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Oscar Battaglini: Una posición electoral y utilitaria frente a la dictadura

Gobernadores MUD Maduro

Los factores políticos (partidos o individualidades) que han decidido participar en estas “elecciones”, en medio de las condiciones fraudulentas impuestas por la dictadura, se hacen cómplice de ella


Oscar Battaglini

Es indudable que los procesos electorales constituyen un importantísimo mecanismo y espacio político del desarrollo de la lucha por el establecimiento, ampliación y profundización de la democracia, se ha dado en el pasado y aún continúa dándose en el presente; particularmente, desde el momento en que los países del mundo occidental sobre todo, se instituyó el voto universal, directo y secreto.

La historia de América Latina, y dentro de ella, la de nuestro propio país, ha sido muy rica en experiencias ene se sentido; sin embargo, es preciso subrayar que no obstante haberse implementado formalmente en nuestros países el sufragio universal directo y secreto, su ejercicio ha estado plagado de toda una serie de vacíos, irregularidades y ventajismos autoritarios practicados -con muy pocas excepciones- por los gobiernos (militaristas – dictatoriales o de democracia formal) que históricamente se han sucedido en la dirección política de los distintos países de la región; todo ello con la expresa determinación de burlar la soberanía popular y perpetuarse en el poder mediante el fraude electoral descarado. En Venezuela, esta ha sido una práctica de larga data. Se registra durante los gobiernos de: 1- Joaquín Crespo (segunda presidencia) quien ejecuta un fraude electoral (1898) contra el general José M. Hernández (el “Mocho” Hernández) para imponer en la presidencia de la República al general Ignacio Andrade, y de esa manera mantener el control del poder como ya lo había hecho Guzmán Blanco con él y con otros gobernantes del “liberalismo amarillo”. 2- El gobierno de López Contreras (1936-1941) cuando el pueblo democrático de Venezuela entre los años 1937 y 1938, no sólo derrotó varias veces a este gobierno en las elecciones municipales que se realizaron en esos años, sino que recurrió a lo que él mismo denominó “la abstención activa”, también de manera extensa, siempre que consideró que su participación en las elecciones, antes que favorecer la realización de sus expectativas democráticas sería utilizada por el gobierno como un mecanismo para el apuntalamiento y legitimación de su poder (ver mi libro: Venezuela 1936-1941, Dos proyectos democráticos, Caracas, Monte Ávila editores, 2006, P.116 y SS). El gobierno betancurista del trienio 1945-1948, el cual hizo del autoritarismo y el ventajismo gubernamentales, así como del distributivismo rentístico clientelar demagógico, los mecanismos de la imposición político- electoral; práctica que después se replicaría con creces durante los cuarenta años de la era puntofijista, y que bajo la dominación chavista produce náuseas (para el período betancurista del trienio, ver mi libro: El betancurismo 1945-1948, rentismo petrolero, populismo y golpe de Estado, Caracas, Monte Ávila Editores, 2008, P.144 y SS). 4- La dictadura militar pretendió en dos oportunidades “legitimarse” mediante la realización de sendas consultas electorales, -la de la constituyente de 1952, y la del plebiscito de 1957, en las que el pueblo venezolano se alzó con la victoria. En el primer caso, con su masiva participación; y en el segundo, mediante una combinación inteligente de la “abstención activa” –como en el año de 1938- y el boicot electoral, hecho que se convertirá en un potente catalizador de las acciones populares del 23 de enero que dieron al traste con la dictadura militar.

Como puede apreciarse muy claramente en esta secuencia, ha sido diversa la manera en que el pueblo venezolano ha encarado el problema complejo de su participación en los procesos electorales en los que le ha tocado intervenir

En medio de una situación política no democrática, se confirma así que en esta materia no existe una determinada y única manera de participar en esos procesos; esto es: 1- que las posiciones extremas y simplistas de quienes, invariablemente, siempre llaman a participar en esos procesos o a no a hacerlo, es incorrecta, y 2- que la posibilidad de definir o de arribar a una posición políticamente correcta o conveniente a los intereses democráticos de la sociedad venezolana, pasa, necesariamente por un análisis serio, concreto, de la coyuntura política planteada, único modo de poder determinar con una relativa exactitud o certeza, la opción político-electoral que en esos momentos es la que conviene a la realización de los objetivos y fines que la dirección político-democrática de la sociedad se haya propuesto alcanzar. Esto implica, además, tomar de manera exhaustiva, todas las medidas (políticas, organizativas, logísticas, etcétera) que coadyuven a la realización práctica de la opción política decidida. Se trata, en otras palabras, de dotar a esa opción de una hoja de ruta que oriente y de coherencia a su realización efectiva. En atención a lo dicho, consideramos: 1- justa y acertada la decisión política de la MUD de no participar en las elecciones presidenciales, por estimar que la dictadura, ahora con mucha más razón, tiene todo dispuesto para imponer un nuevo resultado fraudulento, como viene de hacerlo en los últimos tres “procesos electorales” realizados en el país. La demostración de que esto es así, fue su cerrada negativa en las negociaciones de la República Dominicana a ceder en todo lo que la oposición exigió para que las elecciones se dieran en condiciones normales: libres y competitivas. 2 -que los factores políticos (partidos o individualidades) que han decidido participar en estas “elecciones” en medio de las condiciones fraudulentas impuestas por la dictadura, no sólo se hacen cómplice de ella, sino que con su actitud contribuyen a debilitar el frente amplio y único que es preciso presentarle a la dictadura en estos momentos. Ejemplo de ello es que los factores políticos que hoy aparecen colaborando con la dictadura en el montaje del fraude electoral, han aceptado que las elecciones parlamentarias se realicen el mismo día de las presidenciales, con lo cual se estaría consumando definitivamente el golpe de Estado urdido por la dictadura en contra de la asamblea Nacional. 3- que la posición política asumida por la MUD, es todavía más justa, por el hecho de que la comunidad internacional se ha comprometido a no reconocer el resultado de unas elecciones realizadas con las condiciones impuestas por la dictadura –con partidos y líderes políticos inhabilitados con un CNE fraudulento, etcétera- y que ello la obligará a ampliar y a radicalizar las sanciones que ha venido aplicándole a este régimen. La dictadura se va a imponer de nuevo en estas elecciones fraudulentas: ¿qué duda puede haber?, pero de este lance no saldrá más fortalecida sino todo lo contrario; lo que, por un lado, hará que se reduzca aún más su radio de acción nacional e internacional, y por otro, se verá forzada ha hacerse cada vez más despótica, represiva, criminal y antipopular. Todo indica que en Venezuela se han cerrado de nuevo las vías político-institucionales donde se dirimen las contradicciones sociales y políticas en una sociedad democrática, no de mentira. Este es el dilema que está en la base del conflicto político que hoy enfrenta a una sociedad con una minoría descalificada que pretende seguir detentando el poder mediante la violencia militarista y el simulacro electoral. Ese es el dilema existencial alrededor de cuya resolución inmediata debemos unirnos todos los venezolanos de mentalidad democrática; aprovechando las condiciones cada vez más favorables para ello.