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Alejandro Moreno: Las OLP “son un permiso para matar”

Alejandro Moreno / La Razón

“En este momento hay muy pocos niños en situación de calle. ¿Sabes dónde están? Capturados por las bandas. Y en la banda se están formando”, advierte el sacerdote salesiano Alejandro Moreno, director del Centro de Investigaciones Populares


Patricia Marcano

Desde hace más de tres décadas el padre Alejandro Moreno se ha encargado de investigar el estilo de vida en el barrio, pero no desde afuera.

Sus trabajos han partido de la propia experiencia de vivir en un sector popular caraqueño que prefiere no revelar, del compartir con vecinos, con los amigos de los vecinos y con sus familiares, a los que llegó a visitar; de ganarse la confianza de los propios malandros del barrio y comprender de qué van, de la convivencia con sus alumnos universitarios y de los jóvenes que atendía en su labor como sacerdote salesiano. En eso sigue.

Creó el Centro de Investigaciones Populares (hace 32 años) y conformó un equipo que se ha encargado de estudiar, junto con él, el modo de vida popular venezolano; comenzaron con un trabajo sobre la mujer y el hombre popular y en las indagaciones surgió la inquietud por la violencia.

«El perfil actual del homicida venezolano es matar por matar»

“Nos preocupamos por entender, desde adentro, qué tiene en la cabeza un muchacho de origen popular que se dedica al delito, fundamentalmente al homicidio”, algo que no se había hecho hasta entonces, explica Moreno, quien es teólogo, filósofo, psicólogo y doctor en Ciencias Sociales.

Por esa experiencia vivida e investigada, que quedó plasmada en el libro “Y salimos a matar gente” (2007) y en otros documentos que han seguido publicando, el padre habla con franqueza y sin reparo sobre una “cultura malandra” a la que nadie -asegura- ha querido prestarle atención.

Rechaza enfáticamente las opiniones que le atribuyen a los embarazos adolescentes y a la familia matricentral el aumento de la delincuencia y asesinatos, cuestiona los planes ejecutados para enfrentar a las bandas y evita dar soluciones puntuales –porque no existen ante tanta complejidad- para frenar el desborde de la violencia y del hampa en el país. “Aquí hay que meterle mano a todo, es una cuestión global”.

A rey muerto, rey puesto

¿Cuál es su lectura sobre la Operación de Liberación del Pueblo (OLP)? ¿Han funcionado?

Han tenido un resultado negativo totalmente, porque verdaderamente es un permiso para matar. Matan indiscriminadamente, siempre a los que tengan la apariencia de que son culpables pero sobre ningún culpable hay derecho a matarle. Además, muchas veces no son culpables sino que simplemente tienen cara de malandros, sobre todo si no la tienen muy blanca.

¿Y qué opina de esta nueva fase de las OLP?

Es una orden vieja que se ha dado hace tiempo, a un grupo determinado, para que persigan y maten a los llamados jefes de bandas, pero ahí se mete a todo el mundo, o a todos los que ellos consideren malandros. Esta fase no tiene nada de nueva, simplemente es una profundización, una insistencia y ampliación de lo puesto en marcha anteriormente.

El presidente Maduro le dio un plazo de 72 horas a las bandas criminales para que se entreguen. ¿Qué pasará?

Los llamados del presidente Maduro ya sabemos cómo son. Yo creo que ahí no vale la pena extenderse.

¿Las bandas delictivas han evolucionado en estos 30 años, según sus investigaciones?

Han ido evolucionando, no tanto el sujeto malandro en su estructura psicológica y manera de ser, sino el grupo, la banda. La banda típica del barrio es pequeña, de unos 6 u 8 componentes, muchachos entre 18 y 25 años que son los mayores, que después tienen un entorno de adolescentes que giran a  su alrededor y después un entorno de niños.

«no les han puesto coto en ningún momento»

El núcleo, o el primer círculo, son este grupo de malandros que podríamos llamar profesionales, que se dedican a la delincuencia y van captando jóvenes o por lo menos los van seduciendo, porque no quiere decir que todos los que están en torno a ellos acaben siendo malandros.

La mejor manera de definir a esas pequeñas bandas es como un grupo de panas que se dedican a las cosas malas, que se relacionan entre sí, son amigos, panas. Antes en cada barrio había una o dos bandas de este tipo que a veces se enfrentaban, incluso hoy sigue habiendo, especialmente en Petare donde no han surgido grandes bandas.

