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NUEVA JEFA en el FMI

América Latina parece una región mística. Según el FMI la actividad económica se desaceleró en los últimos meses “principalmente por factores idiosincrásicos

Cipriano Fuentes

Cuando se producen cambios en el poderoso Fondo Monetario Internacional (FMI), el mundo se estremece. No es para menos porque este organismo es el banco central del mundo. Un think tank altamente especializado, encargado de monitorear la economía de cada uno de los países del mundo, diagnosticar los problemas esenciales del mercado mundial, aconsejar las “mejores” políticas económicas a los países y en dado caso financiar proyectos de política económica que permitan sobrevivir a los constantes vaivenes de la economía mundial.

En el momento actual enfrentamos grandes nubarrones: el cambio climático, la presión insostenible del crecimiento de la población humana mundial y el debilitamiento de los liderazgos mundiales tradicionales.

En su reciente informe “Perspectivas de la economía mundial” el FMI repasa la situación de las distintas regiones del mundo.

América Latina parece una región mística. Según el FMI la actividad económica se desaceleró en los últimos meses “principalmente por factores idiosincrásicos.”  En el año 2019 esta región apenas crecerá un 0.6%, lo que implica que sus tradicionales problemas sociales y ambientales tenderán a generalizarse. Y la incertidumbre aumenta alrededor de las economías más grandes como Brasil, México, Argentina y Chile.

CONFLICTOS Y CAOS

El crecimiento mundial continúa a la baja, en una década de recesión, iniciada con la crisis inmobiliaria de Estados Unidos en el 2007-08. Aunque Estados Unidos crece ya sobre el 3.0%, el mundo se estremece de pavor suponiendo que es el fruto de la violencia aplicada a la producción de conflictos y caos en todos los rincones del planeta, y que su reversión puede ser fatal para todos. Para muestra el botón del comercio mundial. Hasta mayo del presente año, la administración Trump aumentó los aranceles desde el 10 al 25%, afectando $200 mil millones de exportaciones de China, lo que junto con las represalias de China tienen un efecto hacia la baja en el crecimiento de Asia, y el auge de las confrontaciones y roces políticos, militares y sociales. Indonesia, Hong Kong  y Tailandia  se convierten en un polvorín, sin dejar de mencionar la problemática del medio oriente,  las presiones sobre Irán, los polvorientos e insustanciales drones sobre la petrolera árabe-saudí.  

El FMI quiere devolvernos el optimismo y afirma de qué depende la recuperación del crecimiento, la alegría del consumo y la estabilidad del mundo. Y depende de los siguientes factores: Uno, que los mercados financieros no entren en pánico. Dos, Europa se debate herida por la presión de las migraciones africanas y de medio oriente,  así como por los choques del brexit. Tres, las economías emergentes están en crisis. Argentina, Turquía, Brasil e India se encuentran sometidas a presiones políticas y de identidad. Aumenta el riesgo de ataques militares y destrucción en Irán, Venezuela y Arabia Saudita. Cuatro, que se eviten colapsos aún más pronunciados en Irán y Venezuela.

Y bajo estas circunstancias ocurre  el cambio de dirección en el FMI: Kristalina Georgieva (Sofia, 1953), economista y política bulgara, ha sido elegida como próxima directora gerente del organismo  —duodécima titular desde la creación del FMI en 1944—  por un período de cinco años a partir del 1 de octubre.

A ella le tocará una tarea de la mayor  importancia: Recuperar la confianza en los sectores financieros internacionales y buscar alternativas antes de una crisis. Ojalá sus propuestas puedan fortalecer una visión democrática en la reconstrucción de las relaciones económicas de la humanidad.

ciprianofuentes1@gmail.com