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Crónicas bolivarianas: ¿Qué se traen entre manos los constituyentos?

Constituyentos

Al cipote con el periódo presidencial (con tilde en la penúltima sílaba, porque así es que lo pronuncian las combatientas más fisnas, cada 28 días)


O.E.

En silencio. Así me aseguró un constituyentista estar haciendo su trabajo. Solo que no explicó en qué consiste “su trabajo”. Chávez, entre otras taras, cargaba sobre sí un grave complejo de inferioridad, que le hacía rabiar ante el talento criollo. Por eso les endilgó a los científicos del IVIC remoquetes vejatorios. De su preferencia por la medicina cubana, mejor es ni la nombrarla en este artículo. Los abogados criollos tampoco fueron de su predilección. Ese bodrio que mientan “la Constitución Bolivariana” es de dos letrados españoles que mutaron de neofranquistas a socialistos del siglo XXI.

¿Quién está en realidad escribiendo los 10 o 15 artículos constitucionales que aspiran convertir el país en la Norcorea del Caribe? ¿Qué está haciendo la Comisión de la Verdad?

El abogado de Robolucion, será un gordo muy zalamero. Pero sus antecedentes de saltar talanqueras asustan ¿Juristas cubanos? “¿A ver si me ‘mueren’ como los médicos de la isla ‘murieron’ a mi Comandanto Eterno?”. Fue cuando el propio, el preclaro, el mismo que viste y calza, por la dudas, asumió la ingente tarea, con el constituyente “Diablo Rojo” como secretario. Incapaces de manuscribir media plana sin cometer los errores y horrores ortográficos más atroces, no hace falta ser muy zahorí para prefigurar la versión definitiva del documento.

“Decrétese la República y Repúblico, comunista y comunisto de Benesuelo y Benesuela. Al cipote con el periódo presidencial (con tilde en la penúltima sílaba, porque así es que lo pronuncian las combatientas más fisnas, cada 28 días). Miraflores, pa’ siempre ¡y pa’ gozá! El que se resbale, ¡preso, carajo, derecho a torturarlo incluido! Sin chistar y sin que sea necesario mandonear al camarado Maikel. No lo digo yo, sino la ley de la odia y el odio, que soy yo. Perdón y mesa limpia para pecados, delitos, narcodelitos, guisos, con sus etcéteras y etcéteros, cometidos y por cometer por camarados, camaradas y caMaduros, mayormente éstos porque el que le pega a la familia… Todo inocente es culpable hasta que se demuestre que no es opositor. Así lo declaro como jefe de la Comisión de la Maldad que para mí, es la pura verdad”.

—¿Y qué más, mi Jefe?

—¿Y qué más? ¿Te parece poco que asesine hasta el castellano?