“La gente rechazó la inconstitucionalidad y el abuso de poder que se traduce en la imposición de las bases como se elaboró este proceso”, afirma el profesor, sociólogo y socio director de la empresa Datanálisis
Edgardo Agüero Sánchez
José Antonio Gil Yepes es sociólogo y durante décadas fue profesor del IESA. Actualmente es socio director de la empresa Datanálisis, de la cual fue presidente entre 1989 y 2011. Su conocimiento del mundo de los sondeos y las encuestas le hacen concluir varias cosas sobre el momento de la Venezuela de hoy: el principal problema es socioecónimico, es el hambre; la Mesa de la Unidad Democrática debe convertirse en un gran partido unitario; las protestas deben mantenerse, siempre de forma pacífica; y, con una aprobación de la gestión de Nicolás Maduro en torno al 17 %, las cifras de participación en las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente distan mucho de ser las que anunció el Consejo Nacional Electoral: “No fueron a votar 8 millones de personas”.
¿Cómo se explica que teniendo la Constituyente sectorial un amplio rechazo entre los opositores y un sector importante del chavismo, haya alcanzado una aprobación relativamente significativa?
—Yo no diría eso, primero porque una participación del 13 % no puede legitimar algo que, en primer lugar, es inconstitucional, y si de entrada viola la representación territorial como estaba planteada, viola el principio de representación proporcional. Esto es que, al Táchira, por ejemplo, que tiene un millón de habitantes repartidos entre 27 municipios, ¿cómo se le va a asignar 54 diputados y a Caracas, que tiene más de 6 millones de habitantes repartidos en 5 municipios, no se le asignan sino 10? Eso no tiene ni pies ni cabeza. De por sí ya es inconstitucional, mucho menos constitucional lo es establecer una elección fascista o nacional-socialista, como tenemos ejemplos en la historia, que consiste en la representación por sectores, lo cual, en teoría política se denomina corporativismo.
Algunos indicadores señalaban que una votación entre 3 y 6 millones era lo que se esperaba para el 30J. Mucha gente no se explica de dónde salieron esos 8 millones y tanto. ¿Qué piensa usted?
—La verdad es que no sé de dónde sacas tú eso. Yo no vi ninguna encuesta de 6 millones. Yo he visto encuestas de 2,9 hasta 3,2 millones de votos, y eso fue lo que sacaron. Si bien la cifra de ocho millones de votos parece abultada, eso se debe a que cada persona votaba dos y hasta tres veces, pero fueron aproximadamente 2.300.000 votantes; y si cada quien vota dos o tres veces porque le toca la representación tal o cual, es decir la representación territorial o sectorial, entonces le va a dar más o menos. El Gobierno también confunde, porque a veces habla de votos y a veces habla de votantes, entonces traduce los 8 millones de votos y los convierte en votantes, y eso es lo que no sucedió: no fueron a votar 8 millones de personas. Salieron a votar 2 y pico millones de personas, que si lo multiplicas por la cantidad de votos entonces si les va a dar esos supuestos 8 millones de votantes.
«Una participación del 13 % no puede legitimar algo que es inconstitucional»
¿La saturación de la gente debida al permanente conflicto Gobierno-oposición, habrá tenido alguna influencia en esta menguada participación comicial?
—Eso no es un problema de conflicto o no conflicto, el problema es que la Constituyente estaba planteada con bases comiciales viciadas por la no representación proporcional y por la introducción de las representaciones sectoriales, en donde la definición de a cuál sector pertenece usted y a quiénes incluye como representantes sectoriales lo decida un solo actor. A mí nadie me preguntó si me iban a poner de empresario o como académico o escritor o conferencista, a mí nadie me consultó sobre eso, y me pusieron de empresario. ¿Qué tal si yo hubiera querido ir como académico? Entonces, eso no puede ser. Y por otro lado, si usted impone una Constituyente que no está aprobada por un referendo popular, tal como lo hizo Chávez al reconocer que la soberanía reside en el pueblo, bueno, entonces tampoco eso es constitucional. De manera que eso no tiene que ver con la hartura de la gente, la gente lo que rechazó fue la inconstitucionalidad y el abuso de poder que se traduce en la imposición de las bases como se elaboró este proceso.
¿Por qué el desabastecimiento y la carestía de la vida parecen no haber representado un obstáculo para la ratificación de la ANC?
