Las sanciones de Estados Unidos a las exportaciones de crudo venezolano están complicando los esfuerzos de remediación de un petrolero cargado con 1,1 millones de barriles que se escora frente a las costas del país.
Las sanciones ahuyentan a los petroleros extranjeros que podrían sacar el crudo de la unidad de almacenamiento flotante Nabarima con bandera venezolana. Los planes anteriores para descargar el buque durante el año pasado también han encontrado resistencia de los trabajadores locales por los riesgos que plantea el choque de las corrientes del río Orinoco y el Atlántico.
El impasse es solo la última crisis que enfrenta la otrora poderosa industria petrolera de Venezuela bajo el gobierno de Nicolás Maduro. El país está luchando con una constante escasez de combustible, una infraestructura energética que se desmorona y una producción en picada.
El Nabarima solía cargar crudo ligero de Petrosucre, una empresa conjunta entre Petróleos de Venezuela y Eni SpA que detuvo la producción el año pasado. La empresa alcanzó una producción de hasta 38.200 barriles por día en 2012, según documentos de PDVSA.
Eni no puede sacar el crudo de la embarcación porque bajo la ley venezolana solo PDVSA puede comercializar grados ligeros.
A principios de esta semana, los líderes sindicales señalaron el riesgo de una fuga debido a que el Nabarima acumulaba agua sobre la línea del tanque de petróleo y la sala de máquinas, mientras que los generadores de energía y los sistemas antiincendios estaban desconectados. Si ocurriera un derrame, podría llegar a aguas internacionales fronterizas con Trinidad y Tobago, dijeron trabajadores de PDVSA.
Funcionarios de PDVSA declinaron hacer comentarios. Un portavoz de Eni, que tiene una participación minoritaria en Petrosucre, no pudo comentar de inmediato.
Eni dijo a Reuters que las condiciones a bordo del Nabarima eran “estables” y que “actualmente no hay riesgo de un derrame de petróleo”.