No es la carrera espacial, pero se le parece. La propagación meteórica del nuevo coronavirus, convertido ya en una pandemia que ha contagiado a más de 200.000 personas en todo el mundo y ha matado a más de 8.200, ha puesto en marcha una frenética competición global por encontrar una vacuna capaz de frenar la expansión del covid-19.
Rubén Coronel
En el esfuerzo participan al menos una veintena de gobiernos, compañías biotecnológicas, grandes farmacéuticas e instituciones académicas. Los últimos avances para secuenciar el genoma del virus han acortado los plazos y las predicciones más osadas apuntan a que las primeras inmunizaciones podrían estar listas antes de que acabe el año. De momento han comenzado los primeros ensayos clínicos en personas, tanto en Estados Unidos como en China.
Las revelaciones sobre las maniobras de la Casa Blanca para adquirir en exclusiva y a golpe de talonario los derechos sobre la vacuna que está desarrollando el laboratorio alemán CureVac denotan que en este pulso contra el tiempo hay algo más que un mero interés sanitario. En la coctelera se han insertado también el orgullo nacional y la recompensa financiera, que podría ser mayúscula si el virus acaba infectando a un mínimo del 40% de la población mundial, como predicen algunos expertos. “Todo el mundo está tratando de encontrar algo que funcione para empezar a producirlo en masa. Por supuesto, hay una parte económica detrás, pero la situación es tan urgente que no importa quién sea el primero porque redundará en beneficio de todos”, asegura Iván Martínez, profesor del Departamento de Inmunología de la Universidad de Virginia Occidental.
Todo avanza muy rápido. Este mismo lunes comenzaron en Seattle los primeros ensayos clínicos en voluntarios sanos de la vacuna desarrollada por Moderna, una compañía biotecnológica de Massachusetts, que cuenta con el respaldo financiero del Instituto Nacional de Salud. En lugar de utilizar muestras atenuadas o muertas del virus, como se hacía tradicionalmente, sus investigadores han reproducido en el laboratorio un segmento de su material genético (ARN mensajero). Al inyectarlo en el cuerpo, las células generan una proteína que provoca una respuesta inmune. Esa es al menos la idea. En esta primera fase del ensayo participan 45 voluntarios, pero no se espera que sus tres fases den resultados concluyentes hasta dentro de 12 meses.
Sensación de urgencia
En circunstancias normales, se requieren años de ensayos clínicos y pruebas en animales antes de que una vacuna reciba la autorización burocrática para proceder a su comercialización. Pero la expansión feroz del coronavirus ha hecho que todo se acelere extraordinariamente, gracias en parte a la rapidez con la que China secuenció el pasado mes de enero el material genético del covid-19 para compartirlo poco después con la comunidad científica internacional. A los investigadores de Inovio y sus socios de la compañía china Beijing Advaccine Biotechnology les bastaron solo tres horas para dar con una potencial vacuna, derivada de las conclusiones extraídas por sus algoritmos. Pero no son los únicos laboratorios que trabajan en su desarrollo.
Novavax, Vaxart o Greffex también están desarrollando en EE UU sus propios proyectos. Más internacional es la Coalition for Epidemic Preparedness Innovation, un consorcio del que forman parte gobiernos, oenegés y laboratorios farmacéuticos, que tiene actualmente cuatro potenciales vacunas en marcha. “Hay una verdadera sensación de urgencia porque la amenaza que enfrentamos no tiene precedentes en los últimos 100 años en términos de propagación y potencial severidad”, ha dicho su consejero delegado, Richard Hatchett, aludiendo a la llamada gripe española de hace un siglo.
Antes del otoño
En China hay otros nueve proyectos en marcha, que trabajan con cinco métodos diferentes. Sus autoridades anunciaron el martes que en dos semanas comenzarán los ensayos clínicos de la vacuna desarrollada por Cansino Biologics junto a la Academia Militar de Ciencias Médicas. “La vacuna no contiene sustancias infecciosas, es altamente segura y estable y solo requiere una inoculación”, aclaró uno de sus organismos sanitarios. El bombo con que la noticia fue propagada en los medios oficiales sugiere que para Pekín está es algo más que una carrera sanitaria. “No seremos más lentos que el resto”, dijo uno de los miembros de su Academia de las Ciencias.
