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«ALERTA NARANJA»

Los afanes guerreristas de los principales capitostes de la dictadura militarista que detentan el poder e Venezuela, apuntan en la dirección de provocar un conflicto armado con Colombia

Oscar Battaglini

Los desplantes guerreristas que en los últimos días han venido expresando Maduro, Padrino López, Cabello, el descafeinado que funge de canciller y quienes, tanto en Palacio como en Fuerte Tiuna les hacen el coro, frente a la posición asumida por el Estado colombiano con respecto a la situación venezolana, se deben no sólo al carácter irresponsable, aventurero, temerario y soez, que ha caracterizado la política que la dictadura chávezmadurista ha definido y aplicado en el desarrollo de sus relaciones contradictorias con los países del continente y de todo el mundo que se le oponen y presionan para que en Venezuela se retorne a un orden democrático, sino que a ello ha venido a sumarse –espoliado por el agravamiento y profundización de su aislamiento político extremo y por la pavorosa crisis económica y social que abate al país- la busca desesperada de un conflicto bélico con alguno de nuestros vecinos (Colombia, Brasil, Guyana) o con los propios Estados Unidos, en la creencia de que por esa vía lograrán resarcirse de la situación comprometida en la que se encuentra y al mismo tiempo ganar adeptos y en opinión favorable tanto nacional como internacionalmente.

KUWAIT Y LAS MALVINAS

     La mejor demostración de que eso nunca ha sido así en nuestro tiempo son los casos de las dictaduras genocidas de Saddam Hussein en Irak cuando invadió militarmente a Kuwait, hecho este que se convirtió en el principio del fin de su régimen despótico. El otro caso, más cercano, es el de la dictadura de Videla en la Argentina, cuando los militares, en una maniobra desesperada, desafiaron el poderío militar de Inglaterra al intentar recuperar las Malvinas por vía de la invasión armada. Guerra que concluyó con el aniquilamiento del ejército argentino, lo cual significó una debacle terminante y definitiva para la relevancia política de la que dispusieron durante un largo período los militares en ese país.

Todo indica que los afanes guerreristas de los principales capitostes de la dictadura militarista que detenta el poder e Venezuela, apuntan en la dirección de provocar un conflicto armado con Colombia con los propósitos señalados. Conviene recordar que los amagos que en el pasado se hicieron en tal sentido, siempre tuvieron una intencionalidad meramente distraccionista, pero en esta oportunidad no se trata de un simple amago, ahora tienen, es evidente, el firme propósito de provocar un conflicto armado con ese país, a ello se ve empujada la dictadura tanto por la actitud vesánica de sus dirigentes como por la situación desfavorable –un verdadero callejón sin salida- en la que ha sido colocada por la propia dinámica de la crisis política provocada por ellos mismos.

MISIONES MILITARES RUSAS

Se trata de una determinación que a su vez se ve estimulada por los apoyos que la dictadura militar ha recibido de China y particularmente de Rusia, país que no obstante las fuertes y múltiples presiones de las que es objeto por parte de los Estados Unidos, ha venido incrementando y diversificando su comercio de armas con la dictadura. Pero lo novedoso en este caso, es que, de esa operación de compraventa de armas (aviones, helicópteros, tanques, misiles, fusiles y toda clase de pertrechos) se ha pasado a la ubicación en nuestro territorio de misiones militares rusas para el asesoramiento, la práctica y el entrenamiento in situ, tanto como para la habilitación y montaje de las estructuras técnicas, el diseño de tácticas y estrategias, así como el uso de algunas de esas armas, en particular las misilísticas.

Llama poderosamente la atención, el hecho de todos esos manejos (incluidos los repetidos y recientes viajes de Padrino López a Rusia, Nicaragua, etcétera) coincidan con la boconería guerrerista de Maduro y su corte palaciega, y de quienes lo secundan desde Fuerte Tiuna en esta nueva aventura.

La declaración de una “alerta naranja” y la orden impartida por Maduro – Padrino López a su fuerza armada (facha), para que monten una estructura misilística en la frontera con Colombia, no sólo son dos señales iniciales de la intencionalidad guerrerista de la dictadura venezolana con relación a ese país, sino que, de hecho, constituyen dos acciones de guerra en contra del mismo.

Todo parece indicar que ni Maduro ni Padrino López, ni sus respectivos entornos políticos se han puesto a pensar en serio: 1- sobre las nefastas consecuencias que sus decisiones y acciones irresponsables e insensatas podrían acarrearles tanto a los pueblos colombiano y venezolano como a toda la región de América Latina, si llegara a desencadenarse una guerra fratricida entre ambos países, sólo por el afán desmedido e irracional de unos aventureros sin legitimidad alguna (política, ética, moral) cuyo fin último consiste en perpetuarse en el poder a cualquier costo, aunque este costo implique la vida de muchos seres inocentes que nada tienen que ver con esa locura.

EL ÚLTIMO ACTO DE LA TRAGEDIA

En lo que a nosotros, los venezolanos se refiere, nos veríamos forzados a sumar al compendio de nuestras innumerables e insoportables agravios, una larga lista de compatriotas muertos y heridos, así como una mayor carga de sufrimientos provocados por una guerra sin sentido y sin una razón válida que la justifique; 2- sobre el hecho cierto de que la dictadura militarista de Maduro y Padrino López no tiene ninguna posibilidad en una guerra en la que se enfrentaría: 2.1- a una fuerza armada mejor equipada desde todo punto de vista; 2.2- que tiene más de 50 años preparándose para la guerra en el desarrollo de un conflicto armado guerrillero que aunque atenuado por el tratado de paz firmado con las Farc, aún no termina; 2.3- sobre la certeza de que en una guerra con la dictadura venezolana, el Estado y el gobierno colombianos no participarían solos, como si lo haría el régimen dictatorial venezolano. En tal sentido es evidente que en un conflicto armado como el que este régimen pretende provocar, los Estados Unidos, como ya lo ha hecho saber, y Brasil tomarían partido activo al lado de Colombia; a lo que habría que agregar el hecho de que la mayoría de los países de la región (algunos han padecido la migración provocada por la crisis social provocada a su vez por la dictadura infame) y del mundo responsabilizarán a la dictadura venezolana de ser la causante de ese conflicto, razón por la que terminarían exigiendo su más completa y definitiva liquidación política; 3- en que la provocación de ese conflicto armado tiene todas las posibilidades de convertirse en el último acto de la tragedia que el chavezmadurismo ha ensayado y escenificado en nuestro país durante más de 20 años, tal como ocurriera en Irak con Saddan Hussein, y en Argentina con Videla, genocida que encabezó la junta militar dictatorial que durante años oprimió y  martirizó a ese pueblo.

He ahí entonces algunas de las implicaciones que tendría la aventura guerrerista urdida por Maduro y Padrino López con el asesoramiento y complicidad de las fuerzas de ocupación rusas, cubanas y de los grupos guerrilleros colombianos (ELN, disidencia de las FARC) que han convertido al territorio venezolano no sólo en santuario seguro, sino en una fuente de enriquecimiento como viene ocurriendo en el “Arco Minero”, con la anuencia de la fuerza armada (facha) que comandan Maduro y Padrino López.

La posibilidad cierta y la inminencia de que esa provocación guerrerista de la dictadura finalmente se realice –con su carga de mayores sufrimientos para los venezolanos- obliga a las fuerzas democráticas nacionales e internacionales a hacer todo lo que esté en sus manos para impedirlo, y a radicalizar las presiones políticas que definitivamente le pongan fin al régimen provocador.