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Oscar Battaglini: El ejercicio despótico del poder

Maduro y el ejercicio despótico del poder

Maduro ha propuesto al mejor estilo gomecista que todos aquellos que sean capturados en las manifestaciones sean mandados a construir apartamentos de la GMV


Oscar Battglini

Las medidas autoritarias (políticas y represivas) tomadas por el Gobierno de Maduro-Padrino López en los últimos días y que arrojan un saldo macabro de más de sesenta (60) muertos a manos, principalmente, de los cuerpos armados del Estado, como ha sido verificado por la Fiscalía General de la República; centenares de heridos y miles de detenidos, son en su conjunto una prueba contundente del giro y del carácter despótico (dictatorial) que, definitivamente, ha dado y asumido el régimen político que rige en Venezuela.

Son medidas, además, que se suman a la serie de tropelías y de abusos de poder que el Gobierno ha venido ejecutando en contra de los sectores sociales y políticos ubicados en el campo de la oposición, los cuales –con todo derecho- han tomado la decisión de reclamar mediante la acción de calle, el respeto y cumplimiento de la Constitución de la República; la publicación de un cronograma electoral, para encausar por esta vía la resolución pacífica de la crisis política, la implementación de políticas efectivas para comenzar a resolver la grave problemática social y económica por la que atraviesa la sociedad venezolana; la libertad de los presos políticos; el cese inmediato a la represión criminal, que enluta y llena de consternación a la familia venezolana con los abominables asesinatos de que son víctimas nuestros jóvenes. Frente a tales exigencias de la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país, el Gobierno de Maduro-Padrino López, ha respondido con nuevas violaciones de la Constitución, con una mayor determinación de seguir restringiendo y negando el ejercicio libre, directo y universal del voto, con la ratificación de las políticas causantes del desastre económico y social que padecemos, con más represión criminal, con más presos políticos y con una mayor militarización de la vida política del país, que tiene en sus contenidos más importantes: 1- el papel que ha comenzado a desempeñar el ejército chavista, como parte de la activación de la fase 2 del llamado “Plan Zamora”, en la ejecución de la brutal represión que el Gobierno viene adelantando contra las manifestaciones populares de protesta; y 2- el sometimiento de civiles a juicios militares, en una abierta violación del Art. 49 de la Constitución Nacional.

Pero la más grave de las medidas políticas tomadas por la camarilla civil-militar en el poder, es la de promover la elección de una Asamblea Nacional Constituyente, no porque en el país esté planteada y se tenga la necesidad de elaborar y dotarse de una nueva Constitución que vendría a ser lo que fundamentalmente justificaría el impulso de tal iniciativa constitucional. No, no se trata de eso, sino del avieso y perverso propósito político de violentar todo el ordenamiento constitucional y legal del país, con el fin último de perpetuarse en el poder. Para ello han urdido con el asesoramiento de la burocracia cubana y el apoyo militarista de la fuerza armada chavista (fach) un plan siniestro con el que se busca no solo saltarse el cabal cumplimiento de la Constitución vigente, sino su eliminación, y la elaboración de otra que le permita a esa camarilla imponerle despóticamente a la sociedad venezolana como ocurre en Cuba, una nueva estructura de poder de carácter dictatorial-totalitaria, en la que no tenga cabida el sufragio libre ni la democracia política, y que al mismo tiempo le permita eternizarse “legalmente” en el poder mediante el control corporativo (fascista) del voto y de la voluntad en general de los sectores sociales más empobrecidos y atrasados política y culturalmente, de nuestro país; tal y como se pretende hacer en el desarrollo de la propuesta de constituyente fraudulenta en marcha. Lo que se persigue, dicho con otras palabras, es defenestrar a los representantes de los poderes públicos que permanecen en manos de la oposición (diputados, gobernadores, alcaldes, etc, o de aquellas personalidades como la fiscal Luisa Ortega Díaz, que han asumido una posición institucionalista con respecto a la defensa del orden constitucional vigente, como lo hiciere en su momento cuando se pronunció en contra de las decisiones de la Sala Constitucional y declaró públicamente que “las sentencias del TSJ representan una ruptura del orden constitucional vigente”, y luego en la defensa de los derechos humanos que, como ella misma ha declarado, han sido quebrantados principalmente por los cuerpos represivos del Estado. Pero no sólo eso, todo indica, así se desprende de unas declaraciones del ministro Jaua, que igualmente se tiene la intencionalidad, sobre todo en el caso de los diputados, gobernadores y alcaldes, de detenerlos y encarcelarlos, cosa que ya se ha hecho en el pasado con algunos alcaldes de oposición.

