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¿Por qué Maduro le teme tanto a las esperadas confesiones de alias “El Diplomático”? #Opinión #EnriqueMeléndez

La dictadura se saltó los requisitos de la Convención de Viena al designar como “diplomático” a un sujeto solicitado por la justicia estadounidense, pero que ya viste uniforme anaranjado.

Enrique Meléndez

       Hay que sacar la cuenta de la actitud, que ha tomado el gobierno frente al caso de Alex Saab, para determinar la situación, que le espera a continuación, a partir de la llegada de éste en condición de extraditado a los EEUU. Incluso, desde el primer día que cayó. Entonces fue cuando vimos al canciller del momento, Jorge Arreaza, volar a Cabo Verde en un avión, cargado de dólares, a los fines de sobornar a los carceleros del susodicho, y de donde vendría rebotado; pues la DEA no se iba a dejar quitar de las manos tan importante presa.

       Además, lo más probable es que el personaje en cuestión no tiene la habilidad, como para meterle a alguien en el bolsillo un fajo de billetes, y conseguir su objetivo; primero, porque Arreaza no es propiamente un diplomático, y no sabe como se maneja el cobre en estos terrenos; segundo, porque llegó a la cancillería por lealtad; ex yerno de Hugo Chávez, de modo que resultaba un imberbe en ese escenario. A continuación vino la defensa, cuyo contrato corrió a manos del famoso bufete del inefable juez Baltazar Garzón; a punto, por cierto, de caer en manos de la justicia española en estos momentos, luego de las delaciones, que viene haciendo Hugo (Pollo) Carvajal, con motivo del proceso judicial, que le sigue la Audiencia Nacional Española; sugerido éste por el comisionado internacional del régimen chavo-madurista, José Luis Rodríguez Zapatero, y lo más que se logró por aquí fue que se le diera al sujeto casa por cárcel a punta de billete, dicho a la venezolana; según se dice, más de 160 millones de dólares de por medio.

       Entre tanto, al tercio le crecía la melena, a la manera de Sansón, con la que lo hemos visto llegar en el avión de las autoridades estadounidenses, que se ocuparon de su traslado a Miami, donde comenzó a comparecer ante un tribunal federal, sólo que como Sansón no se va a matar al derrumbar esos muros, que constituyen la delincuencia organizada, en la cual él se movía; pues lo que ya se da por contado es que asuma la condición de testigo protegido; aun cuando dice que jamás colaborará, en ese sentido, con los EEUU, si es que le concedemos autenticidad a una carta, que se le atribuye, y que circuló por las redes sociales; porque, por lo demás, en los interrogatorios a los que fue sometido por la DEA, durante su reclusión en Cabo Verde lo más probable es que soltó más de una prenda, y que es lo que dice el común de la gente, que es a lo que más le teme Maduro.

       He allí las paradojas de la vida: el ser más incógnito de la corte de Miraflores, que viajaba y se movía con varias identidades y varios pasaportes, apenas mencionado en alguna columna de comentarios políticos, pasó a ser el más noticiado a la hora actual, todas las redes sociales se cruzaron de mensajes, cuando entonces se comenzó a decir que iba en un avión, rumbo a donde le tenía indicado su destino la DEA y luego lo veíamos entrar a una especie de calabozo, con la famosa braga naranja, a donde lo condujeron, para su primera comparecencia ante la justicia estadounidense: acusado de narcotráfico y lavado de dinero.

       Incluso, todavía el régimen patalea, y quiere que le entreguen al hombre, para incorporarlo a los diálogos de México entre la oposición y el gobierno; pensando que puede meter gato por liebre en las presentes circunstancias, y así adelantársele a la DEA, con respecto a la posible libertad de este hombre por esta vía, entre las muchas truculencias que ha cometido desde junio del año pasado, cuando se produjo esta detención, y así que hemos visto al régimen de Nicolás Maduro pecar hasta de ridículo; tomando en cuenta que no dejó de serlo en ocasión, en la que representación gubernamental se presentó a la Mesa de Diálogo en México, portando un afiche, donde se reclamaba la presencia del “diplomático” barranquillero.

       Porque para eso es lo que ha quedado, esto es, para que los columnistas del humor lo apoden “el diplomático”. Yo conocí un colega, dedicado al reporterismo, a quien le decían “el embajador”, y con ese apodo ese señor se sentía orgulloso. En efecto, hay una pérdida del en sí, como diría Sartre, quien contraponía un para sí, que era en el ser que uno quería regodearse, y que es en el que esta gente se asume; en el caso de mi colega por ínfulas de grandeza menospreciando su condición de reportero, y en el caso de Saab por truculencia: un diplomático sobrevenido, si se toma en cuenta, como se ha señalado en la opinión pública, que la credencial de embajador sólo te la otorga la Asamblea Nacional, y que es lo que justifica las ínfulas de mi colega, mientras que la suya se la otorgó el gobierno a la brava, y en esto nadie le hizo caso, porque las costuras de esa truculencia estaban muy a la vista, y no llenaban los requisitos de la Convención de Viena para el caso de los reconocimientos a los embajadores; tratándose, por lo demás, de un personaje solicitado por la justicia estadounidense; nombrado por un gobierno ilegítimo, y que lo que se perseguía por ese camino era sacarlo del escenario con el argumento de que a partir de su nombramiento sobrevenido, iba a adquirir el derecho a la inmunidad diplomática.

       Pero así como este gobierno peca de ridículo, también peca de malcriado, pues la no comparencia a esta ronda de diálogos, que se lleva a cabo en México, en respuesta al hecho de la extradición lo demuestra; algo que ya se presumía, esto es, que le iba a pegar una patada a la mesa; pero que ni siquiera le aprobó esta reacción Rusia, que sería uno de los países más interesados en interceder en este caso a favor de Saab, si se tiene presente que se trata de un sujeto que involucró a este país en la trama de sus negocios y, en ese sentido, manifestó una cierta diferencia al respecto, y lo que indica que tarde o temprano tendrá que volver a esta ronda.

 melendezo.enrique@gmail.com