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Pretendida eternización en el poder #LetrasAlMargen #GustavoLuisCarrera

Son tantos los ejemplos de mandatarios que una vez llegados al poder no quieren abandonarlo, desconociendo las limitaciones legales, que parecería que es un vicio generalizado. O al menos evidente en las dictaduras y regímenes despóticos. Es decir, sistemas autocráticos, donde el pueblo no está representado en el gobernante de turno, Pero, ¿es posible que se dé este exabrupto en las democracias?

Gustavo Luis Carrera

EL PODER RESIDE EN EL PUEBLO. «La soberanía reposa en el pueblo», establece el fundamento democrático. Y es un axioma que caracteriza el espíritu del estado de derecho, de la autonomía de los poderes públicos, del sistema electoral universal y directo; es decir, de la democracia. Es la sustanciación de un proceso elemental: la colectividad en pleno, el pueblo, configura la totalidad representativa de una nación delimitada geográfica e históricamente; y nunca puede ser suplantado por la individualidad circunstancial de un mandón o un déspota.  

            EL PRINCIPIO DE ALTERNABILIDAD. De igual manera, todo gobierno tiene, forzosamente, un lapso establecido para su ejercicio administrativo. Vencido el período legal, debe dar paso a un nuevo representante de la voluntad de cambio manifiesta en la elección de otro presidente. Pero, acontece, entonces, el fenómeno de la perpetuación: el mandatario se acostumbra a ejercer el poder, y decide no abandonarlo nunca, hasta su muerte. Para nosotros, es ilustrativo el ejemplo del dictador Juan Vicente Gómez. Aunque, en la actualidad las muestras de eternización de mandones en el poder son de escandalosa abundancia, como sucede en Cuba, Corea del Norte, Bielorrusia, Rusia; o de un único partido existente: China, Vietnam; o de un presidente eterno; Nicaragua, y su intento en Bolivia y en Venezuela.    

            LA REAL DEMOCRACIA. Justamente, el espíritu democrático repudia las pretensiones de eternizarse en el poder, y establece que su real fundación se asienta en la indispensable alternabilidad. Es claro el postulado: la reelección inmediata es una riesgosa eventualidad; no sólo se proyecta más allá de lo pautado originalmente un mandato, sino que se concede una posibilidad de ventajismo para el gobernante que se reelige. Como sucede en los Estados Unidos. También es una proyección abusiva la de arbitrar subterfugios para ampliar el período presidencial, aumentando su duración o improvisando fórmulas de recomenzar el lapso establecido. Como ha ocurrido en Venezuela. Son formas elusivas, que ponen el peligro la real condición democrática. Y una vez que se pierde el respeto de la opción de la alternabilidad efectiva, se cae en el camino del abuso y el desafuero, que conducen al régimen  totalitario, de un personalismo sin límites, alimentado por la complicidad y la adulación de los adláteres.       

            VÁLVULA: «La pretensión de eternizarse en el poder es una piedra de toque en la identificación de la democracia. Así como los regímenes dictatoriales y autocráticos permanecen en el dominio de un país sin término, el sistema democrático se funda en el sabio y saludable principio de la alternabilidad por períodos constitucionales».                                                                        .                                    (glcarrera@yahoo.com)

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EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.