En desgracia cae la sociedad donde impunemente delincuentes roban (hurtan) la leche de los niños
Jesús Silva R
He dicho en televisión que criticar sin proponer es malo.
Por eso propongo al Estado investigar y sancionar los delitos aquí señalados sin importar color político: o más retrasos de 7 horas en aerolíneas que le facilitan a lambucios el hurto de alimentos y medicinas de niños, niñas y adolescentes.
Es el caso que al regreso de un viaje internacional, abordé un vuelo de Avior con escala en Barcelona y destino a Caracas.
Como muchos venezolanos, aproveché los poquitos dólares que tenía para comprar algunas cosas que cuesta conseguir en nuestra Patria por culpa de la guerra económica.
Fue esencialmente un viaje de supervivencia en mi condición de responsable padre de familia.
Los atropellos empezaron en Barcelona. El vuelo estaba pautado para las 4:30 pm, pero me forzaron a perderlo dándome mis maletas a las 4:45 pm y obviamente no podía volar a Caracas sin ellas.
Luego me asignaron el vuelo a las 8 pm, pero al final despegó a las 11:45 pm luego de que una masa de 50 viajeros desesperados protestaron contra Avior por las 7 horas de retraso, situación realmente sospechosa.
Al calor de las protestas, una señora de la tercera edad gritaba: “Rateros de Avior están retrasando el avión a propósito para robarnos lo que tenemos en las maletas”. De inmediato, no menos de 20 personas indignadas apoyaron a la doña: “Sí, es verdad, rateros”.
Al instante fui asaltado por un pensamiento: “Me robaron la leche”. Recordé que había comprado cuatro paquetes de leche para mi hijo. En vez de meterlos en mi equipaje de mano, inocentemente los dejé en la maleta.
Ya esta había sido despojada de su envoltorio de plástico de “seguridad” y abierta por un “funcionario tributario” durante mi escala en Barcelona, quien se inspiró en los rayos X para abrir precisamente el equipaje que contenía leche.
Un guardia quiso detenerlo: “No se la abras, el señor es camarada, es el abogado que sale por TV”. Pero qué va, raudo y veloz el funcionario tributario con la hojilla abrió la maleta, los ojos le brillaban con hambre mientras comentaba: “¡Aja! traes leche, además arroz, caraota, champú, jabón, afeitadora desechable y bastante papel tualé”.
Serenamente le respondí: “Amigo, revise todo con confianza, yo sólo soy un ciudadano venezolano más que llevo comida para mi hijo y mi esposa”.
Al guardia le dije en tono amable: “No me ayudes, si es que de verdad me estás ayudando. No necesito chapa (enchufe), el que no la debe no la teme”. Posteriormente mi maleta fue depositada en la aeronave de Avior.
Ya a la 1 de la madrugada del día siguiente, cuando al fin llegué a Maiquetía y recogí mi equipaje decidí pernoctar con mi familia en un hotel de Vargas porque tomar autopista para Caracas a esa hora es un suicidio por la delincuencia (caso Mónica Spears).
Por último, poco antes de dormir confirmé que habían hurtado la leche de mi hijo. La banda de “Los Traga Leche” es la culpable.
En otros países rara vez te abren las maletas, salvo que los rayos X levanten sospechas de que llevas armas o drogas. Me consta al haber hecho decenas de viajes por países que son pioneros en seguridad aérea como Estados Unidos, Reino Unido, Francia y España.
En desgracia cae la sociedad donde impunemente delincuentes roban (hurtan) la leche de los niños. ¿Quiénes son los traga leche? ¿Los funcionarios tributarios? ¿Los guardias? ¿El personal de la línea aérea? ¿Todos los anteriores? Yo no tengo la respuesta.
La inocencia se presume y la culpabilidad se demuestra, así lo establece el principio del debido proceso, artículo 49 de la Carta Magna.
Unas muchachas de la TV que escucharon mi testimonio, comentaron: “Toma tu Patria”.