—Mira, la aprobación de gestión del presidente de la República viene siendo un indicador clave desde hace como 25 años. Yo tengo como 50 años en las encuestas, pero desde hace 25 años es un predictor importante de qué porcentaje de votos va a sacar un presidente, si es que lo van a reelegir o si es que propone unos candidatos, o si es que tiene alguna propuesta sobre un tema específico. Por ejemplo, el revocatorio. Cuando el revocatorio, Maduro tenía 20 % de aprobación. Eso era lo que iba a sacar: 20 puntos. Esa propuesta la descarrilaron porque iba a perder por 80 puntos, es decir 80 a 20. En este momento la aprobación de gestión de Maduro está en 17 puntos. Entonces, ¿cuál es la tendencia? Que Maduro sacara el 17 % del registro electoral. ¿Y cuál es el 17 % de 19 millones? Cerca de 3.300.000 votos. En este caso sacó un poco menos porque la gente está realmente cansada con el tema de la carestía galopante, el desabastecimiento, porque la fórmula que encontró el Gobierno sobre el desabastecimiento fue hacerse la vista gorda sobre la Ley de Precios Justos, dejar que la gente importara al precio que fuera con tal y que trajeran los alimentos para llenar los anaqueles. Bueno, sí, trajeron los productos, pero los trajeron a 5 mil bolívares por dólar, a 7 mil, a 8 mil, y ahora ya está en más de 12 mil bolívares por dólar el innombrable. Después está la inflación, el desempleo, el sueldo que no le alcanza a nadie y además de eso, el abuso de poder. No crea, la gente se da cuenta de estas cosas.
¿Cómo se explica el apoyo dado al Gobierno por ese sector de la población que, con hambre y con las necesidades que en general debe enfrentar, le dio el voto en tales circunstancias?
—Hay diferentes motivaciones. Fundamentalmente prevalece allí un rasgo utilitario o clientelar. Es decir, si yo soy beneficiario de alguna misión o si soy empleado público, tengo miedo porque me van a botar. Sin embargo, del sector de empleados públicos debe haber votado un 50 %, porque sólo provenientes de ese sector ya significaban 2 millones 900 mil votantes. Tenemos un 55 % de la población que recibe algo del Estado (o tiene un empleo o recibe algún subsidio) y resulta que no votó el 55 %, votó el 13 % de la población. Esto se traduce en que el Gobierno perdió 38 puntos de los 55 que tenía y se quedó con trece. Esa es la realidad.
En función de las declaraciones de sus personeros, pareciera haber un fortalecimiento del Gobierno. ¿Sale fortalecido el Gobierno después de las elecciones del 30J, o se trata de una matriz mediática que pretenden imponer?
—Yo no sé de dónde sacas tú esa pregunta, porque yo no veo ni fortalecimiento mediático ni real, ni de ninguna naturaleza. Además, no cuenta con ninguna base como para que se fortalezca; le ha caído encima toda la comunidad internacional.
«La oposición no puede tener en la MUD 21 partidos y pretender ser efectiva»
Hay sectores que condenan el hecho de que la oposición no se deslastre de los grupos violentos que más que fortalecerla lo que hacen es perjudicarla, porque desvirtúan el sentido de la lucha. ¿Qué piensa usted?
—La oposición tiene dos retos enormes que son: en primer lugar, unirse, lograr su verdadera unificación buscando la creación de un partido más fuerte. La oposición no puede tener en la MUD 21 partidos y pretender ser efectiva. Coordinar 21 personas para decidir dónde van a pasar el fin de semana, es prácticamente imposible; mucho más complicado será el que nos pongamos de acuerdo en temas tan trascendentes como los que están planteados en este momento en la política venezolana.
Por otro lado está el tema de mantener la protesta, pero una protesta pacífica, porque la protesta pacífica une a los que protestan, porque razones sobran para protestar, para estar inconforme, pero si el otro lado agrede a quien protesta pacíficamente, el agresor se divide entre aquellos que creen que agredir a una persona desarmada está mal o aquellos que piensan, bueno, si yo agredo a una persona desarmada, que además por la Constitución y las leyes tiene el derecho a protestar, en algún momento me van a castigar, entonces yo mejor no los agredo, no cumplo las órdenes de agredir a quienes protestan. Pero la mecánica del otro lado funciona de manera contraria: si quien protesta se convierte en violento, la mayoría de las personas que protestan, como en mi caso, por ejemplo, no están dispuestas a asistir a una manifestación violenta, entonces sencillamente no participan. Como se ve, la violencia hace que la oposición se divida y hace que quienes tratan de controlar una manifestación violenta, aunque sea por medios violentos, se unan.