Tampoco Europa quiere quedarse atrás. Tras anunciar esta semana una aportación de 80 millones de euros a CureVac, el laboratorio alemán ambicionado por Donald Trump, la presidenta de la Comisión Europea mostró su confianza en que la inversión dé frutos antes de final de año. “Espero que con esta ayuda podamos tener una vacuna en el mercado antes de la llegada del otoño”, dijo Ursula von der Leyen.
En estos momento en todo el mundo hay más de 900.000 personas fallecidas, y 27.5 millones declarados en todo el mundo según detalla la Universidad Johns Hopkins. En total hay 160 empresas en marcha en esta carrera a contrarreloj, pero la OMS solo ha reconocido 145 como candidatos reales a una vacuna que se encuentran ya en una fase preclínica. 34 de ellos se encuentran en la fase clínica con pruebas en humanos pero solo nueve están en la fase 3, la fase que está más avanzada.
Paralizado el proyecto de Oxford
Europa tenía su propia vacuna en marcha a través de la farmacéutica AstraZeneca, de la que España se había comprado tres millones de dosis en caso de que se demostrase su efectividad. Pero el proceso, que se había acelerado en las últimas semanas, se ha detenido por los efectos secundarios que uno de los voluntarios ha sufrido.
Los expertos afirman que este tipo de cosas son habituales cuando se trata de una vacuna que va a inyectarse en el Ser humano, pero diversos Ejecutivos europeos se habían mostrado optimistas con los progresos que había tenido y estaban anunciando a bombo y platillo que para finales de año esperaban estar vacunando a los pacientes de mayor riesgo. Es lo que ha ocurrido en España. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunció en rueda de prensa que «a partir de diciembre estarían en condiciones de suministrar las primeras dosis».
Las otras vacunas contra la covid-19
Más allá de la vacuna de Oxford, hay otras ocho que están en la misma fase y que parecen poder dar resultados. La más avanzada es sin duda la vacuna rusa, Sputnik V. El presidente ruso, Vladimir Putin, hace meses que lleva anunciado su efectividad y es que la más esperanzas, junto a la de Oxford, ofrece.
De hecho, el Gobierno ruso ya ha autorizado su administración pero diversos organismos como la OMS han advertido que aún debe superar trámites de preclasificación y revisión. La farmacéutica encargada de su desarrollo es la empresa Gamaleya Research Institute y en las últimas semanas la revista médica inglesa The Lancent ha avalado su efectividad, ya que según los primeros datos se ha demostrado que genera anticuerpos en el Ser humano.
Otra de las que más avanzadas está es la vacuna estadounidense de Moderna. En estos momentos están realizando ensayos preclínicos con 30.000 voluntarios y su método de desarrollo se basa en el ARN mensajero combinado con el código genético del virus.
La otra empresa estadounidense Jaanssen Pharmaceutical se ha desmarcado y ha fijado 2021 como fecha para comercializar la vacuna al mercado. Otras empresas como BioNTech, Fosun Pharma y Pfizer están llevando un proyecto entre Estados Unidos y Alemania en la que en estos momentos se sabe que la vacuna es segura y que origina respuesta en inmune contra la covid-19.
En China, la farmacéutica Sinovac ha explicado que el 90% sus propios empleados y sus familias han sido los primeros en administrarse la vacuna que están realizando de forma voluntaria. En el mismo país asiático hay otras dos vacunas en desarrollo. Una es la que está llevando a cabo el Instituto de Productos Biológicos de Wuhan y el de CanSino Biologics y el Instituto de Biotecnología de Pekín. Esta última parece ser la más avanzada del gigante asiático, después de que el 9 de agosto anunciase que se realizará también un ensayo en Arabia Saudí.
Los expertos advierten
En las últimas semanas el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha anunciado que el Ejecutivo español prevé que para otoño esperan estar vacunando a las primeras poblaciones de riesgo. Sin embargo, varios científicos han advertido de que los procesos en esta materia son lentos y que ya se están acortando los plazos que en principio debería tener una vacuna construida en circunstancias normales.
David López Acuña, un ex directivo español de la OMS, advirtió hace unas semanas en ‘El Cascabel’ que no se vacunaría con las primeras dosis que están saliendo: «No me pondría todavía ninguna vacuna, ni la rusa ni la china».
Otros expertos han fijado a comienzos de 2021 el momento en el que se va a poder realmente confirmar que la vacuna es totalmente segura y hasta entonces han reiterado a los Ejecutivos que deben ser cautos a la hora de hacer este tipo de anuncios.