, ,

Acuerdo Nacional para salvar a Venezuela

La crisis ha generado una descomposición del PSUV y de la MUD. En su tragicómico enfrentamiento se desarreglan


Luis Fuenmayor Toro

Luchadores y dirigentes políticos y sociales de distintas procedencias y militancias se han dirigido a la nación para expresar que el rumbo tomado por la República es alarmante.

La polarización ha permitido al gobierno ejecutar un proyecto hegemónico que destruye las instituciones, profundiza la miseria y la ignorancia, divide a los venezolanos y conspira contra la nación.

Su fracción dominante se aferra al poder, violentando la Constitución y las leyes. Asistimos al secuestro de los poderes públicos, la inseguridad jurídica y la ruina de la justicia y defensa del ciudadano.

Se agregan la inexistencia legal de partidos políticos con excepción de la MUD y el PSUV, la inconstitucional suspensión de las elecciones regionales, las truculentas sentencias judiciales contra el proceso revocatorio y la ausencia práctica de la Asamblea Nacional, dadas las trabas inconstitucionales del TSJ y su “auto disolución” decretada por el Presidente de la República.

La población exige soluciones ante la escasez, inflación e inseguridad. No hay producción, el desempleo campea, los salarios son ridículos y los jóvenes se van ante la falta de futuro.

Los servicios públicos son casi inexistentes, las ciudades colapsan y la respuesta del Gobierno está signada por el sectarismo, la ignorancia y la codicia.

El miedo, la incertidumbre y la desesperanza se apoderan de la gente. Y todo esto luego de una década de abundantes ingresos malgastados y substraídos, que súbitamente ha llegado a su fin.

Es el fracaso del modelo exportador de materia prima, llevado al límite por el socialismo del siglo XXI que, como en el pasado, instrumentó una acumulación basada en el diferencial cambiario de divisas, que incitó las importaciones, frenó la producción nacional y generó enormes fortunas en nombre del auxilio a los sectores vulnerables.

Desde sus inicios, Chávez y parte de sus adversarios crearon un escenario polarizado, que restringió a sólo dos fuerzas las luchas políticas del país.

Como sustento del modelo se promulgó una legislación electoral, que impuso un sistema mayoritario carente de representación proporcional.

Los dislates económicos y los desenfrenos gubernamentales, la caída de los precios del petróleo y la muerte del líder, deterioraron el apoyo popular al proyecto hasta sufrir la derrota electoral de diciembre de 2015.

Hoy, Nicolás Maduro continúa el estímulo de la división y polarización de la sociedad e impone el abuso y el odio entre los venezolanos, basado en ideologizaciones que nos lesionan como nación y nos hacen vulnerables ante apetencias externas.

Sus medios son la manipulación, la mentira, el encubrimiento, la represión y la judicialización de toda protesta.

Por su parte, la MUD refuerza el esquema polarizado, para capitalizar el rechazo hacia el Gobierno. No facilita el diálogo, no abre caminos a las soluciones, ni propone cambios en el modelo estructural del país.

No ayuda en la reconciliación ni reinstitucionalización nacional. No atiende al bienestar de la gente, niega el pluralismo al impedir la participación de otras fuerzas políticas, congela el liderazgo y ayuda a mantener al país dividido.

Su obstinación propositiva y las competencias entre sus líderes le hacen imposible encarar un diálogo público transparente y no vergonzante con el Gobierno.

La crisis ha generado una descomposición del PSUV y de la MUD. En su tragicómico enfrentamiento se desarreglan y la polarización se resquebraja y tiende a desaparecer.

La gente rechaza a los bandos polarizados. No desea la continuidad de lo que hay, ni el regreso de lo que había, pero para la mayoría todo pasa por la salida de Maduro, como si ésta bastara para un nuevo rumbo.

Las grietas abiertas, sin embargo, pueden ser utilizadas para permitir una mayor participación política de grupos y sectores distintos a los hegemónicos.

Recientemente, el Papa nombra un representante como mediador y, aunque las declaraciones iniciales de ambos bandos al respecto fueron contradictorias, finalmente han tenido que sentarse e iniciar conversaciones.

Es terrible que hayan requerido de presiones internacionales, algunas de signo intervencionista, para ello. El diálogo iniciado, aunque traiga mayor tranquilidad ciudadana, no sirve a los intereses de la nación sino de quienes discuten y quienes median.

Legitima además la polarización que les ha servido para mantener sus hegemonías, al presentarse como los únicos capaces de dar solución a nuestros retos, problemas e insuficiencias.

El diálogo no incluye cuestiones políticas esenciales como la inexistencia actual de partidos políticos y la ausencia de proporcionalidad del sistema electoral vigente. Ante la complejidad existente se propone:

– Un acuerdo nacional de fuerzas plurales no ideologizadas, con un programa que corrija a corto plazo las aberraciones económicas, monetarias y fiscales; que lleve comida a la mesa, medicinas a farmacias y hospitales, derrote la inflación, arrincone la inseguridad personal y mejore el bienestar: “vivir debe dejar de ser un sufrimiento para los venezolanos”.

La relegitimación y legalización de los partidos políticos y el rescate de la proporcionalidad electoral constitucional se vuelven objetivos prioritarios en estos momentos.

-Esta alianza política y social debe presentar un programa a mediano y largo plazo, que impulse el desarrollo industrial, comenzando con el sector petrolero, para dar paso a la producción de bienes de alto valor agregado; que desarrolle las ciencias y la tecnología nacional, la educación de calidad y el empleo formal calificado, sustentable y bien remunerado.

Que rescate la inmunidad de jurisdicción del Estado, defienda la soberanía y la integridad territorial, proponga la construcción de ciudades concentradoras de servicios, proteja el ambiente, establezca relaciones internacionales de iguales e impulse una Fuerza Armada tecnológicamente capacitada para garantizar su autonomía.    

La Venezuela contemporánea debe superar odios, vicios y carencias, y tomar definitivamente el camino del desarrollo, la grandeza y el bienestar de todos.