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Luis Fuenmayor Toro: El escenario político actual

Comparar la consulta popular del 16J con un simulacro electoral es otro absurdo gubernamental; no son comparables en absoluto

Comparar la consulta popular del 16J con un simulacro electoral es otro absurdo gubernamental; no son comparables en absoluto


Luis Fuenmayor Toro

Independientemente del acuerdo o desacuerdo que se pudiera tener con la convocatoria a la consulta popular hecha por la MUD, o con algunas de las preguntas formuladas, no hay ninguna duda que la misma fue un hecho político exitoso. Tanto, que el Gobierno se ha tomado su tiempo y ha dispuesto sus mayores recursos, financieros y humanos, entre ellos al propio presidente, para descalificar el acto en cuanto a la participación masiva de la gente. Maduro, en una declaración que pudiera ser calificada de ridícula, se atrevió a decir que la asistencia a la consulta fue de sólo 600 mil personas. Estas afirmaciones, totalmente alejadas de la realidad, han hecho perder total credibilidad a nuestros gobernantes. Se puede engañar y manipular a la gente con cuestiones que no están al alcance de sus sentidos, pero intentar hacerlo con hechos que saltan a la vista es una necedad y lleva a un rechazo por parte de la población.

Fue más que evidente la gran movilización pacífica del domingo pasado en todo el país. Puede disgustarnos el poder de convocatoria todavía presente en la MUD, pero no se puede tapar el sol con un dedo. No estuve de acuerdo con la intención de la consulta convocada, evidenciada en las preguntas dos y tres, encaminadas a crear un gobierno paralelo dirigido por la Asamblea Nacional y a lograr la adhesión de las fuerzas armadas al mismo. Estuve de acuerdo con la primera pregunta, pues demostraría el rechazo de los electores a la convocatoria inconstitucional de la Asamblea Nacional Constituyente. Pero esa posición no puede conducirme a negar que la consulta fue un éxito político. Asistencia masiva geográfica y socialmente hablando.

Discutir si fueron 5 millones, 7, 8 o 10 millones de votantes no interesa, ni tiene mayor significación. Fue una presencia pacífica muy numerosa de personas entusiastas, muy plural, de todas las clases y capas sociales y convencidas de los peligros para la libertad, la democracia y el bienestar, que significaría la instalación y el funcionamiento de la ANC. Fue, además, una demostración de rechazo total al régimen de Maduro. Anduve por Caracas y fui testigo de la movilización habida. A mí no me van a echar cuentos, por más que los aderecen y los repitan incesantemente. La versión del Gobierno es una manipulación que trata de ocultar una verdad del tamaño del Coliseo romano, que sólo creerán los ingenuos, minoría exigua, pero más nadie. Comparar esta manifestación política con un simulacro electoral es otro absurdo gubernamental; no son comparables en absoluto.

Que la consulta haya sido exitosa como movilización política no significa que los votos de los consultados tengan carácter vinculante, desde el punto de vista legal. Es un hecho que ha debido estar claro para todos desde el momento que se la convocó. Los resultados tampoco, y esto es muy importante tenerlo en cuenta, tienen necesariamente el efecto político que los votantes y los convocantes quieren, que resumidamente serian la suspensión de la ANC y el establecimiento de un gobierno de transición apoyado por las fuerzas armadas del país. Al no tener ninguno de estos efectos en forma inmediata, la Mesa mantendrá las acciones de calle como elementos de presión para que se cumpla lo decidido por el pueblo en la consulta, a la que le dará el carácter de mandato para las fuerzas opositoras de la MUD. Se puede o no estar de acuerdo con esta posición, pero la misma es válida desde el punto de vista de la lucha por el poder.

De no ser exitosas las demandas señaladas, pese al aumento de la intensidad de las protestas, de mayores presiones internacionales, entre ellas las posibles sanciones de Trump, y de la llamada a la “hora cero”, entendida como momento del inicio de la escalada violenta como elemento de presión, nos dirigiremos hacia una guerra civil, en medio de muertos, heridos, lesionados permanentes, detenidos, represión indiscriminada, atentados terroristas, destrucción de bienes privados y públicos, carencias de todo tipo y violencia delictiva desatada. La acción pacifica de los manifestantes en la consulta popular habría devenido en decisiones de sus convocantes que nos conducirán a niveles de violencia mucho mayores. Será un perfecto escenario para la intervención internacional, luego de la creación de un gobierno paralelo y la generación de una situación incontrolable interna, que terminará en grandes y graves despojos de la Nación venezolana.

No hay sino que recordar las pretensiones territoriales de nuestros vecinos en oriente y occidente, la de otros estados en el norte antillano, donde no están hechas todas las delimitaciones de la plataforma continental, e incluso las que pueden de nuevo despertar en nuestro gigantesco vecino del sur. Y ni que hablar de los delincuentes de todo tipo en nuestros barrios y pueblos, que ya dominan amplias zona territoriales; ni de los mineros ilegales y pseudo legales de Guayana o de los grupos disidentes de las FARC y del ELN, transformados ya en claramente delictivos en los llanos occidentales, donde hay además una Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar también de conducta delictiva. En el mejor de los casos, saldríamos como un país muy disminuido internacionalmente y víctima de los depredadores señalados y de otros ya conocidos por años.

La última decisión de la Mesa, anunciada por Ramos Allup, confirma todos nuestros pronósticos. La MUD decide crear el gobierno de la transición lo que es una declaración de guerra contra el gobierno real, el cual está dispuesto a enfrentarla. Y todo pudiera evitarse si el Gobierno suspende su Constituyente espuria y la MUD sus deseos de tomar el poder ya. Si tan solo se esperara a la realización de las elecciones regionales y luego las municipales, donde es mentira que el Gobierno perderá todos los cargos ejecutivos. No obtendrá la mayoría de los mismos que tiene actualmente, pero la multitud de pre candidatos existentes hoy, el hecho de que el rechazo de la gente es más contra Maduro y su mafia que contra el chavecismo y la existencia de los liderazgos locales, favorecerán al Gobierno. Y luego vendrán las presidenciales en 2018, donde tampoco está escrita la derrota chavecista. No es mucho esperar si de salvar a Venezuela se trata.