En torno a toda esa trama autoritaria y amenazante, llama poderosamente la atención el lenguaje mentiroso y manipulador que emplean los distintos voceros de la camarilla gobernante para dirigirse al populacho bajo su control y dominio político e ideológico a fin de mantenerlo sometido al influjo del adoctrinamiento fascistizante que le permita seguir utilizándolo como base social e instrumento de sus designios políticos. Se le dice, por ejemplo, que la Constituyente propuesta por el Gobierno no solo lo reconoce como la representación auténtica del pueblo venezolano sino que como tal pondrá en sus manos el poder político del país; que la Constituyente propuesta traerá la paz y la solución de los graves problemas por los que atraviesa el país; y finalmente se le termina arengando e incitando a derrotar (a destruir) a los enemigos de los planes benefactores del Gobierno “revolucionario”.

Ante tales ofrecimientos especiosos y malignos, no cabe menos que recordar y hacer la analogía con el lema positivista con el que la dictadura gomecista intentaba presentarse como un régimen político de “Unión, paz y trabajo”; que la chispa del ingenio venezolano transformó en: “Unión en las cárceles (La Rotunda, el Castillo de Puerto Cabello, Las tres torres de Barquisimeto, etc), paz en los cementerios y trabajo en las carreteras”, construidas a base del trabajo forzado de los presos políticos de entonces. En este sentido, Maduro ha propuesto al mejor estilo gomecista que todos aquellos que sean capturados en las manifestaciones populares (en defensa de sus derechos democráticos) y a quienes denomina “guarimberos”, …“deberíamos mandarlos a construir apartamentos en la Gran Misión Vivienda. Le hago la propuesta oficial al Poder Judicial. Deberíamos mandarlos a construir carreteras y puentes. Es una buena idea que le doy al poder judicial”, dijo en su alocución del 25 de mayo de 2017. Así que, ya vemos por donde viene la cosa. En cuanto a la paz que ofrece el régimen dictatorial, como vimos, no es otra que la paz de los cementerios, la paz a la que siempre ha aspirado toda tiranía, solo que esa paz se consigue a través del terror; de la erradicación absoluta por vía de la fuerza de toda disidencia y expresión crítica.

Seguramente de ese populacho de desclasados –si es que la camarilla cívico-militar en el poder logra finalmente imponerse-, saldrán los “flamantes constituyentistas” que harán la nueva Constitución y las leyes de la República. Desde ya podemos imaginar –a juzgar por lo que se ha vivido en el tiempo que el chavismo tiene en el poder- cuál habrá de ser el contenido de lo que emane política y jurídicamente de ese populacho movido por el resentimiento social, bajo los auspicios de la camarilla que usurpa el poder en nuestro país.

Pero hay un momento en que la historia de los pueblos reclama el concurso de los mejores. A la inmensa mayoría del pueblo venezolano: a sus obreros, a sus trabajadores, en general; a sus intelectuales democráticos; a sus profesionales; a sus estudiantes; a sus empresarios; a sus militares civilistas e institucionalistas, a las amas de casa, a las mujeres en general, a los jóvenes, que han visto secuestrado su presente y su futuro, etc, nos corresponde impedir que la desgracia que nos agobia, se siga enseñoreando sobre nuestra martirizada Patria. Este es el momento, alea jacta est.