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Satrapía militarista bolivariana

Los dislates económicos han arruinado al aparato productivo nacional, profundizado el rentismo petrolero, hipotecado al país


José Rafael López Padrino

La tradicional doctrina militar venezolana (democrática burguesa) dejó de estar orientada por los principios de la Guerra de Tercera Generación ante un escenario conflictivo, y fue sustituida por la Doctrina Militar Bolivariana (DMB), batiburrillo facho-militarista consistente en una idolatría al ya fallecido capitoste supremo de Sabaneta -quien impuso un simbolismo militar en vida-, la instauración de un Estado militar totalitario y represor, el rechazo al pensar distinto al proyecto oficial, la militarización de la sociedad y de la justicia, y el alistamiento para una guerra popular prolongada o de cuarta generación. Vale acotar que la Doctrina Militar Bolivariana toma como referencia histórica a la Doctrina de la Seguridad Nacional, justificación ideológica que le permitió a las dictaduras militares del siglo pasado del Cono Sur liquidar al llamado «enemigo interno».

La DMB aparte de institucionalizar el culto a la personalidad del fallecido embaucador del siglo XXI, ha sistematizado el nuevo rol de la FAN como el brazo armado del Psuv a fin de garantizar su hegemonía y su continuidad en el poder mediante el uso de las armas. A tal fin se modificó la misión de garantizar la defensa del territorio nacional para dedicarse con exclusividad a preservar el orden interno, es decir el control militar del Estado, la militarización de la seguridad pública y de la sociedad así como la identificación y eliminación del enemigo interno. Al igual que las dictaduras del Cono Sur, los milicos bolivarianos apelan a la tesis del “amigo-enemigo” del jurista nazista Carl Schmitt para recrear el concepto del «enemigo interno», entiéndase el adversario político al cual hay que eliminar como lo han hecho en estos últimos años.

En efecto en los planes operativos de la FAN tipifican al enemigo interno como el ciudadano o grupo enemigo del proceso bolivariano. Lo definen como “personas o grupos organizados contrarios al Gobierno, que busquen desestabilizar y crear pánico en la población”, así como las “organizaciones políticas de la derecha que intenten crear un clima de ingobernabilidad, paralizando los sistemas de transporte público colectivo”. Igualmente catalogan como potenciales enemigos internos a los “gremios y sindicatos”. Se trata de crear en el seno de la FAN las bases legales y morales para justificar la destrucción y eliminación al enemigo interno mediante el uso del poder de las armas.

Además, esta doctrina perversa justifica el protagonismo del estamento armado en los distintos ámbitos de la vida nacional. Sus integrantes se consideran los depositarios del pensamiento del Libertador, de la representación popular, así como garantes y salvadores de la soberanía nacional. La FAN se ha convertido en el fiador de la gobernabilidad (“orden y paz social”), en el responsable de la continuidad del proyecto hegemónico capitalista explotador y protector de la nueva élite económica (la narco-boliburguesía).

La militarización no se ha circunscrito solamente a los ámbitos políticos (gobernaciones de Estados, ministerios, Asamblea Nacional, representaciones diplomáticas), social (control de la seguridad pública, universidades) y económico (control de empresas básicas, distribución de alimentos, PDVSA), sino de la justicia misma. Varias personas arrestadas durante las protestas en las colas por alimentos han sido juzgadas por tribunales militares en lugar de ser procesados por un juez natural a la causa, igualmente ciudadanos han sido confinados en cárceles militares (Ramo Verde). Violaciones constitucionales que han sido avaladas por el hamponato de la Sala Constitucional y la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia. Además, la pestilente bota militar bolivariana constituye el músculo represor en contra de quienes luchan por sus derechos sociales. Las ultimas protestas populares han demostrado claramente el rol intimidador, represivo y asesino de la FAN violando a su antojo los derechos humanos de los ciudadanos, incluyendo el derecho a la vida. A fin de cumplir con su “noble misión histórica” miembros de la FAN han asesinados a siete venezolanos en las protestas populares por la escasez de alimentos. La FAN se ha convertido en el principal sostén de la hegemonía excluyente representada por el fachochavismo. Se reeditan las atormentadas experiencia nazi-fascistas del siglo XX y los autoritarismos burocratizados del siglo XX y XXI.

La narco-falange bolivariana apelando a la DMB se empeña en construir falsas identidades patrias, como el mitificar al fallecido teniente coronel a fin de igualarlo históricamente con el Libertador Simón Bolívar. La exaltación de la figura del difunto ha llegado a niveles impensables, han creado una cátedra obligatoria en las instituciones militares titulada “Pensamiento del Comandante Supremo Hugo Chávez”. Bazofia que no es más que un calco de la visión facha de Norberto Ceresole sobre la relación entre el Ejército y el pueblo, con la conducción de un caudillo depositario de la divinidad de Bolívar.

El colapso de la satrapía bolivariana es inminente. Los dislates económicos iniciados por el fallecido filibustero del siglo XXI y continuadas por su incestuoso hijo de origen desconocido han arruinado al aparato productivo nacional, profundizado el rentismo petrolero, hipotecado al país, arruinado a Pdvsa y devaluado la moneda. Aunado a ello, la maquinaria clientelar dedicada a repartir las sobras de la renta petrolera entre los más necesitados ya no funciona. Los petrodólares ya no alcanzan para ello. La tan cacareada revolución bolivariana ha resultado una farsa, un total fracaso.

El régimen piensa engañosamente que mediante el uso de las bayonetas de la narco-falange bolivariana podrá superar la irreparable crisis económica, social y política que vive el país, aplastar la protesta popular, así como impedir el referéndum revocatorio.