Esa es la lógica que descubrió Jesucristo, que aplicó Mahatma Ghandi, que aplicaron Martin Luther King y Nelson Mandela. No es simplemente por principios religiosos, filosóficos o morales el que no se debe agredir, no. Se trata de un principio totalmente utilitario, es una cuestión mecánica y hasta de elemental comprensión, es una cuestión de que si protestas pacíficamente te unes y si lo haces violentamente te divides, es la manera como estamos hechos. De manera que los dos grandes retos que en este momento la oposición tiene por delante son esos: buscar la consolidación basada en el acercamiento de ese gran partido con la población, para ocuparse de lo cotidiano, del logro, etcétera, y no simplemente una competencia por alcanzar preponderancia y cargos de poder. Y por otro lado, el tema de mantener la protesta pacífica.
¿Debe la oposición mantener la protesta?
—Sí, la oposición tiene que mantener la protesta, porque si no el Gobierno no la respeta. Desafortunadamente el Gobierno no entiende de otro lenguaje que la fuerza, no entiende el lenguaje de los razonamientos, de las leyes y de los principios. Por tanto la oposición no debe abandonar la calle, pero eso sí, pacíficamente.
«La oposición no está suficientemente unificada»
Una prestigiosa encuestadora señala que la oposición no termina de convertirse en una alternativa y agrega que su discurso no es esperanzador. ¿A qué podría deberse esta percepción?
—A dos razones. Primero, la oposición no termina de convertirse en una alternativa porque no está suficientemente unificada, suficientemente articulada. No se trata solamente de coordinar a una MUD de 21 partidos, sino que sean mucho menos partidos y mucho más fuerte para poder tomar decisiones mucho más rápidas, más efectivas y al unísono. Y por otro lado porque la oposición ha enfatizado demasiado lo que es la crítica, pero no ha propuesto suficientes soluciones. Antonio Ledezma tiene mucha razón en lo que dice. Él está reclamando que no ha habido suficiente articulación en la oposición, y está reclamando que por eso y por apuestas desafortunadas, quizás por intereses personales o de pequeños grupos, se han perdido valiosas oportunidades, en lo cual tiene toda la razón. Es una tesis que he venido planteando en todos mis libros en los últimos 20 años.
«El venezolano tiene una agenda de sobrevivencia, por eso es absurdo exigirle más sacrificios a los venezolanos a favor de la patria o a favor de ninguna revolución»
¿Cree usted que el venezolano verdaderamente estaría dispuesto a pasar hambre en “defensa de la patria” tal y como enfatizó la señora Delsy Rodríguez o le parece que resulta fácil decir estas cosas con la barriga llena?
—Eso en boca de Chávez, que lo usó también, yo diría que era un recurso ideológico exagerado cuando dijo “con hambre y sin empleo con Chávez me resteo”. Fíjate que lo dijo un par de veces y más nunca lo repitió. Se dio cuenta de que, o era una estupidez, porque en el fondo la gente no va a actuar así, porque el amor dura en la medida en que haya buenas condiciones, después el amor se termina. O no lo repitió más porque no le convenía. Esta señora lo viene a sacar ahora nuevamente y es un error político o una manipulación mediante la que se trata de pedirle un extra a la gente, pero un extra en función ideológica pero sin un contenido de bienestar, sin un contenido de soluciones. Si usted le dijera eso a un rico, o a una persona que tiene las condiciones para vivir una buena vida, no sería como muy conveniente tampoco, pero que usted se lo diga a un pobre, y con la situación de hambruna que estamos viviendo, no creo que sea lo más recomendable.
¿En términos generales, cómo percibe el venezolano la injerencia de la Fuerza Armada en todos los ámbitos de la vida pública?
—En este momento el sector militar tiene un 75 % de rechazo en las encuestas. La gestión del sector militar es negativa para un 75 % de los encuestados. Igual cosa ocurre con el CNE, que tenía un 74 % de rechazo hace como mes y medio, y en este momento debe estar más alto, porque fue muy evidente el vacío en las colas que no existieron para votar en unos comicios en donde estaba cuestionada profundamente la constitucionalidad y la legalidad de las bases comiciales. ¿Cuántas veces se ha visto en Venezuela que en una elección uno de los rectores diga que existen bases reales para que existan una duda razonable de esos resultados electorales? ¡Nunca!
¿Cuál es en este momento la principal preocupación de los venezolanos?
—Las preocupaciones de los venezolanos en estos momentos son puramente socioeconómicas. El primer problema del país es el desabastecimiento; el segundo es la inflación, el sueldo no alcanza; el tercer problema es el desempleo y eso ocupa en términos generales el 80 %; después estarían el tema de la corrupción, pero muy bajito; y después el tema del conflicto entre los venezolanos, pero eso es mínimo en relación con lo otro. Básicamente el problema es socioeconómico. En este sentido, el venezolano tiene una agenda de sobrevivencia, por eso es absurdo en este momento exigirle más sacrificios a los venezolanos a favor de la patria o a favor de ninguna revolución, eso no tiene ningún sentido.