Pero ahora estos pequeños grupos han evolucionado hacia bandas mucho mayores, que constituyen las grandes bandas o macrobandas. Uno de los más típicos representantes de esas bandas ha sido El Picure y lo mataron.

¿Esa es la manera de acabar con las grandes bandas, matando al jefe?

En este momento hay una explosión de violencia del Estado contra las bandas. Hay grupos organizados para eso, con la orden de eliminar a los jefes de bandas y te lo digo casi con las palabras literales, ‘a los jefes de bandas estén donde estén’, y esa orden posiblemente viene del alto Gobierno.

«Uno no sabe hasta dónde van a llegar, uno no sabe si tienen intenciones políticas»

Eso no es ninguna solución, va contra los derechos humanos porque son ejecuciones extrajudiciales, favorece las venganzas personales, la corrupción. Que la gente espontáneamente diga ‘sí, está muy bien que los maten’, puede formar una conciencia violenta en la gran masa de la población que es terriblemente peligrosa. Eso es lo que está pasando con los linchamientos”.

Además, matan al Picure pero ya surgirá otro dentro de poco, porque a rey muerto, rey puesto. Esas no son bandas de un delincuente, son organizaciones completas, con gran financiación, con muchos negocios, desde narcotráfico hasta lavado de dinero, cobro de vacuna, extorsiones de todo tipo.

¿Qué está pasando con estas grandes bandas?

Están dando paso a algo mucho más complejo que ocupa amplios territorios. La banda del Picure ocupa desde Barlovento, Anzoátegui, Guárico, San Juan de Los Morros hasta los Valles del Tuy, y ese es un arco impresionante. Pero en Valles del Tuy se encuentra con El tren de Aragua, que es otra banda que viene desde Puerto Cabello, Valencia, Maracay hasta Las Tejerías, y ahí se encuentran, se ponen de acuerdo y atacan a Caracas desde la Cota 905 hasta muchos sectores de La Vega, El Cementerio, Coche, El Valle y prácticamente llegan hasta la avenida Fuerzas Armadas.

Uno no sabe hasta dónde van a llegar, uno no sabe si tienen intenciones políticas, intenciones de influir en alguna manera en elecciones. Esto ha ocurrido desde finales de 2014 y la mayor expansión ha sido desde enero para acá.

¿Y cómo lo han logrado? 

Rodríguez Chacín está diciendo ahora que El Picure era promovido por la derecha. Resulta que él fue el que apoyó al Picure en los primeros tiempos, siendo gobernador de Guárico. Que después El Picure se le separó es otra cosa.

¿Cuánto hay de conexiones de organismos del Estado, con líderes de movimientos del Estado, cuánto hay de conexión con los llamados colectivos? Ahí hay toda una connivencia entre unos y otros que han favorecido, han permitido que todo esto haya sucedido, porque no les han puesto coto en ningún momento.

«Se dice que El Lucifer compró armas por 10 millones de dólares»

Rodeados e invadidos

¿De dónde sacan las armas?

Con toda propiedad vienen de Cavim, no son armas que vienen del extranjero. Las empresas que producen armas internacionales las venden directamente a los Estados, a los Gobiernos, solamente se calcula un 5% de armas que se mueven por contrabando y otras vías, pero las armas internacionalmente son vendidas con muchos controles a los Gobiernos.

El Gobierno ha comprado fusiles de todo tipo y acaban en manos de los malandros. ¿Cómo los consigues? A veces roban, matan al policía para robarle una pistola. Este año ha habido intervenciones en lugares donde hay armamento, ha pasado en Los Teques, en Maracay, en varios sitios donde han robado este tipo de armas. Ya va para un mes que no se nombra nada de eso, quizás porque están comprándolas por otros lados, porque han adquirido dinero suficiente para no tener que hacer eso. ¿La abundancia de granadas en manos de ellos de dónde va a venir?

Se dice que El Lucifer compró armas por 10 millones de dólares y parece, según informaciones serias, que ahí estuvo presente un alto funcionario. Que ese alto funcionario representara al Gobierno o fuera por su propia cuenta es otra cosa. No sabemos. Pero hay conexiones. Además ahora no solo tienen armas, El Lucifer y esa gente tienen drones y han estado funcionando en El Cementerio. Uno tiene algunas informaciones.

