Indigna pensar que algunos soldados puedan gozar al agredir a sus compatriotas con tanta saña
Tamara Suju Roa
A lo largo de estos 17 años de deterioro moral de la Fuerza Armada, y digo deterioro moral porque no sé que es peor, si verlos cantar consignas alusivas a una corriente política, formados como batallón de focas, verlos usar mujeres y niños para justificar una actividad militar propia de un desquiciado que argumenta que se prepara para una guerra imaginaria que ya estaba en mente del difunto Chávez, y que parece que se la inoculó antes de morir, o ver cómo los hijos de esta patria nuestra son torturados y maltratados, incluso asesinados por manifestar y pensar distinto, por algunos miembros de esa Fuerza Armada que juró defender a Venezuela y su Constitución.
El horror plasmado en las caras de las victimas del uso excesivo y abusivo de la fuerza pública, aquellas que nunca olvidarán quienes son esos soldados usados vilmente para torturarlos y maltratarlos, es algo que no podré borrar de mi memoria. Cada vez que escucho o recibo un nuevo testimonio, me indigna pensar que esos soldados puedan gozar al agredir a sus compatriotas con tanta saña, enfermos de mente, porque nadie en su sano juicio puede arremeter de esa manera contra un joven, una mujer o un anciano.
Quizás sea este el mayor daño que el desgraciado proyecto de poder llamado “revolución del siglo XXI” le ha hecho a quienes han sido utilizados y de alguna manera adoctrinados para servirla, y garantizar su subsistencia y perpetuidad. Esa especie de odio al ciudadano, al que exige sus derechos y defiende su libertad, al que manifiesta su descontento por este barco a la deriva que es hoy nuestro país, conducido por la mafia de la corrupción, del narcotráfico y de los más viles delitos de violación de DDHH del continente.
Lo más indignante es oírlos hablar de “democracia” y respeto a la ley cuando persiguen, encarcelan, torturan, matan, conculcan los derechos constitucionales civiles y políticos de todos, y usando el dinero de la renta nacional viajan por el mundo para justificar la quiebra de un país petrolero, que tiene a sus hijos comiendo basura, a sus enfermos muriendo por falta de medicinas, a sus presos y ancianos muriendo por desnutrición y a la oposición, a quienes piensan distinto, a quienes se oponen valientemente a esta mafia que nos gobierna armada y vil, perseguida, presa o exiliada, e incluso siendo juzgada por tribunales militares, utilizados para demostrar que la institución es un brazo más de la tiranía.
Usted, general Padrino, sabe y conoce quiénes son. Usted sabe cómo han formado guerrillas urbanas, paramilitares que han hecho de barrios enteros, territorios donde ni la misma Fuerza Armada puede acceder. Usted conoce perfectamente las alianzas del régimen con el narcotráfico internacional, conoce el peligro que significa las relaciones con Irán y el fundamentalismo islámico, conoce cómo están acabando con nuestra selva, patrimonio de la humanidad, permitiendo desesperadamente la explotación minera, sin estudiar el daño ecológico ni pensar en qué le vamos a heredar a nuestros hijos y nietos.
Usted debe conocer el malestar interno, porque esos soldados, esos oficiales, también son venezolanos y tienen familia, y yo estoy segura que la gran mayoría no quiere para sus hijos el horror que se está viviendo hoy, y no quieren que crezcan bajo la amenaza, la delincuencia desatada, el adoctrinamiento, la desidia y el abandono en el que están las instituciones y los servicios públicos, la mala educación que se complementa con la mala alimentación, afectando su desarrollo intelectual y su crecimiento. Muchos han sido desincorporados, otros se están yendo en masas y la mayoría aguanta porque necesita el sueldo. Pero pregúntese usted, general, cuántos están dispuestos verdaderamente a enfrentarse contra sus propios compatriotas, esos que Maduro insiste en llamar enemigos de la revolución, si en algún momento sucediera.
La historia lo juzgará, general. Porque solo usted ha escogido estar del lado de la historia que ante los ojos del mundo, es la de la tiranía y la opresión. Usted ha escogido estar del lado de los opresores, de los que han permitido que el castrocomunismo se infiltre en nuestros sistema de identificación, registros y notarias, sistema de salud, inteligencia social y educación y, además, en los cuarteles. El entreguismo de Venezuela a los Castro por parte del régimen de Chávez-Maduro debe ser estudiado minuciosamente por expertos que nos expliquen y dejen constancia en la historia, cómo fueron capaces de poner en manos de la dictadura más longeva e inepta del mundo el futuro de nuestro país, de Venezuela.
Los venezolanos sí estamos en guerra, general Padrino, en guerra contra la corrupción, el despilfarro de nuestras riquezas, por el respeto de nuestros derechos constitucionales, contra la alevosía de un tirano que quiere que los venezolanos nos enfrentemos los unos con los otros, provocado por el miedo que tiene a medirse y perder el poder, porque sabe que cuando esto suceda, la olla podrida que encontraremos en la administración pública será recordada como la peor en toda la historia latinoamericana.
Venezuela clama hoy por sus ciudadanos. Venezuela necesita de todos aquellos que puedan trabajar para devolverle el Estado de Derecho y de justicia, la independencia de los poderes y las instituciones del Estado, la seguridad y verdadera paz social, el respeto a la libertad de pensamiento y opinión, de concordia y solidaridad y, ante todo, el uso de sus riquezas naturales y su renta petrolera para beneficio de los venezolanos.