“La reacción de la Fuerza Armada es inaceptables, estamos viendo una violación masiva, sistemática e indiscriminada igual que la había en la época de los gobiernos puntofijistas y se le agrega también una violación selectiva de los derechos humanos”
Mónica Duarte
“Calle sí y diálogo también”. Enrique Ochoa Antich es una de esas voces que clama por una solución pacífica y negociada, no le resta importancia a la calle, ni a su reivindicación de cambio pero asume el futuro como un escenario de interlocución entre los actores políticos donde la solución pueda hacer presencia.
“Nos hemos dejado posicionar por dos extremos, en el medio hay un país deshecho y destruido. Cada vez que matan a una persona en la calle es una prueba del trabajo del liderazgo político que no puede ponerse de acuerdo”, sostiene Ochoa Antich. Aunque afirma que “el fracaso es compartido” asegura que la responsabilidad del Gobierno es mayor, este “tiene que dar las primeras muestras de apertura, pero siempre se cierra más”.
Recuerda su larga trayectoria por la política y la defensa de los derechos humanos con altas y bajas, cree que la mejor época de la oposición fue cuando se empezó “la ruta democrática” entre 2006 y 2010, estrategia que permitió ganar la reforma, reconquistar gobernaciones y alcaldías, estar “a punto de ganar” la presidencia y conseguir mayoría en la Asamblea Nacional de 2010.
“Fue la ruta correcta con el liderazgo particular en el año 2006 y 2007 de Teodoro Petkoff, Manuel Rosales y Julio Borges que se le impuso al extremismo opositor que había asumido el liderazgo desde el golpe de estado, hasta la abstención y pasando por el paro”. El dirigente teme que ahora la decisión del diálogo, la salida pacífica que proyecta, sea acogida muy tarde y vuelva a acabar muy pronto. “No hay protesta posible que consiga sus resultados si no hay negociación y la oposición debe asumir sin vergüenza esta estrategia como su salida para una transición”
“No creo que la oposición tenga una salida de fuerza por sí misma con la calle”
Con la conflictividad política actual, las protestas son una expresión del descontento cada vez mayor ¿han estado bien planteadas las protestas y sus objetivos?
– Las protestas son perfectamente explicables y allí hay una responsabilidad, incluso de los hechos de violencia callejera, del Gobierno y el Estado y en particular en la coyuntura actual por haber cerrado los caminos pacíficos y democráticos. El hecho de haber obstruido el revocatorio, de haber pospuesto de manera inconstitucional e inaceptable las elecciones regionales, todo ello fue cerrando las válvulas de escape. Pero después hay una segunda responsabilidad en la oposición que, me parece, aunque las protestas fueron planteadas en primer lugar para exigir un cambio político también existe un contenido que no me gusta y del cual es responsable la dirigencia, no la gente que está protestando, y en particular un sector extremista de la oposición que ha venido copando y ocupando a la MUD, que es haber planteado las protestas no solo sin el diálogo sino contra el diálogo y la negociación, y no se dice que no hay protesta posible que consiga sus resultados si no hay negociación. Eso me parece que fue un error de la oposición que también ha generado y ha sido alimento para algunos hechos de violencia que son inaceptables y de los cuales la MUD no ha tomado suficiente distancia.
¿Se debería entonces replantear la lucha política contra este Gobierno articulando la protesta masiva con una estrategia política que permita le negociación?
– Exactamente, me parece que el liderazgo opositor se ha dejado influir mucho por las campañas en las redes y en particular por el twitter. Hay un liderazgo opositor que tiene poca personalidad y se levanta en la mañana para ver qué es lo que dicen las encuestas y las redes y eso no es liderazgo. Aquí empezamos el diálogo y a los 15 días dicen que ya fracasó porque Maduro no ha renunciando, como si el diálogo fuera unas rendición incondicional del adversario y no un consenso o un acuerdo. Por eso, la dirigencia de oposición al decir que hay un diálogo ahorita lo asume vergonzantemente, no tienen la valentía de decir ante el país que se puede estar en la calle, hacer exigencias en protesta y al mismo tiempo estar negociando y buscando una salida a esta situación.
