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La realidad histórica

Colas Venezuela

No podemos seguir con una estructura de gobierno que parece un club de amigos, una suma de parentelas


Julián Rivas

La pretensión de cercar a Venezuela, con el señor Almagro en la Organización de Estados Americanos pidiendo la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, es un triste episodio, que sin embargo revela amenazas contra la nación venezolana y nos obliga a ponernos en guardia. Debemos lamentar las penurias a las que han sometido al pueblo venezolano para rendir a nuestra nación y reclamar el relanzamiento de un auténtico proceso revolucionario. No hay otra.

En todo caso, estamos obligados a dar un giro revolucionario. No podemos seguir con una estructura de gobierno que parece un club de amigos, una suma de parentelas. Hay que combatir los vicios, irremisiblemente. Este es un pueblo luchador, que hoy tiene cierto recelo con la burocracia. Hace unas tres semanas, en medio de ese lamentable deterioro que sospechosamente ha caído la Línea Dos del Metro de Caracas, un señor del pueblo gritó que tiene un altar de Hugo Chávez en su casa, pero entre palabrotas dijo que está arrecho con el gobierno. Uno se pregunta, ¿por qué hemos llegado al “viva Chávez y no al mal gobierno”?

Pero hay agresión gringa, pretensiones hegemónicas para poner a Venezuela al servicio de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan). La burguesía local y sus partidos se han coaligado con gringos y oligarcas colombianos. Y mire que las pretensiones de Colombia son de rapacidad geopolítica, con raíces históricas. Ahora con agresivo pero silencioso uso de masas migratorias. Bogotá hace su juego. Irresponsable histórico será quien políticamente no prevenga este ardid bogotano.

Debemos seguir, enarbolando la idea de la Venezuela libre e independiente, derrotando a sujetos detestables como el Chúo Torrealba, agente de la CIA que quiere violencia en las calles. Ah y a Capriles. Pobrecito Capriles. Acaba de decir que la Carta Democrática no es contra Venezuela sino contra el gobierno. Como yo no obligo a nadie a leer mis notas, le digo a Capriles: ¿Mira, maricón, tú crees que vas a engañar a todo el mundo?.

Parece que no saben de historia. Doy un ejemplo: Sufrimos una guerra económica y la respuesta debe ser elevar el poder adquisitivo del trabajador para encararla. Obvio que el país tiene un cerco financiero. Pero el pueblo, que sabe que hay errores de dirección, espera correctivos al costo que sea. Se requiere sinceridad. No que se diga que todo se debe a que cayeron los precios del petróleo. Autocrítica, por favor. Hay que señalar y aplicar sanciones a los burócratas que le dieron dólares al señor de la Polar, y a los laboratorios, que se lo bailaron y no cumplieron compromisos.

La historia es maestra. Mire, Winston Churchill, héroe de la guerra, victorioso (gracias a los soviéticos). En la guerra Churchill dirigió un gobierno de unidad con los laboristas. Creyó que iba a ganar las elecciones de 1945. Las perdió. Churchill fue derrotado por un modesto profesor que enarboló un discurso de protección social de los trabajadores, Clemen Attlee. Churchill, del discurso en la guerra que ofreció sangre sudor y lágrimas al pueblo inglés, en la postguerra pretendió mantener el sudor y las lágrimas. Perdió con su viejo aliado.

Moraleja. Es errática la política de aumentar precios de alimentos y flexibilización laboral. Eso debe cesar. El pueblo es revolucionario. Repito, hay que agarrar el toro por los cachos. Con unidad de revolucionarios, sin falsos rojos.

Otra cosa, la orientación de la producción de comida. Otros países garantizan sus alimentos. Ninguno pretende ser autárquico, pero planifican e investigan como si ese fuera el objetivo. Por lo menos debemos proponernos ser exportadores de cacao, al extremo de entrar en la lista de los diez mayores exportadores. De frutas tropicales, parchitas, guayabas, aguacates. Hay que romper con el siglo veinte, con el caraqueñismo centralista. Con la burguesía centralista y chupadólares.

Por cierto, eso no se ve fácil. El centro de historia oficial en Venezuela está dominado por el centralismo caraqueño. Una curiosa migración de los discípulos de Elías Pino Iturrieta aterrizó en el chavismo. Pino Iturrieta es centralista, godo blanquizante, eurocéntrico, racista y escuálido. ¿Qué bueno va a salir de los coloquios de esta gente? Poco.