¿Las zonas de paz llegaron a funcionar en algún momento?

Yo creo que empezaron siendo desde el primer momento un engaño. Un engaño de los malandros al viceministro Rangel Ávalos, que se encargaba de eso y lo publicitaron incluso por televisión.

Guerra interna

“En este momento, en la zona de El Valle y demás, estas bandas que vienen del Picure y con El Lucifer están ocupando esos espacios que tenían las viejas bandas, y esas banditas se están coaligando también para hacerles frente porque dicen  que son invadidos por la gente que usa alpargatas, por los que vienen del campo. Eso es muy complejo. En este momento hay una guerra interna entre bandas tradicionales que tienen todas las de perder. Es una situación muy seria porque estamos todos involucrados”

A uno de los que apareció en televisión lo mataron un mes o dos meses después. Yo decía, ¿cómo se puede fiar el viceministro de ese personaje? Andaba con su carpeta porque tenía un proyecto que sería financiado para recuperar a no sé cuántos, para actuar en las zonas en las cuales el Gobierno se comprometía a no meter a la policía, a no molestarlos, y ellos se comprometían a entregar las armas o al menos a no usarlas, a dedicarse a otro tipo de actividades y a trabajar con la comunidad.

Al mes ya se habían convertido en zonas de refugio de malandros de otras partes, el dinero que les daban para financiar proyectos lo convirtieron en armas. ¿Quién se va a fiar? ¿Había ingenuidad? Yo no sé, pero es posible que hubiera ingenuidad.

¿Terminaron siendo un espacio para que las bandas se aliaran?

Por supuesto, es lo que ha ido pasando. Si a las zonas que te he dicho del Picure, del Tren de Aragua y las que están en el suroeste de Caracas le sumas los sindicatos que dominan Maturín, que es la quinta ciudad más violenta de América en este momento (una ciudad relativamente pequeña, que estaba muy bien y ahora está dominada por estos sindicatos y es dominada desde la cárcel de La Pica); y a eso le añades todo lo que sucede en el sur del estado Bolívar con los sindicatos del oro, lo que sucede en Amazonas, en la frontera del Táchira, en la frontera de Apure y en la frontera del Zulia, mira, estamos rodeados e invadidos auténticamente por bandas, por auténticas organizaciones delictivas.

El malandro joven

¿El delincuente venezolano siempre ha sido joven, de 20 a 25 años?

Ha habido y hay viejos. Es muy distinto el malandro viejo del malandro nuevo, como se les conoce en el barrio. El viejo tiene cierto respeto. Uno de los que estudiamos había cometido más de 15 asesinatos y tenía cómo justificarlos todos, decía que si no los mataba lo hubieran matado a él. El joven no se preocupa en lo absoluto de justificar, es ‘me dio la gana de matarlo y lo maté’. Por eso estamos como estamos y es tan violenta y tan peligrosa la conducta de los delincuentes.

¿Cuál sería el perfil actual del homicida venezolano?

El perfil actual del homicida venezolano es matar por matar. Matan por venganza, porque otro le quitó la novia, y por razones banales como nos dijo uno de los que entrevistamos: ‘me dio una cachetada y yo le di cuatro tiros’. Y estos son testimonios de los 90. Ahora lo que estamos viendo es eso precisamente, lo que veíamos en el joven como una tendencia ahora se ha convertido en una realidad mucho más amplia. El malandro viejo ha desaparecido prácticamente, o porque se ha muerto o porque lo han matado. Lo que tenemos ahorita es el malandro joven.

«A menos años y más asesinatos, más respeto»

El malandro joven es toda una cultura, toda una manera de ser. No está loco, cuidado. No es un enfermo. Es una manera de ser, compartida con otros. Ahora, si estos otros ocupan medio país o todo el país, imagínate tú, tenemos una cultura malandra al lado de la cultura normal.

En este momento hay muy pocos niños en situación de calle. ¿Sabes dónde están? Capturados por las bandas. Y en la banda se están formando. Nosotros tenemos la Red de Casas Don Bosco para atender a esos muchachos y lo vemos, lo estamos notando. Podemos atender a los niños hasta los 10 años pero de 10 años para arriba ya están en las bandas. Es todo un problema, muy grave, que nadie toma en consideración.