«Diálogo sí, pero negociación no»
¿Están dadas las condiciones para un diálogo?
—Diálogo, desafortunadamente, se convirtió en una mala palabra, porque cuando Chávez regresa después de la renuncia, después de las manifestaciones más masivas que se han visto en este país, en función de lo cual se le pidió la renuncia, a Chávez se le planteó un diálogo, una negociación. Entonces Chávez, a pesar de que a su regreso había asegurado con un crucifijo en la mano que “había que rectificar allí donde hubiera que rectificar”, y a pesar de haber convocado una mesa que llamó de diálogo, cuando se le insistió en negociación, dijo, diálogo sí, pero negociación no, yo no voy a negociar con nadie, aunque hacía tres días estaba caído. En ese momento tuvo el desparpajo, el arrojo de decir, miren, por más débil que yo esté, váyanse ustedes saben donde, porque yo no voy a negociar nada con ustedes, yo lo que voy es a dialogar, es decir, yo lo que voy es a comprar tiempo para una vez fortalecido, y con ustedes sentados ante una mesa sin lograr nada, queden mal ante sus bases y yo siga haciendo lo que me dé la gana. De manera que la oposición debe cuidarse de no sentarse a dialogar sino a negociar. En este momento se está cometiendo en la oposición un gravísimo error, que consiste en ver si van o no a las elecciones de gobernadores y regionales, ese no es el problema. ¿Cómo vas a discutir tú si vas a unas elecciones que vas a ganar 80 a 20? Es un disparate ponerse a discutir eso. Los radicales quieren actuar por principios absurdos. Lo que se tiene que discutir, lo que se tiene que negociar, son las condiciones en las que vamos a esas elecciones. Poner muy claramente cuáles son mis puntos, lo que haría que esas elecciones sean legítimas, sean aceptables en cuanto a condiciones iguales para lado y lado, que no haya sesgo. Ah, pero si me vas a volver a montar una trampajaula como la Constituyente, entonces no voy, pero los puntos deben establecerse claramente.
¿Debería entrar la MUD en una nueva etapa? ¿Qué pueden esperar los seguidores de la coalición opositora?
—Bueno, un partido unitario, un partido mucho más fuerte que en vez de tener 2 o 3 puntos de identificación partidista, arranque con 15 o 20 puntos. Cuando tú preguntas con qué partido simpatizas, y la MUD, ella solita, tiene 18 puntos, ¿qué te dice eso? Que la gente está expresando algo aspiracional: yo aspiro a que nos unamos. Cuando tú le repreguntas a la gente, pero es que la MUD no funciona como partido, te responden: no, yo sí soy del partido de la MUD, porque yo voté por la manito.
¿En su criterio, qué errores habría cometido la MUD en los últimos meses?
—No tener la suficiente capacidad de respuesta rápida a los problemas que se le presentan, no haberse unificado un paso más allá como un solo partido, y es por eso que propongo que los diferentes partidos que la integran, realicen una gran elección nacional del Partido de la Unidad Democrática, y la gente vote por el candidato que más le guste para los diferentes cargos que ellos mismos escojan. Lo otro es hablar demasiado de la crítica y no insistir en cuáles son sus proposiciones. Esos son los temas en que la MUD ha fallado.
«La oposición tiene dos retos enormes: lograr su verdadera unificación y mantener una protesta pacífica»
La crisis recrudece y crece exponencialmente. A diario uno ve colas de 200 o 300 personas tratando de comprar un pan para tener algo que llevarse a la boca. ¿Está el Gobierno en capacidad de superar esta situación en el corto plazo?
—El Gobierno estaría en capacidad de superar esa situación, si cambia al menos sus políticas económicas, y para cambiar sus políticas económicas debe bajarle dos al estatismo, bajarle dos al intervencionismo, al control de precios, al control de cambio y bajarle dos a ese discurso bobo en contra de la empresa privada que no se practica ni en China, que es dirigida abiertamente por un partido denominado comunista. Si el Gobierno dejara de hablar disparates en contra de la empresa privada, redujera el intervencionismo, el control de precios, el control de cambio y buscara la creación de más empresas mixtas, y devolverle a sus legítimos propietarios las cosas que tanto el Gobierno de Chávez como el de Maduro le ha robado al empresariado venezolano. El problema para la mayoría de los venezolanos no es político, el problema es de hambre.
El Gobierno contra el mundo
¿En qué medida podría ser determinante la presión de la comunidad internacional?
—Si la presión internacional se intensifica y el Gobierno venezolano no se consigue a otro gobierno que llene el vacío económico que produciría la aplicación de medidas económicas más drásticas de parte de los Estados Unidos, los venezolanos estaremos de rodillas en 30 días.