino que ha arruinado el aparato productivo y se ha adueñado impúdicamente de la riqueza nacional, bajo la angustia y el sufrimiento de sus súbditos.

Las elecciones legislativas que se desarrollan este 6 de diciembre de 2015, coinciden con el segundo Domingo de Adviento, según el calendario litúrgico de la Iglesia Católica. Adviento significa venida, llegada. Tiempo de preparación para el recibimiento del Señor. Estas elecciones constituyen el tiempo de adviento de la política venezolana y del cambio en la dinámica del poder político en Venezuela. Para los venezolanos, estas elecciones, inician un tiempo de cambio, de fe y esperanza en un porvenir mejor.

El pueblo de Venezuela, a pesar de todo lo que le ha ocurrido y de los engaños y fraudes a los que ha sido sometido, sigue siendo   fiel creyente del juego electoral. El árbitro electoral, a decir verdad, genera poca confianza; pero, aun, así, concurrimos al campo de juego, en esta ocasión, con camisetas multicolores; pero, muy vigilantes a cualquier desviación arbitral y, en estricto cumplimiento, haciendo buenas las palabras del Presidente de la República, a garantizar “como sea” la voluntad popular expresada en las urnas electorales. En estas elecciones están prohibidas las jugarretas del signo que sea. Tan pronto un equipo transgreda las reglas del juego, dará pie a que los demás equipos hagan lo mismo, sobreviniendo el caos. La Fuerzas Armadas, entiéndase bien, la FAN, no las milicias, ni los colectivos armados, ni los funcionarios públicos tarifados, ni los mercenarios internos y externos, son garantes del respeto de las reglas del juego electoral. Las camisetas multicolores de los partidarios revelan un signo de cambio. Un signo positivo, siempre y cuando, dichas camisetas no resulten ser caretas o máscaras de un jugador principal, incorporado al juego, sólo, para engañar y confundir al elector. El elector tiene, afortunadamente, varias opciones electorales, no está constreñido a lo que se ha dado en llamar polarización. No se trata únicamente de rojos o azules; pero, los no rojos y azules, deben ser una opción válida de cambio, el fiel de la balanza, garante del equilibrio y de la dignidad de un cuerpo deliberante como la Asamblea Nacional. Estas opciones, importantes, sin duda, deben ser opciones de cambio, no, franquicias en venta; por consiguiente, el elector tiene que ser instruido debidamente por las organizaciones políticas y por el Poder Electoral sobre el acto de votación. Hoy, más que nunca, se impone un voto racional, no un voto aluvional, alimentado con dádivas gubernamentales de cualquier naturaleza y, menos aún, con falsas esperanzas y promesas, siempre, incumplidas.

Venezuela tiene este 6D la gran oportunidad histórica de cambiar en paz y tranquilidad social, bajo el marco del ordenamiento jurídico que rige la nación, sin alteraciones de ningún tipo. Las amenazas proferidas por la cúspide del poder, son sólo, eso, amenazas, “patadas de ahogado”, para decirlo en lenguaje popular, pues, nadie puede alterar la voluntad popular, ni oponerse a lo que el pueblo quiere y ese querer no es otra cosa que la firme voluntad de cambiar. La situación que se vive en Venezuela es desesperante, irresistible. Los venezolanos estamos próximos a vivir un período de hambruna y, además, endeudados y controlados por macro y micro potencias extranjeras. Estamos, como se dice, atrapado y sin salida.

Las elecciones de hoy son la esperanza de un futuro mejor. Por eso debemos concurrir masivamente a votar y a votar bien, para que la navidad resulte ser, ciertamente, un tiempo de esperanza para un pueblo que se lo merece todo y que el año porvenir, el año nuevo, sea nuevo de verdad. Que las elecciones legislativas se constituyan en el inicio del tiempo de cambio, en el adviento para Venezuela y los venezolanos residentes y no residentes.