¿Cómo empiezan a delinquir los adolescentes?

En robos. No robando cosas de necesidad sino cosas que dan respeto. El respeto es una motivación sumamente importante para el adolescente y para el delincuente en general. Respeto es que lo tomen en cuenta, es un concepto muy complejo. Pero eso de que roban por pobreza no es verdad, la motivación es destacarse en el grupo.

Yo elaboré en un momento determinado una fórmula del respeto para los adolescentes para jóvenes menores de 18 años. Es ‘número de asesinatos sobre número de años de edad’. A menos años y más asesinatos, más respeto.

Homicidios

“Colombia estuvo en condiciones parecidas y en este momento está mejor. La tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes al año es de 90 en Venezuela, la más alta del mundo. Colombia tuvo una tasa de 60 o 70 y ahora está en 30. Brasil tuvo otra tasa altísima y está en 25, si no me equivoco. En México, del cual se habla mucho, la tasa no pasa de 30. O sea, si el Estado realmente se preocupa, puede disminuir”.

¿Y después incursionarían en narcotráfico?

No necesariamente todos pero son capturados por el narcotráfico y eso para los jóvenes es muy peligroso, porque cuando entras en el narcotráfico te dan una cantidad para que la vendas y ese dinero tienes que devolverlo exacto.

Un joven fácilmente se gasta el dinero y después no lo puede entregar, y si no lo puede entregar, a la segunda o tercera vez, es muerte.

¿Cuál es la edad de los homicidas actuales?

Pueden empezar a los 12 años. Los que hemos estudiado empiezan a los 14, con la adolescencia. Cuando matan a alguien para robarle unos zapatos no es por los zapatos, es la marca; la marca es la que da el respeto.  Muchas veces las bandas lo exigen y como tienen que moverse dentro de la banda, ascender y adquirir respeto, acuden a eso. Héctor, uno de los que estudiamos, dijo que cuando tenía 15 años ya tenía 6 asesinatos encima, o sea, había empezado a los 14 y en un año ya había matado a seis.

¿Y la expectativa de vida de estos muchachos cuál es?

Ah, no, ellos saben que no van a pasar de los 25 años normalmente.

Se dice que el embarazo adolescente es una de las causas del incremento de estos homicidas. ¿Es así?

El embarazo adolescente no es nuevo. En Venezuela toda la vida ha sido así y no hemos tenido delitos de este tipo. Esto viene de los últimos años y si antes no los había y después los hay, algo ha cambiado. La mamá de Bolívar se casa con su papá a los 15 años.

Siempre quieren echarle la culpa a la familia, ella es la primera que paga. El cuento ese de que ‘como carece de padre y la madre sola no puede educarlo, se pierde’. Si fuera por eso todo el mundo sería malandro, porque la familia venezolana no tiene padre, la familia matricentrada, centrada en la figura materna, es la predominante en el país. Tendríamos a todos los venezolanos o a la mayoría de los venezolanos convertidos en malandros y no es así.

Hace un mes el dibujo de una niña donde se pintaba como malandra causó un revuelo. ¿Eso usted lo había visto antes?

«La violencia, el muerto y el asesinato se están convirtiendo en una cosa natural, sobre todo para los niños»

Claro, eso es común, eso no es nuevo. Cuando se han hecho investigaciones en escuelas, desgraciadamente, las respuestas a qué quieres ser de mayor es “yo quiero ser malandro”. No son todos los niños pero hay un número excesivo de respuestas de ese tipo.

¿Y qué es un malandro en el barrio? El malandro tiene buenas chaquetas, buenas pistolas, buenas motos. Es un modelo de éxito, es apetecible ser malandro para un niño porque allí esta viendo el éxito, desgraciadamente. Es un efecto modelo.  Para que ese modelo no se materialice esta la familia, la educación, tantas cosas.

¿Lo nuevo sería que ahora es más común ver malandros? 

Yo no sé si se están preocupando por entender lo que pasa con los niños. Los niños ven muertos en la calle, oyen los tiros y ven quién mata, saben quién es el que mató, cosa que también sabe la policía pero no hace nada. Los niños venezolanos están viviendo eso.

