De la fábula de niños alimentados con Perraharina a la realidad de gente engullendo perros
O.E.
Urge la creación de un escuadrón canino anticorrupción. ¿No hay sabuesos para recapturar evadidos, olfatear explosivos, contrabandos, alijos de estupefacientes y hasta para seguir el rastro a ilegales que ingresan por los caminos verdes?
El Mejor Amigo del Hombre no puede seguir indiferente a la lucha contra los depredadores de la Tesorería Pública. Sobre todo, ahora, que en cierta republiqueta, forajida y bolivariana, ha quedado en evidencia que la fruición, la comezón, el furor de Mesalina por meter mano en la Tesorería Pública supera en escala de Richter y onda expansiva, al terremoto más devastador.
Un perrito, barriobajero o Fifí, pulgoso, garrapatoso, sarnoso, pero honrado, es más metabolizable que un Contralor General, que nada ve, nada oye, nada dice, pero sobre todo, nada huele, ni aun, en los megaguisos más pestilentes de Cadivi, Simadi, Pdvsa, Corpoelec, Seniat.
Un barriobajero o Fifí, pulgoso, garrapatoso, sarnoso, pero honrado, es más metabolizable que un Contralor General, que nada ve, nada oye, nada dice
Pero regresemos a las posibles operaciones del escuadrón canino. Me parece verlo y oírlo todo:
Una noche loca, cierto alcalde capitalino, ex pela bola de solemnidad, presuntuoso, jactancioso, estrella, a toda velocidad, su Audi A7 allroad Quatro, en una intersección del lujoso vecindario donde reside. Pero cero, hits, cero errores, cero carreras. Ni siquiera un vigilante de tránsito levanta infracción. Es allí cuando emerge de la nocturnidad un integrante del escuadrón en ciernes. Levanta la pata y con la señal de costumbre “bautiza” al perpetrador. Que lo manden preso, sería exigir demasiado. Pero, que el “hasta los perros lo mean”, al menos, se constituya en estigma moral en los obscenos casos de riqueza súbita.
No debe seguírsele dando largas a la constitución del escuadrón canino anticorrupción. Aquella fábula de cierto desvergonzado, de niños alimentados con Perraharina ha quedado sobrepasada por la realidad concreta y espesa de gente engullendo perros, subproducto de la corrupción. Se la están poniendo difícil a los aspirantes al flamante escuadrón.