¿Está la oposición a tiempo de optar por ese desenlace a pesar de que ya se posicionó ese mensaje de las protestas como alternativa al diálogo y a pesar de la experiencia que se tiene del diálogo en 2016?
– Siempre se puede, porque no tenemos opción. Podemos después de un golpe de Estado, de una guerra civil, después de 500 muertos o podemos negociar ahora. Tengo entendido que hay una negociación en marcha con tres países como mediadores por lado y lado y uno intermedio, yo esperaría que la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) asumiera con la cara descubierta y por el medio de la calle esa negociación. Sobre el fracaso del diálogo pasado, a mí me parece casi metafísico ese argumentos sobre el cual el diálogo es para que el Gobierno gane tiempo y es para enfriar la calle ¿desde cuándo el diálogo por sí mismo enfría la calle?.
La calle se para porque el liderazgo toma la decisión de eso, se puede estar en ambos espacios de lucha, porque justamente lo que le da fuerza a la negociación es la calle. Lo que pasa es que la oposición no convierte al diálogo en parte consustancial de su pensamiento y de su visión de la política, por lo que siempre llega al diálogo cuando ya está derrotada y no le queda otra alternativa. Cuando la oposición ganó la Asamblea Nacional era el momento de exigir diálogo porque se acababa de ganar con fuerza y se tenía el referendo revocatorio en la mano y vivo.
Pero el diálogo es un proceso largo y lento donde se deben negociar la salida política, el perdón por acciones políticas tanto del Gobierno como de la oposición, salidas económicas y sociales de compromiso, que no sean la visión de nadie. Todo eso supone mucho tiempo, hay un montón de cosas que son gruesas que no se pueden despachar en pocos meses de negociación y quizá hay otras que deben despacharse de inmediato. Nosotros (el Foro Cambio Democrático) propusimos que si el Gobierno declara en suspenso la Asamblea Nacional Constituyente, la oposición podría regresar al Diálogo o si se suspende del todo la ANC y se ponen elecciones regionales ya y municipales en diciembre, de pronto la oposición podría aceptar a Maduro hasta el 2018, aunque difícil que lo acepte, pero son opciones viables. Quizá hay unas negociaciones previas.
«El 350 también es para los militares y ellos pueden desobedecer y decir no hay plan república”
¿Qué otro desenlace posible hay para situación venezolana actual?
–– Si no hay una negociación esto va rumbo a un choque de trenes y eso va a tener una salida de fuerza. Una salida de fuerza de Maduro consistiría en tener la fuerza militar suficiente para imponer la Constituyente y con ello el cambio de las reglas de juego democráticas e instaurar una especie de neo dictadura con una ficción de elecciones como las que se aplicaron en la Polonia comunista. No sé qué tan largas sean las piernas y hasta dónde nos lleve eso o si en seis meses, un año tengamos de nuevo otra crisis, pero Maduro podría imponer esa salida de fuerza para tratar de perpetuarse en el poder. O puede haber un pronunciamiento militar, que ya uno comienza al menos a comprender aunque nadie lo desea, en el que si se intenta imponer la Constituyente espuria, que contradiga el espíritu de la Constituyente que por su naturaleza debería ser para reconsensuar al país, entonces, un sector de la Fuerza Armada, que se siente muy identificada con el legado de Chávez y siente que Maduro ha violentado ese legado, ponga el freno.
Podría haber un pronunciamiento militar que no sería un golpe de Estado pero donde le ponen la mano en el pecho a Maduro y le dicen “no pasas con eso, porque eso que estás haciendo es un autogolpe y nosotros escuchando a la fiscal hemos decidido no cumplir las órdenes tuyas”. El 350 también es para los militares y ellos pueden desobedecer y decir “no hay plan república”, por ejemplo, y no participan del proceso constituyente. Yo no creo que uno deba propiciarla pero al final esta puede terminar siendo una salida porque no hay acuerdo yo no creo que la oposición tenga una salida de fuerza por sí misma, pues los muchachos que protestan en la calle no son una fuerza suficiente para vencer la ejercito.
