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Al revocatorio le falta calle

Es evidente que lo que busca el Gobierno es ganar tiempo mientras encuentra la manera de zafarse de la situación comprometida en la que se encuentra


Oscar Battaglini

Todo parece indicar que ahora sí existen condiciones para que se produzca un diálogo entre el Gobierno y la oposición. De concretarse finalmente esa posibilidad, la oposición asistiría a ella en condiciones abiertamente favorables ante a un Gobierno desacreditado y aislado nacional e internacionalmente, endeudado y asediado por una serie de problemas que no está en capacidad de resolver ni en el corto, mediano o largo plazo, porque, en esencia, él representa la causa de esos problemas que hoy agobian a los venezolanos, entre los que destacan:

1.- La grave crisis económica y de abastecimiento de medicamentos y productos de primera necesidad.

2.- Una inflación que ha hecho añicos los salarios de los trabajadores y profesionales y que amenaza con convertirse en hiperinflación.

3.- Un desempleo exponencial que ha pretendido ocultarse con subterfugios que también están a la vista.

4.- El crecimiento igualmente exponencial de la pobreza como consecuencia de todo lo anterior.

5.- El fantasma del hambre que llama a la puerta de todos cuantos sobreviven de un salario. Basta ver las fotografías de prensa en las que grupos de personas no indigentes buscan desesperadamente en la basura algo que llevarse a la boca.

6.- El incontrolado crecimiento de la inseguridad: secuestros, sindicatos mafiosos, colectivos armados, pranato, megabandas y una OLP que ha establecido cifras records en detenciones indiscriminadas y ejecuciones extrajudiciales.

7.- El aislamiento político al cual ya hemos hecho referencia.

8.- La catastrófica derrota sufrida el pasado 6D, que implicó no sólo la pérdida completa de la Asamblea Nacional, sino la pérdida del apoyo popular con el que una vez contó, lo que los ha colocado (como están plenamente conscientes de ello) al borde del abismo.

La oposición por lo tanto -como hemos dicho- asiste a ese diálogo de manera holgada y en condiciones francamente ventajosas debido a que:

En primer lugar, se presenta desde una posición de fortaleza que le otorga la cohesión política alcanzada por sus fuerzas internas, sobre todo la que le imprime la rutilante victoria obtenida el 6D.

En segundo lugar, porque en ese diálogo, la oposición tiene mucho que ganar y poco o nada que perder.

En tercer lugar, porque no tiene que renunciar a nada de lo que viene siendo su posición política, ni hacer concesiones para entrar en dicho diálogo.

No tiene –por ejemplo- que renunciar a sus planteamientos fundamentales como son: la libertad de los presos políticos, la libertad de expresión y el derecho a la protesta legítima, la exigencia de autonomía de los poderes públicos, la condena a la injerencia militarista en la vida política del país; y sobre todo no tiene que renunciar a su iniciativa con respecto al referendo revocatorio en marcha como uno de los tantos mecanismos que contempla la Constitución Nacional, y que igualmente pueden implementarse para la superación del impasse político planteado actualmente en el país.

Una cosa que está suficientemente clara es que el madurismo no quiere en realidad ningún tipo de diálogo, y cuando dicen convenir, su actitud a este respecto es una farsa montada con la intención de engañar y confundir a la opinión pública nacional e internacional, inclusive a pretendidos mediadores como Zapatero, en quien uno pudiera suponer que su papel se corresponde con una posición sincera y en alguna medida, desinteresada.

En este sentido, el capitán Cabello reiteró, al mejor estilo cuartelario, que “si la oposición dice que no habrá diálogo sin revocatorio, entonces no habrá diálogo porque este año no va haber revocatorio”. “Ellos exigen que tiene que haber referendo para que haya diálogo, pues entonces no habrá referendo”, y: “entonces no va haber diálogo nunca porque en Venezuela no habrá revocatorio”. Remata declarando: “Yo voy a hacer lo que tenga que hacer para que aquí no haya referendo”, lo cual pone de manifiesto el enorme grado de preocupación que afecta su sindéresis.

Venezuela necesita imperiosamente terminar de sacudirse al chavismo oficial como la condición básica de su regeneración

Pero es evidente que lo que busca el Gobierno es ganar tiempo mientras encuentra la manera de zafarse de la situación comprometida en la que se encuentra.

Frente a esto no faltará quienes se opongan a participar de un diálogo en que una de las partes abriga aviesas intenciones.

A esas personas es necesario responderle que en política, por lo general, lo que se hace no es decidido libremente por los agentes que en ella participan o sobre quienes recae el protagonismo, sino por el criterio de lo que conviene o no a los intereses de las distintas agrupaciones en un momento determinado; del cual no es poca cosa la oportunidad que se presenta de desenmascarar las verdaderas intenciones del adversario.

En este tipo de negociación cuenta muy poco la conducta que el madurismo ha practicado en el pasado en contra de la oposición. Lo que sí cuenta, y mucho, son los objetivos que se pueden alcanzar en tales negociaciones.

Lo importante en este caso es lograr lo que se quiere, con el menor costo de esfuerzo y sacrificio. Hasta ahora todo parece muy difícil, pero no hay que perder de vista la situación desesperada en la que se encuentra el Gobierno, así como las enormes posibilidades que existen de sacarle o de arrancarle algunas concesiones.

De todos modos, si no se consigue este objetivo, pero se logra desenmascarar la maniobra del madurismo, se tendrá la satisfacción y el beneficio político de haber abortado la farsa con la que se pretende engañar a la opinión pública nacional y extranjera.

Mientras tanto, en el país se mantiene la dualidad de poder constituida por los resultados electorales del pasado 6D. Como hemos venido sosteniendo, este es el elemento que define la característica fundamental de la coyuntura política en la que nos encontramos, y que le confiere a la oposición una relativa ventaja frente a sus adversarios del Gobierno.

Se trata de una contradicción antagónica que sólo podrá romperse con la extirpación radical y definitiva de la burocracia chavista de la estructura del poder.

En esto no hay término medio; Venezuela necesita imperiosamente terminar de sacudirse al chavismo oficial como la condición básica de su regeneración, o lo que es lo mismo, para la completa superación de la pesadilla en la que nos ha sumergido este fenómeno.

Es muy cierto que el 6D colocó al chavismo oficial en cuenta regresiva; pero nuestro país necesita comenzar a recuperar el tiempo perdido a la brevedad posible.

De ahí la importancia que reviste la realización del referendo revocatorio. De más está decir que este debe ser el planteamiento más importante que la Mesa de la Unidad Democrática debe llevar al ámbito de la negociación que se establezca con el Gobierno.

En ese punto debe insistirse y no cejar hasta su consecución definitiva. Pero para ello, la MUD debe tener en cuenta que no basta con la presión que se haga en la mesa de negociación con el Gobierno.

En consecuencia, es preciso comprender que esa presión necesita ser acompañada de contundentes demostraciones de calle que refuercen lo planteado en la mesa de negociaciones.