Sin duda, Maduro le cobra a Ramírez, sus críticas al modo torpe y corrupto de arruinar la economía
Manuel Isidro Molina
Rafael Ramírez no es el primero ni será el último en caer bajo la larga mano del Gobierno/PSUV. No lo llamo “chavismo” ni “madurismo” porque es mucho más que eso: viene desde la era Chávez que se entronizó en Venezuela del 06.12.1998 al 08.12.2012, y sin solución de continuidad entró en la era Maduro, a partir de aquel dramático testamento autocrático –televisado, por supuesto- que descargó contra la dignidad de la patria al heredero infame, “desde mi corazón”.
Hugo Chávez fue maestro en el sometimiento de sus subalternos militares y civiles, para lo que necesitó y como lo necesitó, bajo juramento y silencio sepulcral, con su visión unívoca del poder y un grado maquiavélico solo equivalente históricamente al que protagonizó Juan Vicente Gómez.
“Lealtad absoluta”, clamaba a nombre de la “patria”, la “revolución” y el “socialismo”. Era el Chávez de los secretos, ilegalidades, abuso de poder y corruptelas que imponía a sus subalternos más cercanos y comprometidos, como Raúl Isaías Baduel y Rafael Ramírez Carreño, el primero y el último, hasta ahora, decapitados política, civil y penalmente.
La historia del ex ministro de la Defensa es conocida: al oponerse a la reforma constitucional promovida por Chávez y derrotada por la mayoría de la población electoral en 2007, fue objeto de persecución penal por delitos de corrupción y enriquecimiento ilícito, que lo llevó a la cárcel durante siete años y once meses; pero justo al cumplir la pena, lo ruletean y mantienen privado de libertad bajo acusaciones de conspiración contra la «independencia e integridad de la nación», por acción de la justicia militar, es decir, por órdenes del presidente Nicolás Maduro y la aquiescencia del alto mando militar.
La caída del ex ministro de Energía y Petróleo, presidente de Petróleos de Venezuela, S. A. (PDVSA), vicepresidente de gobierno para Asuntos Económicos, ministro de Relaciones Exteriores, embajador ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) y vicepresidente para occidente del PSUV, además de ex representante de Venezuela ante la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), ha sido más lenta pero igualmente mortífera, definitiva, ahora bajo presuntos cargos de corrupción y legitimación de capitales, según anunció el fiscal general Tareck William Saab, por delación del súper millonario Diego Salazar Carreño, primo de RRC y jeque de los seguros y reaseguros de PDVSA durante los doce años que el ministro duró al frente de esa “gallina de los huevos de oro”.
Sin duda, Maduro le cobra a Ramírez, sus críticas al modo torpe y corrupto de arruinar la economía, pero sobre todo su intencionalidad política de abrir un debate nacional que lo podría haber llevado a disputarle la presidencia de la República, bien con Ramírez de aspirante ora con María Gabriela Chávez, embajadora alterna ante la ONU, hija del difunto mandatario y también mimada por Fidel Castro y acariciada por el gobierno de su heredero Raúl Castro desde La Habana. Les lanzó a la yugular, muestra de sesgo estalinista que, de paso, sirve de advertencia a Diosdado Cabello, por si se le ocurre insistir en sus conocidas aspiraciones presidenciales desde los ámbitos de dominio de las mafias militares de la corrupción y el abuso de poder, que dicen con desparpajo “controlar” los mandos y jerarquías superiores de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y áreas clave del gobierno/PSUV, la economía, las divisas y el comercio internacional, mientras el pueblo muere de mengua, empobrecido, con escasa alimentación y sin medicamentos, bajo un demencial costo de vida especulativo y genocida, por razones conocidas que no cabe citar en esta oportunidad.
El Gobierno/PSUV, hoy bajo la mano férrea de Maduro, es una torcedura monstruosa, histórica y moralmente. Estalinismo a la venezolana, se podría considerar. Lo peor que nos haya podido ocurrir es esta herencia de Hugo Chávez gestionada y aprobada por Fidel y Raúl Castro, interesados en el control del silencio sepulcral de las fétidas acumulaciones morales y administrativas de la era Chávez, que han hecho eclosión en la era Maduro.
Y no es que Baduel y Ramírez —como muchísimos otros y otras— sean inocentes de enriquecimiento ilícito, legitimación de capitales y otros delitos, sino que estamos ante casos similares de persecución penal sobre presuntos delitos cometidos, pero no por motivos loables de justicia y ética en la función pública sino por motivaciones políticas, en lo que he llamado “Operación Rabo de Paja” (ORP), inaugurada por Chávez contra Baduel y continuada por Maduro contra Ramírez.
El presidente Maduro cree que va “bien, muchacho, vas bien”, pero la realidad indica todo lo contrario: se está secando con la ultra concentración de poder que ha generado con las impuestas y ventajistas elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente, gobernadores y alcaldes. Cree –y es su grave error- que con más del 80 por ciento de la población en contra, hambrienta y enferma, tiene asegurada su reelección en 2018, con la pudrición y el fracaso hasta sus bigotes, por él celebrados “como los de Stalin”. La mediocridad es libre, como el miedo y la sobre confianza de los delincuentes.
EL CONFESIONARIO
NOS DESPEDIMOS HASTA ENERO PRÓXIMO, deseándoles -por encima de la genocida crisis que nos agobia y empobrece- una feliz navidad y un próspero año nuevo, en unión de sus familiares y amigos. Reciban mi abrazo solidario, como siempre, con optimismo y voluntad para vencer las dificultades.