El Proyecto del Arco Minero del Orinoco no tiene precedentes en la historia de nuestro país por su magnitud e intensidad
José Rafael López Padrino
Con la puesta en marcha de la Agenda Económica Bolivariana y su proyecto bandera el Arco Minero del Orinoco el régimen del ungido Maduro profundiza su política extractivista y de entrega de nuestras riquezas al capital extranjero. Basado en la liberalización y desregulación de zonas consideradas como “Zonas Estratégicas de Desarrollo Nacional” (decreto N°. 2248), Maduro y su logia militar están impulsando la megaminería a cielo abierto en una zona caracterizada por un delicado equilibrio ecológico, de gran importancia para el desempeño integral de la vida en el país.
El Arco Minero del Orinoco constituye una amplia zona de gran biodiversidad que abarca amplios bosques y selvas vírgenes que están protegidas por decretos de reserva forestal como es el caso de Imataca, (3 millones 800 mil hectáreas), La Paragua y El Caura (5 millones 134 mil hectáreas), y la Cuenca del Caroní (96 mil kilómetros cuadrados) respectivamente, un segmento importante del último pulmón vegetal del Planeta. Áreas donde se encuentran las reservas de agua dulce más importantes del país y generadoras del 60% de la energía hidroeléctrica del país. Esta región cuenta con recursos muy codiciados como el oro, diamante, coltán (también llamado Oro Negro), hierro, bauxita y otros; al mismo tiempo está habitada por pueblos indígenas como el mapoyo, piaroa, sanemá, akawayo, y pemón.
El régimen bolivariano no satisfecho con la entrega de nuestros recursos petroleros al capital extranjero (empresas mixtas) ahora ha procedido a ceder la cuenca del Caroní al capital transnacional, entre ellas la compañía canadiense Gold Reserve, portadora de una pésima fama y peor desempeño ético, fiscal y ambiental. Es pertinente señalar que la actividad minera de esta zona estratégica estará bajo el control exclusivo de la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (CAMIMPEG), adscrita al Ministerio Defensa. Es obvio, que los impactos negativos de esta acción vandálica en contra del medio ambiente habría que sumárselos a los ya generados por el proyecto de desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco.
El Proyecto del Arco Minero del Orinoco no tiene precedentes en la historia de nuestro país por su magnitud e intensidad. Se han invitado en forma complaciente a más de 130 compañías transnacionales procedentes de alrededor de 50 países para participar en el reparto de la región, en condiciones por demás privilegiadas como el de otorgarles exoneraciones totales o parciales del impuesto sobre la renta y del IVA, así como créditos blandos para sus operaciones comerciales.
Cabe recordar que a pesar de la utilización de una falaz retórica ambientalista, en la cual abundan términos como “endógeno”, “sustentable” o “ecosocialismo” la política de destrucción del medio ambiente ha sido un paradigma del proyecto facho-bolivariano desde su llegada al poder. Recordemos que el tan cuestionado decreto 1810 sobre la explotación minera del Imataca (Gobierno II Caldera), fue ratificado por el tte coronel mediante el decreto 3110 (09/2004) el cual consagró la minería en todos los niveles (pequeña, mediana y gran minería), lo cual comprometió más del 40% de la reserva forestal del Imataca. Mediante dicho decreto se legitimizó la destrucción de la zona boscosa del Imataca, La Paragua y El Caura y el inicio de operaciones de transnacionales mineras en toda la región. Ello, sin dejar de lado la construcción del tendido eléctrico que atraviesa la reserva de Imataca y del Parque Nacional Canaima, que fue inaugurado por los presidentes de Brasil y Venezuela en agosto del año 2000. Construcción que se dio en medio de airadas protestas de las comunidades indígenas en contra de dicho proyecto. Protestas que fueron descalificadas por el propio tte coronel quien llego afirmar: “El Gobierno debe garantizar la culminación del tendido eléctrico, a pesar de las posiciones de algunos grupos indígenas radicales, anárquicos, que no son la mayoría y que pueden estar siendo instigados por personas extrañas”. Estos falsarios que atentan contra nuestra biodiversidad hoy, son los mismos que prometieron proteger la Sierra de Imataca, El Amazonas y Guayana durante la campaña electoral del tte coronel (1998).
Tanto la explotación de la Faja Petrolífera del Orinoco como el Arco Minero del Orinoco forman parte del Eje de Desarrollo Orinoco-Apure, objetivo 3 del Plan de la Patria legado nauseabundo del insepulto de Sabaneta. Objetivos de clara impronta capitalista al margen de los malabarismos ideológicos con que se pretendan maquillar.
Bajo la peregrina idea de superar el rentismo petrolero el régimen fachobolivariano adelanta practicas depredadoras del medio ambiente y la entrega de nuestras riquezas al capital transnacional en nombre de una supuesta revolución redentora de los pobres.