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El retorno de los dinosaurios

Esto parece Jurassic Park. Reaparecieron Lepage, Paulina Gamus, Luis Beltrán Franco, Chitty La Roche


 

Julián Rivas

Estos días he recordado a Moisés Moleiro, el popular Ronco Moleiro. Fue uno de los grandes venezolanos del siglo veinte y algo de la corriente centuria. Y recuerdo al Ronco fundamentalmente por sus anatemas sobre Acción Democrática: ¡Ese partido AD no sirve pa’ un coño!

En verdad, quería eludir malas palabras en este escrito, pero la vida cotidiana de los hombres (y de las mujeres, por supuesto) no lo permite. La vida es la vida. Los venezolanos, y sobre todo los orientales, usamos lo que llaman malas palabras. Un toque especial. Hay mucha influencia gaditana en este aspecto.

Importantísima la dimensión humana de Moleiro. Ni sus detractores pueden desconocerlo. Buen amigo, culto, erudito, y luchador social, revolucionario. De paso,  jodedor. Tenía una capacidad de análisis asombrosa y explicaba las conclusiones de manera sencilla: Yo te lo digo y te lo repito: AD no sirve, no sirve, no sirve.

Militó en AD hasta la traición de Betancourt post 23 de enero de 1958, cuando el pacto de Punto Fijo. Fundo el MIR junto a importantes dirigentes juveniles y Domingo Alberto Rangel. Estuvo en las guerrillas. Del MIR pasó al MAS en los ochenta. Es mucho lo que habría que decir de Moleiro.

Realmente mi amistad con el Ronco no fue de sancochos en su casa ni de compadrazgos. Una generación nos separaba, pocas experiencias políticas compartidas, pero amigos. Uno sabe cuando alguien es amigo sincero, y cuando no. La última vez que hablamos fue una tarde en la UCV.

Lo   conocí en Caracas en 1978, y luego nos vimos en Guayana a inicios de los años ochenta, en medio de aquellas movilizaciones clasistas de los trabajadores de la Zona del Hierro, antes de que la Causa R, y particularmente Andrés Velásquez, desmovilizara a esa combativa organización de obreros, la desclasara y derechizara.

Pero es de mis tiempos de reportero político en un diario caraqueño que tengo mayores recuerdos del Ronco. Un día de esos años 90 me comentó: Los gobernadores adecos son la mayor suma de ignorancia. Bueno, agrégale a Carlos Tablante. Noo joda.

La política, la literatura y la historia de Venezuela, América Latina,  española, la revolución rusa, teoría marxista, de eso hablaba el Ronco. Si uno le preguntaba exponía de manera docta y siempre soltaba una o varias palabrotas. Un día me hizo una descripción de las reinas María Cristina de España. “La primera María Cristina, putiiiiiisima, a tal extremo que a la segunda la llamaron Doña Virtudes”. Soltaba una carcajada.

Cosa curiosa porque este concepto sirvió para que Doña Virtudes fuera vista como equilibrada, y los venezolanos caímos en el cuento. Fue utilizada por la oligarquía colombiana para robarnos varios centenares de miles de kilómetros cuadrados con su laudo arbitral de 1891. En este punto hay que tener cuidado porque los adecos y anglosionistas quieren fronteras abiertas con Colombia para que desde allá nos sigan jorobando y haciendo guerra económica. Mucho parapolítico en la nueva Asamblea está a favor de fronteras abiertas. Increíble. Exigen a Venezuela y ceden ante Bogotá. Triste.

Recuerdo que a fines de los años setenta o comienzos de los ochenta leí “La toma del poder”, de Moleiro. Fue publicado por la editorial del Ateneo de Caracas como un libro que también contiene “La revolución proletaria y el renegado Kaustky”, de Vladimir Lenin, y “La guerra civil en Francia” de Carlos Marx.  El Ronco no deslucía al lado de estos gigantes.

Un comentario: Es paradójico con lo que ocurre en estos tiempos, cuando las editoriales del  Estado se dedican sobre todo a publicar a malos poetas. Ese papel debe servir para difundir teoría revolucionaria, debate sobre el Estado. Independientemente de lo que pensara Moleiro de este proceso, su obra es valiosa. Ahorita es oportuno publicar “El partido del pueblo», obra de Moleiro que desenmascara a estos servidores de la burguesía, el imperialismo y el sionismo internacional, como son los adecos.

