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La inculpación: pueril estrategia de gobierno

La función básica de un gobierno es solucionar entrabamientos, liberar fórmulas y abrir vías hacia resultados positivos


Gustavo Luis Carrera

El ejercicio del poder requiere de un proyecto determinado y de un plan de acción para llevar a la práctica dicho proyecto. Es una relación consecuencial y solidaria entre la teoría y la práctica.

Así, toda ejecutoria gubernamental debe seguir un enlazamiento lógico entre lo propuesto y lo realizado. Y la política es el arte de lo inmediato, de lo evidente.

LA INOPERANCIA. El fracaso de un sistema de gobierno se advierte en la praxis cotidiana, en lo que ocurre en el día a día. No es un veredicto futurista el que juzga un ejercicio económico y social; es la realidad palpable del presente.

Y allí radica la vida y la muerte de un proyecto político: su éxito es manifiesto, se da al mismo tiempo que se realiza; su fracaso es igualmente inmediato, no queda para una futura valoración. Es la diferencia radical entre la política, inmanente, y el arte, trascendente.

EL RECURSO FRAUDULENTO DE LA INCULPACIÓN. El fracaso de un gobierno, como el que tenemos a la vista, en producción, abastecimiento, equidad social, seguridad pública, combate de la corrupción y de los ilícitos, no perdona en su enjuiciamiento totalmente negativo.

Es el fracaso de un sistema por inoperancia, por incapacidad palmaria. Y los medios gubernamentales recurren entonces a la pueril estrategia de la inculpación: para todas y cada una de las carencias y de las fallas hay un culpable ajeno al gobierno.

Esto, que parece ingenuo, infantil (sin cuestionar la infancia), es adoptado de una manera sistemática. Es una aberración, destinada a engañar a incautos.

Es una actitud grotesca y perversa. Inclusive llega a la ridiculez. Pero, logra impresionar a los impresionables adeptos al régimen.

Esta técnica elusiva, que es la inculpación, ha llegado, en la actualidad, a extremos inconcebibles.

Si hay una aniquiladora escasez alimentaria, es culpa del imperialismo; la ausencia criminal de medicamentos, es culpa de la CIA; la inseguridad pública es culpa de anteriores gobiernos democráticos; las fallas en el suministro de electricidad y de agua son culpa del sabotaje de parte de los trabajadores, o de la intervención perversa de animales que se electrocutan interrumpiendo malignamente los servicios.

La estulticia es tan evidente que no requiere señalamiento.   

EVIDENCIA DE LA INCAPACIDAD. El régimen no encuentra manera de combatir los abusos en los precios de los productos y en los cobros de los servicios; no halla modo de controlar a los aprovechadores de la escasez; no tiene forma de contener a los altos representantes del propio gobierno que se enriquecen bestial y vorazmente.

Es la indefensión de toda una población. De hecho, la función básica de un gobierno es solucionar entrabamientos, liberar fórmulas y abrir vías hacia resultados positivos para una población, para toda una sociedad.

Es su función esencial; para ello se le designó y para ello se le paga: recibe un abultado presupuesto para un pobre o nulo resultado.

Es la muestra de una atrofia política.  Y es la evidencia de la incapacidad de un régimen. Y ya no hay inculpación que valga como pueril excusa.

VÁLVULA: “La suma de la inoperancia más la inculpación, en fraudulenta búsqueda de culpables utópicos, evidencian forzosamente un resultado incontrovertible:  el destructivo fracaso de un sistema de gobierno”.

glcarrera@yahoo.com