Lo primero, es lo primero. Primero: “Guisa que algo queda”
O.E
¡Venirnos a nosotros con Mesas de Diálogo! Aquí la ya vigente ¡y pa’ gozá! Lo primero, es lo primero. Primero: “Guisa que algo queda”. Desde una coima por la adjudicación, a dedo, de sillas de ruedas para huerfanitos, hasta un “voy pegao” por área de explotación –y depredación del ambiente- en el Arco Minero.
Segundo: “Guisa que algo queda”, porque es lo primero y lo segundo, también.
Tercero: “Echa plomo y no veas el cómo”. El gentío se alebresta porque no hay comida, agua, medicinas. ¡Plomo, carrizo! Y si no agarran mínimo con la Polinacional, la Guardia Nacional Bolivariana –el deshonor es su divisa– las milicias y los Colectivos del Amor, azúzales a las megabandas, que para eso son, franquicias bolivarianas o Zonas de Paz, miti y miti, con licencia para matar.
Cuarto: “Guisa que algo queda”. Nunca están de más los recordatorios.
Quinto: Burribigote declaró que la Robo-lución había logrado una clamorosa victoria con la Mesa de Diálogo mientras que la Cancillera denunció que tal Mesa, lo que buscaba era dar golpe de Estado.
¿Dónde estará metido el camarado Goebbels, con aquello que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”? Que se venga para la Bolivariana, para que vea que aquí, la cobas, las repetimos, mil, un millar, varios millones de veces, no importa cuánto se contradigan, entre sí.
Sexto: Y ahora, un episodio arrancado de la vida misma. Porque en lugar de la Mesa los bolivarianos tienen el jergón de diálogo:
Son las 4:00 a.m. en el pen ¡jau! de los bolivarianos Yakelingertrudis y Freddigüilliams II de la Lagunita Countriss Cloussses. De pronto, se escucha el chillido de una sierra hidráulica.
– ¡Despierta, Freddigüilliams II, que como que nos están serruchando nuestra bóveda de caudales!
– El sonido se parece al del esmeril de alta potencia del camarado Diosdado ¡Esas son palabras mayores! Voy a tener que sacar mi Kalashnikov.
Pero no. Falsa alarma. Era Clintonvizquel, menorcito de la familia, paradigma del Hombre Nuevo que estaba abusando de la modesta trabajadora doméstica de la mansión. “ Y que nadie se queje, porque si me comparan con los narcosobrinos –enfatiza el menorcito- soy un adolescento decente”.