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Más libertad de expresión para el pueblo

La apertura de los medios de comunicación al pensamiento crítico del pueblo todavía encuentra resistencias y no se ha logrado totalmente


Jesús Silva R

Dejen que el pueblo diga lo que le da la gana en la televisión y demás medios de comunicación. La libertad de expresión (L.E.) es un derecho humano tan importante como la vida, porque sin ella muere una parte vital de los seres humanos: la dignidad de decir lo que uno piensa y comunicarlo libremente a los demás.

En nuestro programa La Propuesta, de todos los lunes a las 12 del mediodía, por el canal TVES abordamos este tema. Ver video: Vladimir Villegas con Jesús Silva sin censura en TV del Estado.

Villegas ha advertido que a su juicio la TV del Estado sólo muestra a los opositores para denostar (injuriar) de ellos, pues este momento de la TV pretende demostrar que es posible contraponer ideas con respeto y altura.

Entrando en el tema principal, en mi opinión, ciertamente la L.E. se convierte en un polémico asunto porque en la lucha por el poder político dentro de un país, la L.E. no es puramente un derecho humano o valor democrático sino una herramienta de poder dependiendo de quién la ejerce, si se trata de un ciudadano o comunidad entonces su L.E. es sólo la manifestación de un derecho humano que merece absoluto respeto y garantías en un Estado Democrático y Social, de Derecho y de Justicia.

Pero cuando la L.E. (y libertad de información) la invocan los grupos económicos, dotados de plataformas de expresión masiva que alcanzan a miles o millones de personas, los hechos revelan que se trata esencialmente de un acto de poder político al servicio de sus propietarios y por ello merece un tratamiento diferenciado para regular esa libertad (poder) empresarial y proteger la soberanía nacional, es decir, que ningún poder fáctico (no elegido por el voto) se imponga sobre el pueblo.

Esto es así porque con el desarrollo trepidante de la ciencia y la tecnología en medios de comunicación, tener poder comunicacional es tener enorme poder político (y económico), es decir, capacidad de influir en millones de ciudadanos (opinión pública) y desde allí incidir en los acontecimientos más relevantes de pueblos y países, por ejemplo: elecciones, ascenso y caída de un régimen, reputación internacional de un país, etc.

En resumen, con el poder mediático hay muchas cosas importantes en juego como para que el Estado se inhiba de ejercer su potestad constitucional de regular el espacio radioeléctrico nacional y las respectivas concesiones en función del interés social.

Para quienes pertenecemos a la clase trabajadora y luchamos convencidamente por sus intereses, nuestro objetivo es que el poder popular pase de lo abstracto a lo concreto, de lo retórico a lo políticamente efectivo, y así como el marxismo nos orienta a que el pueblo trabajador debe dirigir las fábricas para construir el socialismo, pues en el siglo XXI debe tener fuerte presencia en los medios de comunicación.

Tal presencia no debe consistir solamente en la exhibición de la masa popular en multitudes que corean consignas efusivas, sino también mediante la L.E. de individualidades del pueblo (gente de a pie), que sin ser empresarios ni burócratas ni voceros asalariados, puedan argumentar críticas, solicitudes y propuestas a través de medios de comunicación (públicos y privados) sin más limitaciones que las que impone la Constitución.

Esa apertura de los medios de comunicación al pensamiento crítico (L.E.) del pueblo todavía encuentra resistencias y no se ha logrado totalmente, pero es el propio pueblo quien debe luchar por vencerlas, sólo así se podrá garantizar el contrapeso democrático y la socialización frente a la «supremacía comunicacional» que emana de dos gigantes de la sociedad actual: la empresa privada y el Estado.

Necesario es consolidar un Estado popular de la comunicación.

http://jesusmanuelsilva.blogspot.com