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Editorial | Sufrimiento sin necesidad

Toda la crisis se ha podido evitar, Venezuela no sufre un cataclismo sorpresivo. Persistir en el error es de locos y la locura se ha apoderado de las cúpulas que detentan el poder


EDE

Cada vez que desde el Ejecutivo se anuncian medidas que van por la misma vía que nos ha conducido a la mayor de las crisis que ha vivido el país, queda la certeza de que estamos en una etapa que no debíamos haber vivido como sociedad.

Cada cola, cada sufrimiento por no conseguir los medicamentos o cada niño que crecerá sin las mismas oportunidades que otros mejor nutridos, son historias tristes que han podido evitarse. Venezuela no sufre un cataclismo sorpresivo. No ha sido un accidente lo que nos ha traído hasta aquí.

Si usted ojea las portadas de este periódico en los últimos tres años, por ejemplo, se dará cuenta de que una amplia gama de economistas de todas las tendencias, analistas de distintos calibres e historiadores calificados han advertido que sucedería justo lo que estamos padeciendo.

Siempre quedó claro que los controles derivarían en más corrupción

No eran brujos, tampoco superdotados: el drama se aproximaba y sólo faltaba querer ver la realidad. Siempre quedó claro que los controles derivarían en más corrupción, que la falta de producción nacional y la excesiva dependencia de las importaciones acabarían con la economía nacional y que la explosión social se aproxima cada vez que el Presidente tropieza con la misma piedra.

Una frase de Cicerón que ha vencido a los siglos dice que errar es de humanos, pero persistir en el error es de locos. En base a ella podríamos concluir que la locura se ha apoderado de las cúpulas que detentan el poder.

La falta de creatividad para enfrentar la crisis, la negación total de las causas que la generan, que la alimentan a diario, y unas soluciones destinadas a fracasar nos condenan como sociedad a más penurias y a tener que enfrentar una ruptura que nos marcará por siempre, porque de tanto desvarío nada bueno va a quedar.