Las demandas de cambio se fortalece en medio de un escenario de conflictividad. Expertos prevén que el conflicto político heredado del 2016 se mantenga a medida que crece la tensión social y aumenta la crisis económica
Mónica Duarte
Nicolás Maduro ha catalogado el 2017 como “el año de la recuperación”, pero las perspectivas para el primer trimestre parecen no darle la razón a las proyecciones del presidente. Con un creciente descontento popular los analistas políticos prevén un escenario de conflictividad en puertas que puede incidir en una mayor represión estatal y un desconocimiento total de la disidencia.
El mes de enero, estrictamente, ha estado marcado por nuevas medidas gubernamentales como el nuevo gabinete ministerial, una directiva de la Asamblea Nacional (AN) renovada, el cono monetario ampliado, un aumento del salario mínimo y anuncios en el mercado cambiario.
Pero las expectativas de confrontación y crisis económica se renuevan ante un conflicto político heredado de 2016 que ha mantenido el desconocimiento del parlamento por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y ha llevado a la declaratoria del abandono del cargo del presidente Maduro desde la AN.
El historiador y politólogo Guillermo Tell Aveledo señala que esta última acción es una expresión dentro de la Asamblea del descontento que no se pudo manifestar electoralmente el año pasado, aunque duda de su eficacia real. “Estamos ante una situación de no definición y desasosiego político, porque la Constitución es muy poco flexible y solo permite la resolución del conflicto con el revocatorio, cualquier otra herramienta como una constituyente o una reforma pasa por una interpretación bastante heterodoxa de la Constitución que dependerá de quién tiene el poder para imponerse y el 2016 demostró que el único actor capaz de hacer cumplir su voluntad eficazmente es el Estado-Psuv”.
Ya en su primera alocución del año, Maduro manifestó que el parlamento va rumbo a la «autodisolución y convocatoria de nuevas elecciones», además ha asegurado que pedirá en las negociaciones del diálogo la «mediación» en el conflicto que tiene «secuestrada» a la Asamblea. Este panorama la hizo tangible al presentar, de forma inédita, su memoria y cuenta anual ante el TSJ.
Para el politólogo y profesor universitario Jhon Magdaleno, director de la firma consultora Polity, ese escenario representa el primer gran reto político para la oposición en 2017: “intentar que el parlamento tenga un mínimo de eficacia política” y contener el esfuerzo del resto poderes públicos por neutralizar su ámbito de competencia.
“En el corto plazo quien gana en el terreno de las instituciones públicas es el chavismo»
“En el corto plazo quien gana en el terreno de las instituciones públicas es el chavismo, gana porque logra contener al parlamento en su ámbito de actuación natural, pero se pone de espalda a la voluntad de la mayoría de la población y eso traerá un costo en su legitimidad en mediano plazo”.
Además, el politólogo advierte que el nivel de cohesión de ambos bloques es una variable que hay que monitorear para poder definir el futuro político del país. “Si bien el mantenimiento del espíritu unitario es el máximo desafío que tiene la cúpula política de la oposición, en virtud de las contradicciones que hubo ya a final de año con motivo de la no realización del referendo. Lograr un mínimo de coordinación y cohesión también es un reto para el chavismo, que en su mayoría no está pensando solo en las elecciones regionales y municipales sino en la elección presidencial del 2018”, asegura Magdaleno.
En este aspecto Tell Aveledo destaca que las pistas que determinarán la unidad interna está en los nuevos liderazgos que se perfilan en el 2017. Por su parte, la oposición comienza el año con la figura de Julio Borges al frente de la AN, en un papel que el analista juzga como “conciliador”, propenso a ganar popularidad y aceptación por un bono de exposición pública.
Mientras que en el chavismo la evolución y el arreglo de los conflictos internos parece haberse dilucidado con los recientes nombramientos ministeriales de un ala más radical que profundizará el modelo, como señala Edgard Gutiérrez, presidente de la encuestadora Venebarómetro.
“Lo cierto es que desde que Chávez murió la coalición del chavismo ha estado más unida que desunida. Salvo la deserción de marea socialista y algunas figuras aisladas, lo demás son ruidos externos porque el modelo se ha reforzado”, sentencia.
Conflictividad inminente
Según los pronósticos del Fondo Monetario Internacional, la inflación venezolana rozará 2.000 % en 2017, además se contraerá la actividad económica en 4,5 puntos y el desempleo estará en 20 %. Pero el panorama financiero también estará marcado por un presupuesto de gasto anual desconocido, la esperanza de alza en los precios del petróleo tras los acuerdos de la Opep y la llegada de los nuevos billetes al país.
