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La política exterior del chavismo-madurismo

Los que más se aprovecharon de esa política fueron los gobiernos de Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay, Brasil y Cuba


Oscar Battaglini

Como es ampliamente conocido, Chávez compró sus apoyos políticos en el exterior. Todos sus proyectos “integracionistas” fueron pensados y ejecutados con esa intencionalidad. Así se hizo con los países del Alba, con los de Petrocaribe, con muchos de los países de la Celac, y con los del Mercosur, esta fue la vía que igualmente, se siguió para forjar las relaciones con la Rusia de Putin y con la burocracia china. Con Putin, sobre la base de la compra de armas, y con los chinos mediante la entrega de nuestro petróleo, el endeudamiento sin fin, la compra de toda una gama de baratijas para la realización de su política clientelista-electoral entre los pobres. Se cuenta que en su último viaje a China, le ofreció a la burocracia gobernante de ese país, venderles lo que va quedando de las empresas básicas, para tratar de aliviar el déficit por el que atraviesa su administración.

Se trata sin más, de una diplomacia sumamente onerosa que consumió una cuantiosa parte del ingreso petrolero que el Estado venezolano percibió en la última coyuntura alcista de precios del crudo. Pero los que más se aprovecharon de esa política envilecida fueron los gobiernos de Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay, Brasil y Cuba, de ellos, el más favorecido fue este último, que no solamente se ha dado maña para apropiarse de ingentes recursos petroleros financieros, alimentarios, etcétera, para la firma de jugosos contratos de servicios múltiples que igualmente le ha proporcionado grandes beneficios económicos, sino que se ha convertido en un factor de poder con injerencia directa, efectiva y determinante en la dirección política del país.

Supuestamente la política exterior del gobierno chavista está dirigida a contrarrestar la influencia determinante de la política norteamericana en Latinoamérica. Se trata sin embargo de una posición bastante curiosa, porque mientras, por un lado se practica contra los Estados Unidos la política “antimperialista” elaborada por la izquierda stalinista tradicional en América Latina, por otro lado aparece el gobierno chavista asociado con ese país en el impulso de las más diversas actividades económicas de índole petrolera y comercial. Así se registra en la explotación petrolera que las trasnacionales norteamericanas (incluida la Chevron-Texaco de Mr. Bush) llevan a cabo en la faja petrolera del Orinoco; en el suministro de más de un millón de barriles diarios de petróleo a los Estados Unidos, y en el hecho de que Venezuela siga convertida en uno de los principales socios comerciales de ese país en América Latina.

“Petrocaribe, por sí solo, representa un subsidio anual de 1700 millones de dólares”

Probablemente a eso se deba la poca o nula atención que la potencia del norte le ha prestado hasta ahora a la política exterior del chavismo oficial; sobre todo en lo relacionado con nuestra región. De esa manera se demuestra la completa inutilidad de una política exterior que no ha podido convertirse en una alternativa válida frente a la política de los Estados Unidos, y que sólo ha servido para que los gobiernos que oportunistamente se han adherido a ella, se estén aprovechando de tal circunstancia para extraer -con la complicidad de Chávez-Maduro- fabulosas ventajas económicas de todo tipo, en especial de aquellas que se cuantifican en barriles de petróleo. Petrocaribe, por sí solo, representa un subsidio anual de 1700 millones de dólares en descuentos por ese concepto, a países del Caribe y Centroamérica.

El intento chavista de balancear o contrarrestar la posición de los Estados Unidos, de ningún modo ha determinado el poder y las acciones de ese país en América Latina. Aquí no se ha construido una gran coalición de naciones en contra de esa potencia mundial, de ahí que su política exterior que desde un principio ha estado dirigida a concertar una alianza estratégica con la burocracia cubana, no haya pasado de la constitución de una suerte de entente populista integrado por Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Uruguay, la Argentina kirchnerista y el Brasil de Lula, todos ellos bajo la inspiración y el respaldo económico financiero del régimen chavista Se estima que Venezuela, solamente entre 1999 y 2007, hizo un total de 43 mil millones de dólares en erogaciones para cubrir gastos de este tipo. Ese gasto abarcó una amplia cartera contentiva de subsidios al petróleo destinado a Cuba y los descuentos en el precio del petróleo destinado a varios países integrados en Petrocaribe. La adquisición de deuda comercial de Argentina, para evitarle a este país tener que hacerle pagos al Fondo Monetario Internacional. Ayuda en efectivo a Bolivia; donaciones de equipos médicos a Nicaragua etc. A esto había que sumarle que Petrocaribe (que integran 18 naciones) mantiene un intercambio de 4 mil millones de dólares anuales, y un suministro que con la inclusión de Cuba suma unos 200 mil barriles por día.

La inserción de Venezuela al Mercosur, tiene igualmente su lado oscuro. Con la consumación de ese hecho, esta asociación comercial gana el principal factor petrolero de América Latina un dato clave en la actual disputa mundial por el control de las fuentes energéticas. Esto es lo que explica básicamente, el particular empeño de la familia Kirchner y de Lula al promover la incorporación de Venezuela en el Mercosur. Es de suma importancia señalar que eso se hizo sin que se tuviera en cuenta que la economía venezolana no dispone actualmente de ningún otro bien económico distinto del petróleo y con la capacidad para competir satisfactoriamente en ese mercado. Venezuela está en disponibilidad de condiciones en el desarrollo del sector manufacturero. Mientras las exportaciones de este sector de la economía brasileña es de 36,4%, la de Argentina es de 32,3%, la de Uruguay es de 25,7%, y la de Paraguay 10,7%, la de Venezuela no supera el 1%.

En el caso de las relaciones con China, el petróleo también ha estado en la base de las negociaciones a las cuales se ha llegado mediante la firma de convenios que además de garantizarle un suministro seguro y puntual de petróleo, le concede la ventaja de permitirle pasar a ejercer, de hecho una gran influencia en la “determinación de la política petrolera del Estado venezolano”, influencia que cobra una mayor fuerza si la relacionamos con la enorme deuda financiera que Venezuela ha contraído con ese país y por la que este debe recibir diariamente más de 600 mil barriles de crudo como forma de pago.

Demás está decir que la forma y orientación antinacional que el gobierno chavista-madurista le ha dado a sus relaciones con el mundo exterior, es causa suficiente para exigir su renuncia o destitución inmediata.