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Cuentos de luna

Literariamente, el micro-relato ha sido persistente, y a veces exitoso, propósito de narradores


 

Gustavo Luis Carrera  

El micro-relato, o microrrelato, es una forma –estructura y estilo– peculiar del cuento. Se emparenta con la tradición popular del «caso» –o cacho–, que es la forma concisa de los cuentos de villas y caminos. El contador de cuentos, según la oportunidad y el público, opta por la forma compendiada del relato: este rostro abreviado logra un impacto más directo, de aceptación inmediata; mientras el contador disfruta del inocultable asombro o de la risa explosiva de los presentes. Es el privilegio incontestable de la oralidad.

EL MICRO-RELATO LITERARIO. Literariamente, el micro-relato ha sido persistente, y a veces exitoso, propósito de narradores. Es como si su arte expansivo de pronto ansiara la comprensión aforística de la síntesis y de la depuración expresiva. Pero, su logro se dificulta en particular: la intensidad abrevia el camino y detesta la retórica.

Los antecedentes de este orden familiar del cuento (o minicuento, y hasta nanorrelato), son de marcada antigüedad. En el conocimiento común sobresalen las parábolas de Jesús, que son microrrelatos de los evangelios; el Pachatantra de la India; obras de románticos alemanes, de vanguardistas y modernistas. Hasta se habla del espacio disponible en revistas. En todo caso, lo determinante es su cultivo contemporáneo.

CUENTOS DE LUNA. Este arte narrativo minimalista ha seducido a Rossana Salas Lobo con su selecta colección de microrrelatos o microcuentos «Cuentos de luna» (Editores RenkÜ. Santiago de Chile. 2014). Su búsqueda de concentración accional es exitosa. Su depuración expresiva es sostenida. Su «mundo trágico» es conmovedor. La exigencia del buen gusto está alerta. Así, los desniveles entre textos son naturales: ¿qué obra, en certidumbre, está libre de altos y bajos? Lo significativo es el balance. Y allí pesan los valores propios de relatos sobresalientes: «Agonía», «El inmigrante», «La ventana», «El río», «Aquelarre», «Forasteros», «Reencuentro», y un relato quiroguiano de mayor extensión: «La casa».

ROSSANA SALAS LOBO, nacida en Santiago de Chile, ha hecho vida profesional y literaria en Maturín, dándose en cuerpo y alma a los aires monaguenses. Su nueva tierra, hermanada con la originaria, se compadece plenamente con su espíritu que suma sin necesidad de restar. En 2013 publicó el poemario «Mujeres y sombras». Su capacidad constructiva del microrrelato tiene claras las características inherentes a este tipo o subgénero narrativo: ambiente esquemático; personajes sugeridos o apenas asomados; intertextualidad: con frecuencia asombro, humor, terror; sentido sugerente del título. Todo entra en su atención. Ella sabe que hay un sentido cifrado en la brevedad del relato y a veces llega a extremos; así como el riesgo del lugar común, donde cae, porque es común que sea el lugar de la trampa aviesa. A fin de cuentas, nuestra narradora sabe que el arte de escribir es oficio de mano, mente y paciencia constante.

VÁLVULA: «El microrrelato es un reto holístico semejante a la poesía: o se produce la fusión integral con la palabra, su economía y su poder sugerente, o se fracasa en el intento. Rossana Salas Lobo, no sólo enfrenta desafío tan requirente, sino que sabe cumplirlo con notable acierto en un presente que abre puertas a una decantación creciente, acorde con su nivel de exigencia expresiva».

glcarrera@yahoo.com