Aquí hay que superar el periodo de la representación parlamentaria. La mejor vacuna contra la antidemocracia es el poder de las masas populares. Democracia directa, es la salida. Es el mejor baygon ante esta plaga de adecos y neocalvinistas al servicio de la Otan en esta coyuntura de conflictos globales. Ahí está todo un pueblo que sí cree en revolución. Eso sí, hay que despejar a los falsos rojos, responsables del desmadre del 6 de diciembre pasado.

Y hay que debatir sobre teoría del Estado: Buenas las obras de Nicos Poulantzas, quien advierte que según sea el Estado así  serán las relaciones sociales.  Recomendable en Poulantzas “Estado, Poder y Socialismo”,  y “Poder político y clases sociales en el Estado capitalista”. Ah, y que no venga el ridículo de Emeterio Gómez a decir que Populantzas se suicidó, porque Janet Kelly y Carlos Rangel, que eran fichas de la CIA, también lo hicieron. Viva Poulantzas, útil para liberar clases trabajadoras.

Estos adecos y los prebostes de Fedecámaras como ven al pueblo vestido de cachipos creen que se trata de matas de plátanos. Los falsos rojos no andan muy lejos de este pensar, se aferran a cargos, dirección nacional y se proclaman “revolucionarios”. Ja. Deben quedar en el camino y el pueblo se encargara de eso.

El caso es que Venezuela hoy pretende ser devuelta a 1988, a la Constitución de 1961, como si la historia y la lucha de clases fuera un ludo, un juego. Y un mamador  de gallos preside la Asamblea. Revise el libro “Crónica involuntaria de una crisis inconclusa”, de Oscar García Mendoza, de la oligarquía que se chupa a este país, de los López y Machado anglosionistas. Este libro es de 1995, pero si usted lo compara con lo que piensan hoy  Fedecámaras, Monseñor Padrón y la Conferencia Episcopal, restos adecos y copeyanos, llegara a una conclusión: Esta gente no ha cambiado.

Esto parece Jurassic Park. Reaparecieron Lepage, Paulina Gamus;  en el estado Bolívar salió el fantasma de Luis Beltrán Franco denunciando abusos; Chitty La Roche. Transformismo político a rabiar, ex banderas rojas o entristas que saltan a la ultraderecha y llegan al parlamento como anglosionistas. Niegan independencia nacional, tecnología para la Fuerza Armada y democracia directa. Son representantes del orden imperial que renacen gracias al imperialismo.

Por supuesto que en política hay gente que se cae a embustes. Hasta los grandes hombres. Por ejemplo, Gandhi, quien por razones religiosas no acabó el sistema de casta del hinduismo. Hoy, setenta años después la India tiene agitación social.  Millones de indios rechazan la exclusión y la pobreza, la explotación y el servilismo. Algo advirtió quien hizo la Constitución de  la India, Bhimran Ramji Ambedkar, un intocable que logró el salto formativo hasta la sabiduría. “Mahatmas vienen y mahatmas van, pero los intocables permanecen como intocables”.

Por eso la revolución socialista en la India se ve como el giro definitivo de la humanidad. Y es posible. Más claro lo tienen los naxalitas que se proponen el triunfo de la revolución en décadas. Se trata de una bomba de tiempo que el capitalismo no puede desactivar. Lean a Arundhati Roy. El mundo se mueve.

Ah, Venezuela. Para estos tiempos de pretensiones de conciliación adeca-sionista, de pactos de élites, de restauración del viejo orden con argumentos “productivos”, hay que pelar los ojos. Evgeni B. Pasukanis, en su “Teoría general del derecho y marxismo”, advierte: “Toda ideología muere justamente con las relaciones sociales que la han generado… El develamiento de las raíces de una ideología es el verdadero preludio de su fin”.

Razón tenía el Ronco Moleiro. También Carmelo Laborit: “AD es un partido históricamente muerto”. Pero estos muertos quieren volver a la Constitución de 1961. Increíble.

Pero hay que preguntarse, ¿por qué hemos llegado a esto? ¿Qué dicen los falsos rojos?

Viva el pueblo. No a la restauración.