Esta situación concretará lo que los analistas han determinado como un agravamiento mayor de la crisis económica y una insuficiencia fiscal para el mantenimiento del gobierno. Para John Magadaleno y Edgard Gutiérrez el entorno planteado traerá una consecuencia social que podría traducirse en mayores niveles de protesta, saqueos y malestar social.
“El malestar social derivado de la crisis económica se puede convertir en energía potencial para un cambio político”
Pero lo que se perfila como reto para el gobierno nacional puede ser una oportunidad para los líderes de la MUD, manifiestan los analistas. “La oposición tendrá que canalizar el malestar social e irritación derivado de la crisis económica y convertir esa energía potencial, de un descontento que registran las encuestas en 8 de cada 10 venezolanos, en un poder en movimiento capaz de estimular un cambio político”, explica Magdaleno.
Para este politólogo, el aumento en la irritación colectiva terminará por socavar las bases de legitimidad política del gobierno que ya ubica sus niveles de desaprobación entre el 70 % y 80 %. “Esto se traduce en un creciente desafío a las autoridades pública y un estado de creciente ingobernabilidad pudiendo ocurrir un proceso de convulsión social que conduzca a brotes un poco más intensivos de los que hemos visto”.
Tell Aveledo asegura que esta relación se produce porque la sociedad venezolana asocia el nivel de bienestar con la libertad, por lo que la carencia de calidad de vida lleva a reconsiderar una mayor presión política.
“Esa sería en última medida lo que desgaste al gobierno. Sin embargo, los niveles de desaprobación popular pueden no traducirse en una conflictividad que acabe con el régimen, si bien ocurren pequeños episodios casi a diario ese tipo de manifestaciones aunque pueden estar justificadas en acciones contra el gobierno no son causa de pérdida de poder”.
En 2016 el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social ya registraba más de 6.000 protestas a nivel nacional
Edgar Gutiérrez respalda esta perspectiva y asegura que la tensión social ya está produciendo estallidos en cámara lenta y en diferentes lugares pero que el futuro de estos movimientos dependerá de su canalización política. En 2016 el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social ya registraba más de 6.000 protestas a nivel nacional que movilizaron a la población entorno a exigencias alimentarias y políticas.
Basándose en ello, Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la Ucab, afirma que esa alta disposición a protestar se incrementará en los meses cercanos y que los niveles de masificación de las manifestaciones determinarán su éxito o fracaso.
“Normalmente lo que hace que la gente se movilice tiene que ver con las expectativas de efectividad. Además, los países donde las protestas han tendido a masificarse lo hacen cuando el nivel de violencia es bajo, porque esta impone barreras físicas, psicológicas y morales a la participación. En eso también influye quien convoca la protesta y con qué objetivo, pero en la evolución de esos procesos lo más importante es cómo se maneja la violencia”, explica Alarcón.
El abogado también asoma otra perspectiva donde sugiere que la creciente demanda de cambio sumada a la crítica al liderazgo opositor en el último trimestre podría propiciar el surgimiento de nuevas caras con estratégicas políticas frescas que conecten con la sensación de irritación en la calle.
Urgencia electoral
Una salida insurreccional no es el único escenario que plantean los expertos, pues para ellos la opción por la que la oposición deberá ejercer mayor presión es la consolidación de un cronograma electoral cercano que desde 2016 el Consejo Nacional Electoral ha mantenido en mora.
De acuerdo con el mandato constitucional, los nuevos gobernadores debieron elegirse en diciembre pasado aunque la convocatoria a sufragio que había sido prometida para el primer semestre de este año aún no se realiza.
Pero este retraso no es lo único que preocupa, unas condiciones más desiguales para la oposición en la campaña e incluso la amenaza de fraude electoral que «existe como nunca antes”, ha despertado las alarmas de John Magdaleno.
“Sin elecciones no hay cambio político”
“Sin elecciones no hay cambio político”, así lo expresa el politólogo al referirse a la urgente necesidad que tiene el país de una convocatoria al sufragio, “porque si la disputa sigue transcurriendo en el terreno de las instituciones públicas no habrá solución”. Sin embargo, para el analista cualquier «válvula de salida” que se le presente a la población para satisfacer la demanda de cambio va a ser utilizada, bien sea institucional o no.