Vamos a ver si para el próximo aniversario de la Batalla de Carabobo siguen ocultando la presencia de los orientales y el segundo jefe patriota, luego de Simón Bolívar, Santiago Mariño.

Lamentable que todavía a estas alturas se quiera desconocer que la independencia se concretó en las bases del ejercito oriental que fundó Santiago Mariño y Juan Bautista Bideau. Que ese ejercito oriental sobrevivió a la Segunda a República, lo que no ocurrió con el ejército caraqueño. Ejemplo, el Batallón Barlovento se reconstruyo en Oriente. Es desde 1816 el giro exitoso de la independencia. Sucre, Anzoátegui, Piar, e incluso algunos oficiales del centro lograron gloria en campos de Oriente, como Bartolomé Salom y Pedro Chipia.

En Venezuela “hay que ponerse en la realidad histórica”, como dijo Miguel de Unamuno a propósito de las luchas del pueblo paraguayo bajo las supuestas tiranías de Rodríguez de Francia, López y Solano López. Ese pueblo defendió su suelo patrio contra tres ejércitos invasores. Lo mismo hará de nuevo el pueblo venezolano si los gringos pretenden intervenir en Venezuela.

Entonces, de acuerdo con Unamuno, a cada quien según su necesidad de libertades. La del dueño de la Polar es diferente a la del hombre del pueblo. Las libertades del pueblo venezolano se nutren y se fundamentan en la historia de la independencia nacional, en la guerra federal. Una historia grande que lamentablemente algunos no saben interpretar. Menos lo harán los discípulos de Pino Iturrieta que patinan, por muy doctos que sean, cuando tratan de explicar las expediciones de los patriotas desde Haití.

En Carache el alcalde se resiste a reconocer a Chipia porque asegura que ese patriota no existió. Hay aceptación entre muchos a la idea de bautizar el municipio con el nombre de Pedro Chipia, pero el alcalde sostiene que este héroe de El Juncal y de la Batalla de San Félix, las dos grandes batalles que en importancia siguen a Carabobo, no existió. Ja.

Otra cosa, lamentable que en Barcelona, capital de Anzoátegui, no exista una avenida importante con el nombre de Mariño y Bideau. Hay nombres de faranduleros en las calles. Hasta existe una estatua inmensa en memoria de Bombón, un humilde hombre del pueblo que rescato a un niño que se quedó pegando a un cable eléctrico mientras él se quedó pegado y murió.

Esto es triste. Vicencio Pérez Soto, esbirro gomecista que gobernó Apure y otros estados de Venezuela, tiene el mérito de rescatar los campos históricos de Apure. Sabe usted, estimado lector, al que agradezco que siga leyendo estas notas, que el sitio donde ocurrió la Batalla de El Juncal es desconocido hasta por los vecinos de Barcelona. Que en las ciudades del Oriente venezolano hay calles Juncal y pocos saben que eso se debe a la Batalla ocurrida el 27 de septiembre de 1816. Vamos a ver si ocultan esa fecha que va a ser bicentenaria justamente dentro de una docena de semanas.

Imperdonable olvidar a los libertadores de Oriente. Si los gringos nos invaden, con su planta insolente, con sus tropas drogadas, las costas de Anzoátegui, donde está El Juncal serán altamente sensibles. El Juncal está justamente al lado del complejo energético José Antonio Anzoátegui. Pedimos al gobierno de Anzoátegui, a la empresa petrolera nacional, que haga un campo histórico similar al Campo de Carabobo en este lugar. Eso esta por donde llaman ahora Los Potocos, junto a la vieja Parada Silva, en la ruta a la playa.

En Anzoátegui debe levantarse una plaza en honor a Bideau y el Batallón de Negros de Güiria que se inmoló en la Casa Fuerte de Barcelona el 7 de abril de 1817. Un pueblo que desconozca su historia, la repite peor. Ahí está España, nunca nos ha pedido perdón por sus crímenes en la guerra de independencia. Ahora los reaccionarios españoles nos exigen libertades. De España nos viene nuestra identidad, muy bien, pero el terrorismo de la monarquía española se cebó contra Venezuela a inicios del siglo diecinueve como no ocurrió contra ningún otro pueblo bajo su control colonial. Es la realidad histórica, gracias a Unamuno.