La violencia, el muerto y el asesinato se están convirtiendo en una cosa natural, sobre todo para los niños, porque para los mayores no es natural aunque tengan que aceptar el convivir con esa situación. Pero los niños pueden empezar a considerarlo como una cosa natural y normal. La consecuencia es que aumente el delito y el crimen por cualquier cosa.

Usted ha hablado de la existencia del asesino estructural y del circunstancial ¿Cómo llegó a esta precisión?

Ese es el resultado de nuestras investigaciones, los dos tipos fundamentales de asesinos, de delincuentes de origen popular. El estructural es aquel que se ha formado en la violencia desde la más pequeña infancia y la violencia se ha convertido en algo propio de su personalidad. Y ese parece que no se recupera, aunque toda persona puede recuperarse, cuidado, pero en su gran mayoría no se recuperan y hay que tenerle control.

«tenemos una cultura malandra al lado de la cultura normal»

El otro empieza a convertirse en un delincuente por circunstancias de ambiente, de grupo, sobre todo en la adolescencia cuando comienza a tener conflictos en la familia. Este nunca llega a ser un delincuente estructural, interiormente no está hecho de esa manera y se recupera muchas veces sin necesidad de ayuda.

Hay que saber distinguir y no meter en la cárcel a todos mezclados.

¿Cuál pudiera ser la medida más adecuada para afrontar la inseguridad?

No es una medida, hay muchas medidas que tomar, bien coordinadas, bien pensadas y bien ejecutadas, respetando los derechos humanos, respetando la ética pero siendo fuertes y firmes en el control de las fuerzas delincuenciales. Eso lo han hecho en muchos países. Aquí, en ningún lado.

Lo han hecho en Brasil con medidas muy represivas pero no necesariamente tiene que ser con medidas represivas, en Medellín lo hicieron de una manera mucho más pacífica, más respetuosa de los derechos humanos y de las personas. En esas medidas entraría todo, la educación, la sociedad, la iglesia, pero quien tiene el poder en sus manos es fundamentalmente el Estado.


Alejandro Moreno
El padre Alejandro Moreno asegura que ha faltado voluntad política para afrontar la delincuencia e inseguridad. Foto: J.A López Hurtado

Cuando el Estado no funciona

“En toda sociedad hay un porcentaje de personas que tienen tendencias delictivas por un montón de circunstancias que confluyen en ellos. Lo que pasa es que en las sociedades organizadas donde el Estado funciona adecuadamente, donde la cultura está centrada realmente en el respeto y demás, esta gente no pasa al acto delictivo ni se organizan en grupos. Pero desgraciadamente en Venezuela, desde hace muchos años, el Estado prácticamente ha desaparecido, sobre todo de las zonas populares”, detalla el padre Alejandro Moreno al ser consultado sobre los motivos que llevan a un joven a delinquir.

Sin efectos

“Dicen que hay que educar. Eso me parece importantísimo, para la gran mayoría va a tener efectos, igual que la formación en valores y darle importancia a los padres en las familias. Pero siempre habrá un porcentaje que no te recibe los efectos de la educación, sobre todo la moral y de conducta ciudadana, y marchan por su propia cuenta. Con estos hay que actuar de otra manera”.

Esto no solo sucede en los barrios. Asegura que han existido bandas criminales de clase media, incluso de clase alta, que actúan más “científicamente” y procuran no asesinar, aunque lo hacen “si toca”. Van bien vestidos y tienen buenos carros.

“Cuando el Estado no funciona, en todas las clases hay gente interesada en ejercer sus deseos indebidos de riqueza o de prestigio”, agrega.

Por ello el investigador identifica al Estado y todo lo que él implica (impunidad, armas en manos de delincuentes, falta de control de todo tipo, corrupción de los policías y jueces) como gran responsable, pues la sociedad, la iglesia y las escuelas hacen lo que pueden.

“Esta espiral de violencia viene del 99, estamos pasando por un período sumamente terrible. Mientras no cambiemos a las autoridades que están, que son responsables de todo esto y han favorecido esta situación, no tenemos salida. Podemos dar educación, tener un centro juvenil donde se promueva el deporte, donde vayan los muchachos del barrio y probablemente no todos serán malandros, pero mientras tengamos este tipo de orientación política, administrativa, económica, social, ética, no podremos hacer mucho”.


Si quieres contactar al autor de esta historia, escribe a: patricia@larazon.net