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El síndrome del 6D

El carácter y la magnitud de la crisis económica en desarrollo exige imperiosamente para su superación, una concertación entre el Estado y los factores fundamentales de la economía privada nacional


Oscar Battaglini

Sorprende observar a la burocracia chavista en los esfuerzos que hace para tratar de ocultar los efectos del demoledor impacto que le ha infligido el resultado electoral del pasado 6D. Como lo hemos venido señalando, ese resultado tiene la virtud:

1.- De haber modificado radicalmente la situación política del país, en la que ahora el chavismo aparece como una fuerza política minoritaria, y por lo tanto, sin la capacidad para continuar imponiendo su voluntad omnímoda;

2.- De haber despejado el rumbo que necesariamente deberá seguir el conflicto político en desarrollo hasta su culminación, es decir hasta su derrota y caída definitiva.

Esto mismo, dicho de otra manera, significa que el chavismo ha quedado condenado a ser expulsado del poder en la primera oportunidad en la que al pueblo venezolano le toque de nuevo ejercer la soberanía del voto.

Este es el rasgo fundamental que actualmente caracteriza la situación política planteada. Se trata de una circunstancia por la que necesaria y fatalmente hay que atravesar, y que seguramente arrojará un resultado muy parecido o superior al del 6D.

En su fuero interno, ellos están convencidos de que esto es así, y esa es la realidad de la que Maduro y su entorno burocrático no hablan públicamente, sino que buscan ocultarla o disimularla aparentando una fortaleza que ya no tienen, pero que se niegan a aceptar. Ese es el papel que cumplen:

1.- Los eventos que últimamente se han estado celebrando en el seno de la fuerza armada chavista, mediante los cuales se ha ampliado e intensificado el proceso de militarización del poder, y de la vida política nacional, impuestos de manera autoritaria por el Estado autocrático y totalitario que actualmente rige en nuestro país. Cree el régimen chavista, en su desesperación, que cubriéndose con el escudo militarista se va a poner a salvo o se va a librar de la determinación (de la irrevocable decisión) tomada por la sociedad venezolana de expulsarlo total y definitivamente del poder mediante el libérrimo ejercicio de la soberanía popular.

2.- Las reuniones que se vienen haciendo en el Palacio de Miraflores para tratar el tema de la crisis económica que padece el país. En el discurso de Maduro, Aristóbulo y Pérez Abad, esas reuniones han sido presentadas engañosamente como el punto de partida y como el espacio del cual habrán de salir las soluciones que se requieren en esta materia.

Esto, como ya lo hemos enunciado, es completamente falso. El carácter y la magnitud de la crisis económica en desarrollo exige imperiosamente para su superación, no sólo la eliminación de las políticas económicas que el chavismo ha venido aplicando y que nos ha conducido a la catástrofe económica y social a la que nos vemos enfrentados todos los venezolanos, sino de una concertación entre el Estado y los factores fundamentales de la economía privada nacional.

Todo ello sobre la base de planes generales y sectoriales coherentes, plenamente articulados entre sí y con objetivos muy claramente definidos de mediano y largo plazo. Esto es lo serio, y no la improvisación y la piratería que ha pretendido hacer el gobierno de Maduro con las propuestas y medidas calificadas de “motores económicos”, y que, en definitiva, lo que persigue es dar una demostración de fortaleza y de capacidad político-administrativa que le fue arrebatada por el pueblo venezolano en las elecciones parlamentarias del 6D.

El hecho de que nada positivo y significativo haya ocurrido hasta ahora con la activación de esos “motores”, demuestra que tales iniciativas son completamente inútiles, y que en el caso de que lleguen a dar algún resultado, eso no alcanzará para cubrir siquiera las necesidades más urgentes e imperiosas que apremian a nuestra sociedad en los actuales momentos.

De manera contraria lo que sí ha ocurrido es una mayor agudización de la crisis económica y social. Los niveles alcanzados por la inflación, el desabastecimiento y la escasez de productos para el consumo de la población ha llegado a tales extremos, que ya han comenzado a verse, a todo lo largo del país las protestas de la población exigiendo comida.

3.- Las repetidas manifestaciones de calle con destino al Palacio de Miraflores, promovidas por el chavismo oficial, con el propósito de convencer a sus cada vez más disminuidas huestes de menesterosos pensionados de que lo ocurrido el 6D fue algo circunstancial de lo que van a recuperarse, y de que el impacto recibido que los condena a una muerte inevitable en el corto plazo, no es tal, y de lo cual supuestamente (en sus elucubraciones fantasiosas) ya estaría plenamente recuperado. Vana ilusión, como dice la conocida expresión popular.

Basta con hacer una somera evaluación de la crisis económica y social por la que atraviesa nuestro país, y del malestar político que ha comenzado a expresar la inmensa mayoría de los venezolanos en contra del Gobierno de Maduro, para darse cuenta de que no existe ninguna cosa que pueda hacer para escapar del brete en el que lo ha metido la voluntad soberana del pueblo venezolano, y que ha dejado claramente establecido que sólo podrá ser satisfecha mediante la más completa expulsión y erradicación del chavismo, del poder y del aparato del Estado, tanto en su expresión civil como militar.

En este sentido es necesario señalar que esa posición política de los sectores mayoritarios del pueblo venezolano, no se ha manifestado con una mayor fuerza y amplitud en las calles, debido al cerco represivo que el Gobierno le ha impuesto a las acciones populares en protesta contra el hambre que ha hecho su aparición en el seno de un grueso sector de la sociedad venezolana, y en protesta contra las maniobras dilatorias que el CNE, por mandato de la mafia que ha secuestrado el poder en Venezuela, viene poniendo en práctica para impedir la realización del referendo revocatorio presidencial propuesto por la oposición.

Se percibe claramente que esta actitud del régimen madurista responde a la certeza que este tiene de que no pasa la prueba de una consulta eleccionaria, en la que se someta a la consideración del pueblo venezolano su permanencia o no en el poder. De modo que la única opción que le queda para mantenerse en él, es mediante “un palo a la lámpara” que sólo le alargaría la agonía en la que se encuentra por efecto del síndrome del 6D.