Estas negociaciones que están comenzando en México entre el chavismo y la falsa oposición no son tales. No son más que una ceremonia protocolar para refrendar acuerdos y concesiones
Humberto González Briceño
Es evidente el cambio de enfoque de los Estados Unidos de Norteamérica hacia Venezuela con la nueva administración de Joe Biden. En la administración de Donald Trump hubo más interés en ocuparse del tema Venezuela aunque por gestiones de operadores del Departamento de Estado el gobierno norteamericano terminó reconociendo y entendiéndose con el interinato de Juan Guaidó y la falsa oposición lo cual selló el fracaso de esa política. Era imposible proponer e impulsar una política agresiva y audaz de intervención militar internacional en Venezuela si los propios factores del interinato no la asumían. Los Estados Unidos con Trump no podía querer más la intervención que los propios operadores del interinato.
El resultado fue que con Trump en la presidencia de los Estados Unidos se perdió la oportunidad histórica de articular una alianza militar internacional para derrocar al régimen chavista en Venezuela por la falta de voluntad política de la mal llamada “oposición”. Por su parte el gobierno de Joe Biden llega al poder sin una política definida frente al chavismo y no oculta su desinterés por el tema Venezuela.
Este desinterés que los EEUU muestra hacia la crisis política interna en Venezuela no quiere decir que el imperio norteamericano se abstenga de intervenir, solo que lo está haciendo de manera que pretende liquidar de una forma u otra este asunto antes de finales de año y pasar la página.
La falsa oposición estaba muy cómoda manejando los recursos del interinato de Juan Guaidó bajo la presunción que el reconocimiento de los EEUU a ese híbrido diplomático duraría para siempre. Pero fueron precisamente los Estados Unidos quienes aun reconociendo a Guaidó como un supuesto presidente legítimo de Venezuela le pusieron fecha de vencimiento al interinato.
Son muchos los funcionarios del Departamento de Estado norteamericano incluyendo al embajador de los EEUU en Venezuela y entusiasta fanático de Juan Guaidó, James Story, quienes han reiterado que el gobierno interino y las sanciones contra el régimen chavista deben tener un punto final. A esto habría que agregar el reconocimiento al nuevo Consejo Nacional Electoral como una concesión importante del régimen y el reiterado llamado a participar en las elecciones del 21 de noviembre.
En otras palabras, ejerciendo el control de los grifos que suministran dinero al interinato de Juan Guaidó los Estados Unidos, vía ayuda humanitaria y acceso a los activos de Venezuela en el exterior, han obligado a la falsa oposición a sentarse con el régimen chavista para producir un acuerdo que formalice esta nueva etapa de la cohabitación. Sin el retiro del apoyo de los EEUU al interinato de Guaidó hoy no habría ninguna “negociación” entre chavista y falsos opositores en México.
El retiro del apoyo real de los EEUU al gobierno de Guaidó ha sido progresivo y sostenido. Es una sacada de alfombra efectiva que respeta las formas diplomáticas con declaraciones simbólicas y retóricas de reconocimiento al gobierno de Guaidó. Pero el reconocimiento que vale no es el de la retórica sino el de la política real que los EEUU le otorga al régimen chavista al ir aliviando, en la práctica, las sanciones incluso antes de que se hayan sentado a negociar en México o al permitirle al régimen seguir traficando bienes en los mercados internacionales, a pesar de las famosas sanciones.
Es este giro de la política norteamericana el que parece haber provocado un cambio abrupto en la estrategia de la falsa oposición para lanzarse a última hora a unas negociaciones improvisadas con el chavismo, barnizadas con un no menos improvisado Acuerdo de Salvación Nacional. La picaresca criolla lo había rebautizado como un “acuerdo de salvación personal” de los intereses de Leopoldo López y Juan Guaidó que ahora sin el apoyo de los EEUU al lobby del interinato quedan en el aire.
Conscientes que no queda nada por negociar y que la falsa oposición está obligada a sentarse a reconocer al régimen de la mano de los EEUU, el chavismo y sus operadores desprecian pública y reiteradamente a sus pares de la falsa oposición. De no ser por la situación precaria y de extrema necesidad bajo la cual la falsa opción se ve precisada a negociar no sería posible explicar su afanoso interés que contrasta con la prepotencia chavista. Anticipando un acuerdo que materialmente favorece al chavismo en todas sus partes ya los publicistas del interinato comienzan a justificarlo como un sacrificio necesario para el retorno de la anhelada democracia.
Estas negociaciones que están comenzando en México entre el chavismo y la falsa oposición no son tales. No son más que una ceremonia protocolar para refrendar acuerdos y concesiones que ya están operando en la práctica. La falsa oposición participará en las elecciones del 21N. Los Estados Unidos cambiarán unas sanciones por otras para aliviar la presión sobre el régimen chavista. El chavismo repartirá algunas migajas en forma de cargos y ordenará la liberación selectiva de algunos inocuos presos políticos. Es posible que haya algunos cambios cosméticos e irrelevantes en el sistema electoral, tales como regreso de tarjetas y adjudicaciones graciosas. Pero lo que sí está claro es que no habrá cambios al régimen político y constitucional que puedan alterar la estabilidad del estado chavista.
Ese acuerdo chimbo y chucuto debe quedar finiquitado antes del 29 de agosto, fecha en la que vencen las postulaciones para los cargos de la estafa electoral del 21 de noviembre. Con la bendición de los Estados Unidos el chavismo y la falsa oposición comienzan una nueva etapa de cohabitación cuyo elemento esencial es el reconocimiento y compromiso recíproco de ambas partes en sostener y defender al estado chavista. Los EEUU celebrarán el resultado como un triunfo de la diplomacia norteamericana para estabilizar la región. Por su parte chavistas y falsos opositores encontrarán una excusa épica para asemejarlo a la firma del acta de la segunda independencia de Venezuela, aunque lo que en realidad se estaría declarando es la extinción de la nación venezolana en manos de unos y otros.