“La posibilidad de un estallido social está más latente que nunca frente a la gravedad de la crisis, pero en el panorama práctico la que se presente primero será la oportunidad que tomará la población. Una cosa puede llamar a la otra, si se presenta un eventual estallido eso podría presionar a que se convoquen a elecciones”, afirma Magdaleno quien cree que no hay manera de que en este momento el chavismo gane una elección a nivel nacional.
En ese contexto, la oposición ha asomado dos rutas electorales posibles para este año: la celebración de los comicios regionales atrasados o el adelanto de unas elecciones presidenciales como alternativa más prometedora que la espera hasta la fecha de 2018.
Guillermo Tell asegura que estas elecciones regionales no van a hacer perder el poder nacional «pero puede ser el canto de salida». El historiador recuerda el caso de las votaciones municipales y de gobernadores en 1995, que terminaron por anular la perspectiva de un mandato de Convergencia-Mas en el año 1998 luego de la derrota de este grupo en las regionales.
“No hay que olvidar que el gobierno aun puede ganar hasta 12 gobernaciones si convoca a elecciones en el momento correcto para él, hay que cuidar unas expectativas muy altas ante una posible derrota electoral del chavismo”, afirma Tell Aveledo.
Alarcón coincide con él al asegurar que el chavismo está en su piso político pero su medición de riesgos podría hacerle ganar tiempo para una posible recuperación. “Esto llevaría a la oposición a apresurarse para solicitar una fecha pues debe aprovechar que existe una profunda conexión de la gente con la salida electoral”.
«el gobierno aun puede ganar hasta 12 gobernaciones si convoca a elecciones en el momento correcto para él»
Represión y militarización
Con los 12 nuevos nombramientos, el gabinete ejecutivo estaría formado en un tercio de sus miembros por militares. Esta nueva característica se sumaría a los anuncios que en 2016 marcaron los planes de seguridad, abastecimiento y producción nacional: una mayor participación de las Fuerzas Armadas dentro de las acciones gubernamentales.
Añadido a esto, los expertos señalan que la estrategia política podría dirigirse hacia nuevas acciones de represión en la calle como respuesta a ese posible escenario de protestas masivas.
“Tener a Tareck El Aisami de vicepresidente y anunciar un comando antigolpe son medidas que pronostican el aumento de la represión contra la sociedad venezolana y más militarización en las medidas de gobierno”, sostiene Guillermo Tell Aveledo.
“Tener a Tareck El Aissami de vicepresidente pronostica aumento de la represión”
Tanto el historiador como el resto de los analistas se apresuran en respaldar esta creencia en la falta de “factura política”, a nivel nacional e internacional, a este tipo de decisiones que deja al Estado “sin demasiados riesgos y lo pone en una posición muy cómoda para cualquier enfrentamiento”.
Gutiérrez, presidente de Venebarómetro, califica el entorno cercano como un periodo de difícil de comunicación, de hostigamiento, represión selectiva y castramiento de dirigentes que termina en una situación de avance autoritario y perplejidad “en el marco de la calamidad”. Señala que esto requiere el planteamiento de nuevas reglas de juego ante «un gobierno que hace lo que quiera sin respetar reglas democráticas».
Diálogo sin futuro
Las mesas de negociación del diálogo parecen estar en un proceso de congelamiento luego de la última reunión entre gobierno y oposición el 6 de diciembre de 2016. Los especialistas aseguran que parte de este estancamiento se ha dado por la mala metodología del proceso de conversación en el que las partes no tomaron en serio los acuerdos e improvisaron los encuentros.
Pero a pesar de la falta de disposición, se hace necesaria esta instancia cuando todos los actores políticos están en mutuo desconocimiento y mutua deslegitimación. «El panorama lleva a una situación preinsurreccional y parte del problema es el que Estado tiene una ideología que le hace imposible conciliar y el sector de la oposición, que es grande, no tiene realmente poder para negociar”, afirma el politólogo e historiador Guillermo Tell Aveledo.
Para Benigno Alarcón, del Centro de Estudios políticos de la Ucab, el camino de la mesa de diálogo dependerá de el respeto y rescate de los acuerdos previos que no han sido honrados, “sino no tendría sentido estar sentado en un proceso moribundo”.
“Mientras el gobierno no tenga una alternativa que sea peor que sentarse a dialogar no va a ceder absolutamente nada y si no hay amenazas que dependan de la acción de la oposición no hay mucho que esperar del diálogo. El éxito dependerá a lo que está pasando afuera de él, en términos de conflictividad y panorama electoral”, explica Alarcón.
Si quieres contactar al autor de esta historia, escribe a: monicaduarte@larazon.net