¿Si se llega de nuevo a un diálogo haría falta renovar los interlocutores?. Se habla también de mantener a la iglesia como mediador, ¿esta instancia está en capacidad de asumir ese papel?
– En el Foro democrático fuimos los primeros en enviarle una carta al nuncio apostólico pidiéndole que se incorporara al diálogo, lo digo con orgullo, en ese momento proponíamos al vaticano y al alto comisionado de las Naciones Unidas y esa idea empezó a calar. Los otros negociadores han sido muy descalificados, como a Rodríguez Zapatero, que tanto se le ha dicho y no se recuerda que fue la oposición la que lo trajo, peor también se están buscando nuevos negociadores, se habla del primer ministro de Canadá, e incluso sé que el Papa ha ofrecido firmar los acuerdos en el Vaticano y negociar allá.
CARACAZO A CUENTA GOTAS
¿Cómo ve la garantía de los derechos humanos actualmente en el país?
– Yo tengo el orgullo de decir que fui uno de los que el 2 de marzo de 1989, en las puertas de la morgue, fundamos lo que después fue Cofavic (Comité de familiares de las víctimas), y fuimos los primeros que denunciamos lo que en ese momento era una violación masiva y sistemática de los derechos humanos por parte de las fuerzas del orden, demostrando la paradoja de que en democracia también se violaban los derechos humanos.
Conociendo tan bien esos hechos y guardando las distancias, yo creo que Nicolás Maduro está viviendo su 27 de febrero, esto que ha ocurrido estos meses es un 27 de febrero. Claro, hay muchísimas diferencias, en aquella oportunidad fue una explosión solamente espontánea e instintiva del pueblo, casi biológica, pero ahora no es solo espontánea porque hay una dirección política, hay un propósito y un liderazgo. Y no solo en estos tres meses, estos dos años son un caracazo a cuenta gotas, los saqueos también los hemos visto y son espontáneos. Pero la forma como ha reaccionado la Fuerza Armada, ahora con la Guardia Nacional aunque en aquel momento fue el ejército, es inaceptable. Hay una violación masiva, sistemática e indiscriminada, igual que la había en la época de los gobiernos puntofijistas, y se le agrega también una violación selectiva de los derechos humanos, como cuando entran a un sitio a buscar a personas específicas, a manifestantes.
«Hay una violación de derechos humanos masiva, sistemática e indiscriminada, igual que la había en la época de los gobiernos puntofijistas»
¿Cómo ha actuado el defensor del pueblo, Tarek William Saab, en medio de la conflictividad política que vive el país?
– Yo le escribí al defensor del pueblo cuando lo nombraron que tenía la oportunidad de hacer la diferencia con una institución verdaderamente imparcial, lo hice porque es mi amigo y trabajé con él esos años del caracazo en el Comité de derechos humanos. Pero ahora dolorosamente veo que se ha convertido en un comisario político del Gobierno, veo que a su voz le hace falta volumen. Lo único que tiene un defensor del pueblo es su autoridad y la contundencia de sus denuncias, así es en el mundo entero.
El defensor ha acudido al TSJ para que ese alto tribunal aclare si la Defensoría del Pueblo tiene cualidades de investigar violaciones a derechos humanos, es decir tener acceso a actas, estar presentes en lugares de reclusión, entrevistar testigos. ¿Está usted de acuerdo con ese planteamiento?
–Si a la defensoría, con estas acciones legales, se le pretende atribuir competencias que son de la fiscalía, pues me parece que es un error. La defensoría es de otra naturaleza, es una institución moral, de representación de los ciudadanos, que tiene peso, que investiga, denuncia, que termina con expedientes, que termina con recomendaciones a las instituciones del Estado que son quienes tienen capacidad de coerción, como la fiscalía y los tribunales. A mí me gusta decir que más que una representación del Estado en la gente, la defensoría del pueblo es una representación de la gente en el Estado, por eso el defensor es elegido por el parlamento, que es un órgano de representación popular.
