La reconstrucción tiene que ser para industrializar aguas abajo y arriba la producción petrolera y dejar el llamado rentismo petrolero, minero o de cualquier otro tipo
Luis Fuenmayor Toro
Venezuela está destruida, sus instituciones no existen, su población ha empobrecido enormemente, su economía está por el suelo, sus sentimientos patrióticos se han deteriorado, el delito y la corrupción imperan y la desesperanza y la confusión reinan. Una mafia se ha apoderado del país y pareciera no estar dispuesta a soltarlo en forma pacífica. Están a punto de realizarse unas elecciones que, hechas por una dictadura, no reúnen todas las condiciones necesarias para estar seguros de que sus resultados expresen la voluntad de la población. Una parte de la oposición, la mayoritaria hasta hace dos años, pero que hoy no tiene el mismo respaldo, ha decidido abstenerse en forma vergonzante y ha escogido la vía violenta de salida del gobierno como condición previa a cualquier elección. Otra parte de los opositores ha decidido por la vía pacífica y no dejar el camino libre de la reelección de Maduro; entre ellos, la candidatura que aparece como más fuerte es la de Henri Falcón, apoyada por el MAS, AP, COPEI, Soluciones y Juntos.
Es casi un lugar común que se hable de la necesidad de reconstruir el país, lo que nos puede llevar a pensar que el objetivo es tener lo que teníamos antes, que en condiciones de vida de todos los venezolanos era con seguridad mucho mejor que lo que tenemos ahora. De 27 por ciento de pobreza extrema pasamos a 55 por ciento, de 59 muertes maternas por cien mil niños nacidos vivos pasamos a 135 muertes, de 19 asesinatos por cien mil habitantes pasamos a 89 homicidios, cifras que lo dicen todo en relación con la comparación sin que tengamos que agregar más nada. Pero cifras que también nos dicen que el punto desde donde arrancamos era muy malo, que mostraba a una sociedad con grandes calamidades, que a pesar de nuestro petróleo y nuestra democracia representativa no habíamos logrado alcanzar cifras mundialmente aceptables, siquiera cercanas a las de los países desarrollados. No se trata por lo tanto de reconstruir el pasado sino de superarlo ampliamente en ese proceso de reconstrucción.
Hay también hoy una cierta unanimidad en el discurso, que no en los hechos, en relación con abandonar el rentismo petrolero. Por fin parece que nos percatamos que en los últimos cien años lo que hemos hecho es exportar materia prima, combustible fósil sin mayor valor agregado, y que hemos vivido de la cotización en el mercado de esa importante materia prima, dada la necesidad que hay de ella para la producción mundial, lo que lleva a su precio a estar siempre por encima de su valor. Realmente extraemos al venderlo parte de la riqueza generada en procesos productivos extranjeros. Reconstruir no puede ser entonces volver a la situación pasada de vender 3 millones 200 mil barriles a cien dólares el barril. No. La reconstrucción tiene que ser para industrializar aguas abajo y arriba la producción petrolera y vender petroquímicos y químicos orgánicos, productos de mucho mayor valor agregado, y dejar el llamado rentismo petrolero, minero o de cualquier otro tipo que pudiera aparecer.
Y lo señalado anteriormente debe valer para todas las áreas productivas y de servicios a ser trabajadas. Hay que tener como propósito hacer el esfuerzo para despegar del subdesarrollo, para construir una república contemporánea y para elevar realmente la calidad de vida de los venezolanos, desterrar la ignorancia, hacer florecer el conocimiento científico, tener empleos calificados, permanentes y bien remunerados, y de esa manera ir haciendo desaparecer la pobreza material e intelectual del territorio patrio. Y no se trata tampoco de primero recuperar lo tenido, aunque evidentemente era mejor que lo que tenemos, para luego arrancar el proceso de superarlo. No. Se trata de arrancar desde ya el proceso de superar lo que tuvimos, por lo que todas nuestras acciones deben efectuarse en ese sentido. Desde ya, lo que se haga en salud debe ser para reducir bastante la tasa de mortalidad materna de 1998, pues es muy alta e inaceptable para un sistema de salud eficaz.
Se debe entender que las acciones que se ejecuten deben desde ya iniciar el camino de la superación de un pasado con graves insuficiencias, tan graves que fue el caldo de cultivo para que se gestara lo que hoy tenemos. Si decimos que a la petroquímica deberíamos dedicar el 30 por ciento de la producción de crudo, no hay que esperar hasta generar 3 millones de barriles diarios para ir incrementando lo que se debe utilizar en petroquímicos y químicos orgánicos. Desde el mismo inicio hay que comenzar a dedicar buena parte de lo que se produzca para la industria petroquímica. De esa manera se comienza a construir el futuro superador del pasado desde ya, se comienza a impulsar a la empresa petroquímica desde el inicio, se comienza a tener empleo formal calificado y bien remunerado y a impulsar el desarrollo científico y tecnológico, todo al mismo tiempo y desde un principio.
En resumen, para los candidatos que se presentan como opción al desastre chaveco y en particular para Henri Falcón, quien tiene la primera opción de derrotar a Maduro, no se trata de recuperar lo que se tuvo y hoy no se tiene, sino de superarlo ampliamente. Y no se trata de primero recuperar lo que se tuvo y luego pasar a la etapa de su superación, sino de trabajar ya para irlo superando desde ahora.