Para el eje Irán-Venezuela es un intento con claros objetivos propagandísticos de hacer dudar o retroceder a los EEUU frente a las consecuencias de un escalamiento militar del conflicto
Humberto González Briceño
La movilización de buques iraníes cargando, supuestamente, gasolina para Venezuela que serían presuntamente escoltados por unidades militares venezolanas es una acción que podrá a prueba la política de los Estados Unidos frente al régimen de Nicolás Maduro.
Para el eje Irán-Venezuela es un intento con claros objetivos propagandísticos de hacer dudar o retroceder a los EEUU frente a las consecuencias de un escalamiento militar del conflicto. De esta forma los Estados Unidos estarían obligados a intervenir militarmente para impedir el arribo de esos buques y asumir las consecuencias, o no hacerlo y poner en evidencia la debilidad de su política frente al régimen de Venezuela.
En las próximas horas sabremos si las sanciones de los Estados Unidos contra el narcoregimen chavista son una política de estado ejercida en toda su plenitud o si por el contrario eran tan solo movimientos tácticos para asustar a personeros del régimen. Cualquier acción militar o diplomática de los Estados Unidos que no conduzca a impedir el arribo de esos buques a costas venezolanas será tomada como un claro signo de debilidad y quizás la más grave constatación de la muerte de la doctrina Monroe (América para los americanos).
No trato aquí de hacer un ejercicio de predicción sobre lo que finalmente harán los EEUU. Esto lo sabremos en cuestión de horas. Lo importante es constatar el proceso de desaparición de una república en la órbita de influencia del imperio norteamericano -Venezuela- y las consecuencias que esto trae para la región y para el propio imperio. Un imperio desde ya asediado por China, Rusia y el islamismo y además debilitado por graves contradicciones internas.
Estas contradicciones se reproducen en la política exterior norteamericana prisionera de un fundamentalismo democrático que la lleva a abrigar esperanzas de soluciones electorales para países como Venezuela donde la institucionalidad ha desaparecido, no hay estado de derecho y gran parte de la población está sometida a la ley primitiva del más fuerte.
Por eso los Estados Unidos anuncian medidas contra el régimen de Maduro que en esencia son contradictorias. Se le pone precio a la cabeza de los mafiosos más conocidos del régimen al mismo tiempo que se les ofrece clemencia política si abandonan el poder y hasta una promesa de elecciones en el corto plazo.
Pareciera que la diplomacia norteamericana se debate entre la línea suave de persuadir con ofertas y amenazas al régimen de Maduro que abandone el poder y otra línea más dura de confrontación militar para destruir un narcoestado que, por sus alianzas con carteles de droga y grupos terroristas, amenaza la existencia misma del imperio norteamericano.
En medio de esta dialéctica de imperios nos encontramos los venezolanos tratando de salvar lo que queda de Venezuela. Para el chavismo la lógica destructora y suicida data de tiempos del propio Hugo Chávez. A veces en forma velada y muchas veces en forma abierta Chávez y su grupo siempre han dicho que prefieren destruir a Venezuela antes que entregar el poder.
Y aquí es donde las fórmulas electorales y negociadoras siempre se han estrellado. Ha tomado un proceso largo y lento de veinte años para que la mayoría de los venezolanos entendamos que no estamos frente a un mal gobierno que puede ser cambiado por vía de elecciones, sino frente a una mafia que cumplirá la promesa destructora de su inspirador. La marcha de los buques iraníes hacia costas venezolanas pone la confrontación de EEUU contra el eje Venezuela-Irán en un punto de no retorno. Los barcos iraníes llegan o no llegan. Estados Unidos lo impide militarmente o no. Finalmente estamos en un punto que no admite fórmulas mixtas. Es el momento de las graves definiciones que siempre resultan odiosas para los diplomáticos ambivalentes. Este desenlace será un evento clave, decisivo, para determinar la supervivencia o no de la República de Venezuela y la vigencia de la doctrina Monroe para proteger los intereses del imperio norteamericano en el hemisferio occidental.