ORTEGA DÍAZ FACTOR DE TRANSICIÓN
La fiscal general, Luisa Ortega Díaz, hasta hace poco plegada totalmente al Gobierno, ha cambiado su postura política ¿A qué se atribuye este giro?
– Nosotros el año pasado comenzamos a notar que había un desplazamiento en sus convicciones, en particular esto comenzó con las OLP (Operación de Liberación del Pueblo). El Foro Cambio Democrático hizo varias de denuncias en la fiscalía sobre las OLP, y le pedimos la interpelación de los de los ministros de Interior y Justicia, el anterior y el actual, por el diseño de estos programas, por las muertes y masacres que se estaban produciendo en los barrios, y observamos que sus declaraciones eran muy comprensivas y que empezó a poner en evidencia que sí estaban ocurriendo violaciones de los derechos humanos. Y yo creo que la gota que rebosó el vaso fue la sentencia 155 del Tribunal Supremo y en particular la Constituyente.
¿Este cambio en su conducta la puede llevar por el mismo camino de la Asamblea Nacional y quedar destituida o sin competencias?
– Yo creo que efectivamente tiene sus días contados a menos que haya una salida negociada y a menos que haya una salida de fuerza en contra de Maduro y los militares la defiendan. Pero si lo que viene es la Constituyente patíbulo, como se está prometiendo, y si Diosdado la preside y se cree Robespierre para comenzar a instaurar el terror, la primera que va a ir a la guillotina es la fiscal y después todos los diputados y la disidencia. Si se pretende destituir a la fiscal sería un golpe muy duro a la democracia, yo creo que ahora ella es un factor esencial para una transición democrática y pacífica que necesariamente para que sea exitosa tiene que ser negociada. Una transición en un país convulsionado no funciona, tiene que lograrse en un país pacificado donde dos los polos conversen, porque ciertamente son dos polos, aunque uno solo sea el 20 % tiene más poder, tiene presupuesto y tiene las instituciones. Y allí el papel de la fiscal es fundamental, al no ser una opositora clásica tiene una capacidad mayor de ser una bisagra, y yo creo que el destino de la República se juega en el centro moderado, tanto del chavismo como de la oposición.
Plebeyos y moderados versus extremistas y aristócratas
Usted militó en el partido Un Nuevo Tiempo (UNT) y fue miembro de la Mesa de la Unidad Democrática, siendo su coordinador social, pero se desvinculó de ambas agrupaciones y desde su vuelta a la política ha permanecido independiente ¿Qué lo hizo apartarse de UNT y cómo ve ahora, desde la distancia, su actuación política?
– Mis razones para apartarme de UNT fueron personales y desde que regresé a la política prefiero esta militancia civil. Pero yo le tengo mucho respeto al partido y a Manuel Rosales, aunque los descalifican y los tildan de colaboracionista, al igual que a Henry Falcón. De la MUD sí me fui distanciando en los últimos tiempos porque empecé a ver cómo fue ocupada por esa cultura extremista y me parece que eso le hace un daño muy grande al país y la oposición a sí misma. Creo que en UNT y Avanzada progresista deberían ser capaces de poner un pie fuera de la MUD sin dejarla, ver y tener un discurso más allá, así como los extremistas en un momento dado tenían un pie en la MUD y un pie afuera, como Voluntad Popular y a María Corina. Entonces, yo creo que los moderados no se pueden aceptar una encerrona de los radicales dentro de la MUD, a veces veo que allí quien no es extremista y no es aristócrata no tiene posibilidades de desarrollo, creo que los plebeyos y los moderados tienen pocas oportunidades allí. Y si estos partidos quieren tener una capacidad de influencia dentro de la MUD deben hacer planes desde afuera para adentro, porque creo que afuera de la MUD hay un país muy grande que está esperando por un liderazgo que sea capaz de tener un discurso democrático, conciliador y que tenga capacidad de interlocución con el chavismo.