Nuestros camarados de Oddebrecht, Putín, hijos de Putín, Xi Jinping y el propio Raúl Castro, cuando se enteren, ¡se van a aprovechar nuestro desorden en la trona
O.E.
Presos por US $ 120, juez, secretario y asistente de un juzgado municipal. Leyeron bien, señoras y señores. Manos en la masa, no con 120 millardos, ni con 120 millones. Ni siquiera 120 mil dólares. Por un puñado de 120 dólares, nada más.
Cuando el altísimo mando revolucionario se enteró que un trío de nuestro pulquérrimo sistema judicial estaba incurso en coima de tan bajo calado, ardió Troya. Cadena perpetua express fue la orden inapelable. Pa’ que sepan que hay Gobierno.
En tal escarmiento, no privó ningún resorte moral ni ético. En esto último, el desgobierno paria carece no solo de resortes, sino de amortiguadores, espirales, frenos, mucho menos, de marcha en reversa.
“Dumping” se denomina en ciencias económicas la práctica desleal de vender determinado producto por debajo de su precio normal o a menos de su costo real. Todo con el perverso propósito de eliminar o llevar a la quiebra a los competidores.
Nuestros camarados de Oddebrecht, Putín e hijos de Putín incluidos, Xi Jinping y el propio Raúl Castro, cuando se enteren ¡se van a aprovechar de nosotros! —puso el grito en el cielo el Tío más célebre de los sobrinos, no menos célebres.
¡Adiós a los grandes negociados con la importación de carne podrida de Brasil para los Clap, con las adquisiciones de chatarra militar rusa, con las reestructuraciones de acreencias chinas, con las reventas trianguladas en Cuba de pacotilla vietnamita!
Toda expedición de nuevo pasaporte, porque el anterior está vencido se cotiza, en la actualidad, a dos mil dólares. Cada partida de defunción ¡urgente! porque el cadáver, tras el papeleo se encuentra a punto de descomposición, a $ 2.500. Los guisadores, grandes y chicos, irían a la quiebra de entronizarse, como precio “marcador” o “referencial”, los fementidos 120 dólares de coima tribunalicia. Decir guisadores en quiebra o en peligro de extinción, es decir muerte súbita de la Revolución.
¡Qué petróleo, ni qué petróleo! La primera industria bolivariana de exportación es la corrupción. Hay que preservar los precios de los toneles de cohecho, cual cotización del barril de crudo para que los guisos, sigan siendo decentes ¡Orden en la trona!